El puente de Vizcaya
merece una visita pausada que nos permita comprender su importancia en la historia mundial de la tecnología, además de servir de excusa para contemplar una estampa única. Alberto de Palacio, junto con su hermano Silvestre, también ingeniero, dieron forma a un puente sin igual situado en la boca de la ría de Bilbao, en Portugalete. Fue el primero de su tipo en todo el mundo y sirvió de modelo a gran número de grandes puentes en diversos países, además de haber sido declarado por la UNESCO como Patrimonio Universal de la Humanidad.
El puente de Vizcaya es un puente transbordador, esto es, un puente en el que por medio de un vagón colgante se desplaza carga o pasaje sobre el agua mientras se permite el transporte de grandes buques bajo su estructura. El primero que existió fue, precisamente, el diseñado por Alberto de Palacio.
Situémonos a finales del siglo XIX. Desde hacía tiempo se venía pensando en unir las dos márgenes de la ría del Nervión pero de forma que no se entorpeciera la navegación marítima. De la asociación de Alberto de Palacio, que diseñó la estructura, y del constructor de puentes francés Ferdinand Arnodin, junto con la financiación del empresario Santos López de Letona, nació el gran proyecto de puente transbordador, único en su tiempo. Inaugurado en 1893, el puente une las localidades de Portugalete y Getxo desde entonces por medio de un transbordador suspendido. A diario ve el trasiego de cientos de peatones y vehículos que viajan en el interior de la gran barquilla suspendida sobre las aguas. Los cálculos de Palacio fueron magistrales, superando los escollos que se le presentaban, pues todos los intentos para realizar algo similar anteriormente habían fracasado. La gran estructura de hierro del puente de Vizcaya ha sido testigo de toda una época y se convirtió en ejemplo de construcción sólida, útil y económica.