Las guerras del siglo XVIII
de los siglos XVI y XVII, donde España combatió en suelo Alemán, en las guerras del siglo XVIII principalmente se luchó en suelo italiano por el control de la península. Con el cambio de dinastía en España, los Borbones hispano-franceses fueron derrotados en la guerra de Sucesión Española (1700-1714), perdiendo Flandes, Milán, Nápoles Sicilia, aunque logrando triunfar frente a la coalición angloholandesa e imperial en suelo ibérico, evitando con ello la partición de España. En la guerra de la Cuádruple Alianza (1717-1721) España intentó recuperar Sicilia, enfrentándose a una coalición francesa, inglesa, Imperial y holandesa, siendo derrotada. Sin embargo, en la Guerra de Sucesión Polaca (1733-1738), España, consiguió vencer al ejército imperial en Bitonto, conquistando Nápoles para Carlos, hermano del rey de España. La expansión de la influencia española en Italia continuó en la guerra de Sucesión Austríaca (1740-48), en la que España fracasó en la conquista de Milán, pero consiguió Parma y Plasencia para otro de los hijos del rey. Así, a lo largo del siglo XVIII la posición internacional española fue reforzándose, y con las reformas administrativas, fiscales, y la reconstrucción de la armada, España volvió a ser una gran potencia, sólo para verse finalmente desbancada por las guerras revolucionarias iniciadas en 1792.