Historia de Iberia Vieja

En la Estación de Atocha desplegó todo su ingenio a la hora de crear una amplia estructura de hierro y cristal

- Ver recuadro).

mente como sala de exposicion­es del Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía.

No hará falta abandonar el Retiro para encontrar otra maravilla que también fue inspirada por el Palacio de Cristal ideado por Joseph Paxton para la gran exposición de Londres de 1851. A la vera del lago se alza esta estilizada maravilla de hierro y cristal que fue construida para la Exposición Filipina de 1887. Palacio nuevamente fue el padre de la ingeniosa estructura metálica, en colaboraci­ón con el arquitecto Velázquez y el ceramista Daniel Zuloaga.

Al mismo tiempo, nuestro ingeniero encontró una solución a los problemas de cimentació­n que padecía otra obra emblemátic­a de Madrid, la sede del Banco de España. Si hoy ese edificio sigue en el lugar que le correspond­e es gracias a los cálculos de Alberto de Palacio. Y, si caminamos hacia el sur, llegaremos a la concurrida Estación de Atocha, obra de Palacio en la que desplegó todo su ingenio a la hora de crear una amplia estructura de hierro y cristal capaz de soportar el paso de millones de viajeros sin queja. La que fuera antigua Estación del Mediodía sigue dando la bienvenida a quienes llegan a Madrid, bajo un elegante dosel de elegantes formas. Otros edificios madrileños nos traerán de nuevo el recuerdo del genio de Alberto de Palacio, como la fábrica Osram, actual sede de la Empresa Municipal de Vivienda, situada en el Paseo de Santa María de la Cabeza. Pero, si queremos descubrir hasta dónde llegó nuestro personaje, hemos de viajar hasta Bilbao para saludar su gran obra maestra, el Puente de Vizcaya ( INGENIEROY VISIONARIO El genio de Alberto de Palacio no sólo abarcó la arquitectu­ra y el diseño de grandes estructura­s de metal y cristal. Nos han llegado sus patentes sobre transborda­dores fluviales, embarcader­os automático­s, tranvías aéreos, vías de comunicaci­ón submarinas y generadore­s eólicos. En sus últimos años también fue destacado su interés en la navegación aérea. Es hora, pues, de descubrir algo sobre la vida del genio más allá de lo que sus obras nos muestran.

El padre del primer puente transborda­dor del mundo vino al mundo en la francesa y fronteriza Sara, Lapurdi, el 24 de enero de 1856. Su padre, empresario que forjó una fortuna en México, ofreció tanto a Alberto como a su hermano Silvestre un entorno acomodado y una educación esmerada. Sin embargo, pronto quedaron huérfanos tanto de padre como de madre por culpa de un accidente, quedando a cargo de unos familiares. Alberto completó sus primeros estudios en un colegio jesuita de Carrión de los Condes, Palencia. Finalizada su formación como arquitecto en Barcelona, en 1882, se lanza a explorar las fronteras de la ingeniería en diversos viajes a Francia, donde contactó con Gustave Eiffel. De regreso a Vizcaya, contrae matrimonio en 1883 pasando, al poco, a vivir en Madrid, donde pudo desplegar todo su ingenio llevando a cabo los proyectos de cimentació­n del Banco de España, el Palacio de Cristal del Retiro y la Estación de Atocha. Su carrera como ingeniero de estructura­s culminó con el puente de Vizcaya, pero en realidad nunca dejó de innovar, hasta su muerte, que tuvo lugar en 1939.

En la mente de Alberto de Palacio bullían grandes ideas que, de haberse materializ­ado en la realidad, le hubieran convertido en un ingeniero y arquitecto de fama equiparabl­e a la de Eiffel. Nos quedan sus estudios sobre grandes pro-

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