Historia de Iberia Vieja

Los asesinos

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MIENTRAS ESCRIBIMOS estas líneas, los bárbaros del Estado Islámico han mandado otro “mensaje a América”, que hemos visto y oído todos. Arrodillad­os, vestidos de naranja y con un “micrófono de corbata”, James Foley y, apenas unas semanas más tarde, Steven Sotloff, los periodista­s decapitado­s, recitan los desvaríos de sus captores, y luego el verdugo, que habla con acento inglés, les corta la cabeza con un cuchillo de combate de doble filo. Es un ritual macabro y perverso que, sin embargo, fracasa en su objetivo. John el Yihadista, o como quiera que se llame este esbirro del pretendido califa Abu Bakr al-Baghdadi, nos suplica que le tengamos miedo, pero nosotros, testigos de sus salvajadas en prime time, solo podemos sentir tristeza por los que ya no están. Por Foley y Sotloff, que trataron de comprender –tan solo y nada menos– la complejida­d de este mundo y desentraña­rla con sus palabras. LA CATEDRAL DE CANTERBURY Hace unas semanas, estuvimos en Canterbury, capital religiosa del Reino Unido y sede arzobispal. Como todos los amantes de la historia, y, en realidad, como todos los turistas, seguimos la estela de Thomas Becket.

Canciller de Inglaterra y Arzobispo de Canterbury en el siglo XII, el primado se distanció de su viejo amigo, el rey Enrique II, quien, en un intempesti­vo rapto verbal, inspiró su asesinato a manos de cuatro obsequioso­s caballeros. La catedral guarda la memoria de santo Thomas de Canterbury en el rincón de su martirio, y una vela encendida muestra el sitio en el que reposaron sus huesos entre 1220 y 1538, año en el que Enrique VIII destruyó el santuario.

Becket no es el único hijo del Medioevo que fue sepultado en este templo. La catedral de Canterbury custodia también la tumba del Príncipe Negro, hijo del rey Eduardo III. Valiente y pragmático, el príncipe de Gales Eduardo de Woodstock traspasó las fronteras del continente en el marco de la Guerra de los Cien Años y recaló en la Península para prestar apoyo a Pedro I el Cruel en su lucha fratricida contra Enrique de Trastámara. Y,

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