Historia de Iberia Vieja

El ejército castellano adaptó lo mejor de las tácticas musulmanas: emboscadas, falsas huidas y golpes de mano

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ga estaba muy bien defendida por tres fortalezas. La primera de ellas al norte de la ciudad, logró ser tomada al asalto, y desde allí el Marqués de Cádiz con 5 bombardas machacó Gibralfaro. Sin embargo, abierta una brecha, Cádiz se lanzó al asalto sólo para ser rechazado. Tampoco las minas, consistent­es en cavar túneles bajo las murallas de la ciudad y luego hundirlos para que se llevaran consigo dichas murallas, dieron resultado. No obstante, Ramírez de Madrid logró derribar una de las torres al combinar una mina con un cañón que disparó dentro de ella. Al-Zagal organizó otra fuerza desde el este del reino para socorrer Málaga, pero Boabdil, desde Granada, le atacó evitando que llegara. Al final, Málaga se rindió el 20 de agosto, y en un caso excepciona­l pero terrible en esta guerra, los 3.000 soldados de la guarnición y toda la población fue vendida como esclava, rentando 56 millones de maravedíes extras a las arcas de Castilla. Como se consumiero­n 129.000 fanegas de trigo en el asedio que duró 135 días, el ejército castellano estaría formado por unos 12.000 soldados y 3.000 monturas. EL FIN DEL ZAGALY BOABDIL En 1490 ya sólo quedaba la propia Granada bajo control musulmán, pero Boabdil, con poco sentido, renunció a su alianza con Castilla y trató de organizar una revuelta en Guadix. Fernando partió desde Córdoba, talando y saqueando entre mayo y septiembre toda la vega de Granada. Boabdil, demasiado débil, solo pudo emboscar a destacamen­tos aislados y tomar Alhendin, Marchena y Alboloduy. Ya en 1491 se dio la campaña final, en la que Fernando desde Sevilla marchó a Baena y penetró en la vega de Granada. Durante 8 meses, los castellano­s se limitaron a bloquear la ciudad para que se rindiera por hambre, después de que una parte del ejército arrasara las Alpujarras, para privar de comida a la ciudad. Los únicos choque de importanci­a se produjeron cuando Isabel se aproximó para ver la Alhambra el 18 de junio, o cuando el 14 de julio un incendio arrasó el campamento castellano, organizand­o Boabdil sendas salidas. Sin embargo, para su consternac­ión, en octubre Fernando organizó otro campamento en Santa Fe, esta vez una auténtica ciudad, lo que le convenció de que los castellano­s no cejarían. Así, con su caballería reducida a 300 jinetes, y a cambio de un señorío en las Alpujarras finalmente Boabdil se rindió en noviembre, entrando los Reyes Católicos en Granada el 2 de enero de 1492. Al final de la guerra, el ejército castellano adaptó lo mejor de las tácticas musulmanas, basadas en las emboscadas, las falsas huidas y los golpes de mano, y lo combinó con los avances administra­tivos y técnicos de la cultura occidental, que hicieron surgir una nueva infantería que triunfaría en Europa durante los siguientes 150 años.

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