¿Espiar a los amigos? Por supuesto que sí
DEFENDER LO POLÍTICAMENTE correcto está cegando a la opinión pública en muchos temas y especialmente en los asuntos de espionaje. En la vida diaria tiene sentido dar diferente trato a amigos y enemigos. Unos están a nuestro lado y otros acechándonos en la acera de enfrente. El mundo de las alcantarillas no funciona así.
El descubrimiento de que Estados Unidos espía a Alemania y que Barack Obama conocía las conversaciones de Ángela Merkel supuso un gran escándalo. Meses después se ha sabido que Alemania también espía a Estados Unidos y muchos han tenido que coserse la boca. Hemos sabido también que los alemanes espían a los turcos y nuevamente algunos se han rasgado las vestiduras. ¿Es que alguien imagina que por muy aliado que Turquía sea en la OTAN no hace falta saber qué ocurre realmente en el país?
En España sucede exactamente lo mismo. Los espías han vigilado los movimientos del PSOE y el PP dependiendo de cuál de los dos no estaba en el gobierno. Se está espiando a los dirigentes catalanes para evitar que Cataluña consiga independizarse. Y se llevan a cabo muchas otras acciones que siempre se negarán, incluso cuando en la prensa aparezcan las pruebas del delito.
Hace años, un agente del servicio secreto español se quejó de que en uno de mis libros contaba que cuando estuvo destinado en la amiga Alemania regentaba una tienda de lencería femenina, que era una tapadera del entonces CESID. La tienda no estaba allí, sino en uno de los países fronterizos, pero lo que a él le sentó mal es que sus compañeros pensaran que para espiar en un país amigo tuviera que dedicarse a vender bragas a las alemanas. * uno de los periodistas de investigación más respetados del país, es una de las voces más importantes del programa La rosa de los vientos de Onda Cero. Autor de más de una decena de libros, el último de sus trabajos es El regreso de El Lobo (Roca editorial).