La auténtica historia de Alan Turing
El cine histórico con Josemanuel Escribano
MÁQUINA ENIGMA Alan Turing –interpretado primero por Alex Lawther y después, en su madurez, por un impresionante Benedict Cumberbatch– forjó su personalidad en el internado de Sherborne, en Dorset, donde empezó a destacar por su facilidad para las matemáticas y la ciencia… y también los crucigramas y todo tipo de puzles. Y fue precisamente esa habilidad la que lo condujo hasta Bletchley Park, al norte de Londres: la instalación militar desde la que el ejército y los servicios secretos ingleses trabajaban intentando desentrañar los secretos del código de la máquina Enigma que utilizaban los alemanes para sus comunicaciones.
Turing es reclutado por el comandante Alastair Denniston –un sombrío Charles Dance en la película–, director del Servicio de Códigos del gobierno, y Stewart Menzies –el siempre eficaz Mark Strong–, jefe del MI6. Pronto encabeza un reducido y muy especializado equipo formado por matemáticos, especialistas en criptografía y, por supuesto, campeones en resolver crucigramas, como la única mujer del grupo, la encantadora y fiel Joan Clarke –Keira Knightley–, que se convertirá en amiga íntima de Turing y su principal apoyo.
Todos juntos trabajan incansablemente, apremiados por la incesante ofensiva alemana y por la presión del gobierno, que espera resultados con urgencia y que amenaza con disolver el equipo y destruir La Bomba, la máquina diseñada por Alan Turing para descifrar los mensajes –los miles de documentos– que cada día eran interceptados y almacenados, pero nunca comprendidos. Hasta que, casi por casualidad, apareció el elemento decisivo, los caracteres –dos palabras que, irónicamente, siempre habían estado ahí: “Heil Hitler”– que permitieron que los complicados engranajes de la máquina,