Historia de Iberia Vieja

Para evitar que Carlos V hiciera nuevas concesione­s, el Papa convocó el Concilio de Trento para reformar la Iglesia

- El Concilio de Trento

toleraría el protestant­ismo en los principado­s en que se hallaba arraigado, aunque no se permitiría su expansión. El Papa, para evitar que Carlos V hiciera nuevas concesione­s, convocó el Concilio de Trento para reformar la Iglesia y le ofreció 1,2 millones de ducados para iniciar la guerra con los protestant­es, una suma equivalent­e a las rentas de Castilla o un tercio del coste de toda la guerra. En paralelo, la Liga de Schmalkald­a pareció reactivars­e al atacar al católico Duque de Brunswick y ocupar sus territorio­s, y al aceptar en febrero del 46 la entrada de dos nuevos miembros en la Liga: los Electores del Palatinado y de Colonia. Así la Liga contaba ya entre sus miembros principale­s, aparte de estos príncipes, con el Elector de Sajonia, el Langrave de Hesse, el duque de Wurttember­g, y con las ciudades libres de Ulm, Augsburgo, Estrasburg­o, Hamburgo y Bremen. Además, habían conseguido que 4 de los 7 príncipes Electores fueran protestant­es, por lo que muy probableme­nte el siguiente emperador, en lugar de Fernando, hermano de Carlos, sería un príncipe luterano. Carlos V desechó los planes de reforma y abrazó el partido de la guerra. El problema era que la oferta de ayuda del Papa había sido hecha en público para compromete­rle, de modo que los protestant­es pudieron prepararse para la guerra incluso antes que el emperador… EL EMPERADOR EN PELIGRO Desde abril de 1546 Carlos V se encontraba en Regensburg (Ratisbona), forjando una alianza matrimonia­l con el duque de Baviera y dando orden de reclutar tropas en España, Italia, Flandes, Alemania y Hungría. Sin embargo, las fuerzas imperiales tendrían que hacer un gran viaje antes de poder penetrar en el corazón de Alemania, y el emperador, imprudente­mente, se encontraba casi sin escolta cerca de algunos de los centros de poder de la Liga de Schmalkald­a. La Liga organizó un ejército bajo Schertlin von Burtembach que partió de Augsburgo el 5 de julio, y que podría haber atacado a Carlos V, que sólo contaba en ese momento con 8.200 soldados. Sin embargo, según fuentes alemanas e italianas, los protestant­es sólo tenían 12.000 hombres y no los 16-17.500 que les atribuía el mejor cronista de la guerra, Ávila y Zúñiga, de modo que para los rebeldes era difícil someter la ciudad de Regensburg antes de que llegaran las demás tropas imperiales. Por otro lado, Baviera se declaró neutral por el momento, de modo que la Liga no quiso forzar su entrada en la guerra pasando por su territorio para atacar a Carlos. Schertlin marchó al sur para destruir las tropas de Italia antes de que entraran en Alemania, pero tras amenazar Innsbruck, recibió la orden de Felipe de Hesse, al mando de la Liga, de regresar a Donauworth para juntarse con el cuerpo principal de los protestant­es que se estaba formando en Franconia. Así, su marcha fue una pérdida de tiempo y oportunida­des, porque en su ausencia recibió Carlos V las tropas provenient­es de Hungría, y las que se estaban reclutando en Baviera. Sin embargo, también ahora los protestant­es se habían reforzado y seguían siendo más numerosos que los imperiales: Las fuentes españolas ha-

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representó una verdadera catarsis para la Iglesia de Roma.

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