El Augusto de Prima Porta
cuando unos obreros romanos que trabajaban en la excavación de una antigua villa sacaron a la luz una hermosa estatua de mármol que representaba al emperador Octavio Augusto.Tras las pertinentes investigaciones de los historiadores, pronto quedó claro que aquel solar había sido en su día la llamada Villa de Prima Porta, la residencia a la que se había retirado Livia –mujer de Augusto–, tras la muerte de su amado esposo.
La estatua, hoy conservada en los Museos Vaticanos, es una de las más famosas de la época romana. No en vano, se conocen hasta cerca de 150 réplicas de este retrato solemne de Augusto, realizado cuando tenía aproximadamente 36 años. Pese a este último dato, la estatua no sirve para hacernos una idea del verdadero rostro del primer emperador, pues se trata de un retrato idealizado de influencias griegas, claramente inspirado en el Doríforo de Policleto.
La estatua, que tuvo un original en bronce, fue un brillante ejercicio de arte y propaganda política. Además de presentarse al modo de los héroes clásicos –descalzo y acompañado por un cupido, vinculándolo así con Venus–, la imagen lo presenta como jefe militar victorioso, y los numerosos relieves que aparecen en la coraza representan sus victorias en la Galia e Hispania, el sometimiento de los partos y la pacificación de los mares, entre otros de sus logros. Así, la estatua se convertía en una versión tridimensional y comprensible por todos –incluso los iletrados–, de la propaganda que él mismo había redactado en sus Res Gestae Divi Augusti, y en multitud de placas de piedra y bronce repartidas por todo el imperio.