Terrorismo de Estado
El cine histórico con Josemanuel Escribano
PABLO MALO ha dirigido dos películas muy diferentes: Frío sol de invierno (2004) y La sombra de nadie (2006), pasando del delicado retrato familiar al puro terror. Y tras un par de capítulos de la serie Hispania, la leyenda, sorprende ahora con esta crónica, cercana al docudrama, de uno de los asuntos más turbios y dolorosos de la reciente historia española.
Tras unos impactantes títulos de crédito, que nos anticipan lo que está por llegar, la película abre en un estudio de radio del País Vasco. Junto al locutor, las hermanas de Lasa y Zabala hacen un llamamiento a la reconciliación, al respeto y a la paz. La escena es actual, pero inmediatamente la pantalla va a recorrer distintos momentos en torno a la España de los años 80 del pasado siglo. En 1983, Joxean Lasa y Joxi Zabala, antiguos integrantes del comando Gorki de ETA, se encuentran en la localidad francesa de Bayona. Se mueven en un entorno relati- vamente acogedor, aunque se saben vigilados por la policía española; habían formulado sendas peticiones de asilo político, pero las autoridades francesas solo les concedían permisos de residencia, reiteradamente renovados. Y en octubre, repentinamente, se producen distintos ataques de grupos armados, que culminan con el secuestro de ambos jóvenes. DESAPARICIÓN DEFINITVA Son los GAL –Grupos Antiterroristas de Liberación–, y en principio no hay ninguna referencia, ninguna noticia, ninguna reivindicación. Los familiares y amigos tratan de encontrarlos, y se desesperan cuando la evidencia del secuestro se hace indiscutible y también, poco a poco, la realidad de una definitiva desaparición. Casi año y medio después, en enero de 1985, aparecen en Bussot, un pueblo de Alicante, los restos de dos personas que parecen haber fallecido de muerte violenta. Han sido enterrados en cal viva, con lo que su identificación resulta casi imposible; los forenses encuentran señales de golpes y balazos en los cuerpos, pero la policía lo atribuye a un ajuste de cuentas entre bandas mafiosas y da el caso por cerrado.
Tuvieron que pasar otros diez años para que un inspector, consiguiera la identificación de los maltrechos cadáveres; las fichas dentales y los exámenes de ADN demostraron que los restos correspondían a Lasa y Zabala. Y comenzó entonces una dura lucha para tratar de descubrir a los autores del secuestro, la tortura y la muerte de ambos. La película se desarrolla con un montaje de dramáticos flash-backs que recuperan los terribles acontecimientos, a la par que muestra cómo el abogado de las familias, Íñigo Iruin –un muy convincente Unax Ugalde en la ficción–, trata de desenmascarar a los culpables. Así van apareciendo las figuras del coronel Rodríguez Galindo y el