A Mikel le enviaron a realizar un curso de preparación a un caserío aislado, donde coincidió con terroristas que luego serían muy conocidos por sus acciones: “Paquito”, “Josu Ternera” o “Apala”
EN LA CÚPULA DE ETA Allí le explicaron la doctrina del grupo, realizó prácticas de tiro y le enseñaron la forma de llevar a cabo atentados. El Lobo lo pasó fatal. Tenía que recorrer varios kilómetros cada vez que quería hablar con “Carlos”, asegurando que iba a llamar a su mujer. Además, temía quedarse dormido, hablar en sueños y destapar su tapadera. La tensión que padecía le hacía sentirse solo y le afectaba físicamente al estómago. Estaba 24 horas rodeado de peligrosos enemigos a los que tenía que convencer de su valía y lealtad. Mentir y manipular, algo que no había hecho nunca y que con frecuencia le hacía dudar de si lo estaría haciendo bien o despertaría sospechas.
Mikel podía haber estado tranquilo. Su actuación fue de primera y cuando acabó el entrenamiento recibió una noticia estupenda: iba a regresar a España con varios comandos listos para actuar. Su misión sería encargarse de la infraestructura que garantizara buenos escondites para los terroristas.
Pasó clandestinamente por los Pirineos y estuvo un día en Barcelona, donde Ana, un activista sindical muy radical, lleva a dormir a su casa a los cuatro que han pasado la muga. Duermen apelotonados, lo que no es óbice para que Ana se meta en la cama con Mikel. Una de las muchas conquistas que hará a lo largo de su carrera, pero que en este caso tiene un objetivo claro: intentar que Mikel la integrara en el comando, a lo que se niega en rotundo, con el consiguiente malestar de la chica.