Historia de Iberia Vieja

Aquí hay historia: El castillo de Blanca de Borbón

La fortaleza occitana de Blanca de Borbón

- JESÚS ÁVILA GRANADOS

Tras la caída de Montségur (1244), sólo quedaban unos cuantos castillos en tierras occitanas vinculados con el Reino de Aragón, entre los cuales se hallaba el de Puilaurens, fortaleza a modo de nido de águilas elevada sobre un acantilado de vértigo entre las poblacione­s de Rennes-le-Chateau y Carcasona. En ella, se alojó doña Blanca de Borbón (1336-1361), noble francesa y reina consorte de Castilla, la primera y, según la ley canónica, única esposa legítima de Pedro I el

Cruel, en su viaje hacia España. En tierras hispanas fue repudiada, encarcelad­a, ultrajada y, finalmente, asesinada por orden de su esposo. Pero sigamos el orden de los acontecimi­entos…

En nuestro periplo por las fortalezas occitanas relacionad­as con el catarismo, llegamos a Puilaurens, donde un cartel grabado en madera dice: Torre de la Dama Blanca. Este robusto torreón está relacionad­o con Doña Blanca de Borbón, la única esposa legítima del monarca castellano Pedro I el Cruel, que, en su viaje hacia España, residió siete días en esta fortaleza.

El Mont Ardu, antiguo nombre de la montaña donde se erige el castillo de Puilaurens, es mencionado por primera vez en 958, en una carta según la cual Lothaire concede a la abadía de Sant Michel de Cuxá el prebostazg­o de esta fortaleza. El castillo se alza como un faro de piedra grisácea a 700 metros de altitud. La más fotogénica de las fortalezas cátaras del Languedoc domina sobre una altiva colina de roca grisácea el profundo valle de Boulzane, sobre los tejados del pueblo de Lapradelle, y es todo un ejemplo de la arquitectu­ra militar del medioevo. La torre del homenaje es la construcci­ón más elevada del castillo, pero no la más antigua, aunque se alza sobre un recinto anterior a la cruzada albigense.

La conquista por los cruzados tuvo lugar en 1250, y el monarca Luis IV de Francia, un lustro después, mandó al senescal de Carcasona la fortificac­ión de Puilaurens. En el acuerdo de Corbail (1258), este castillo ocupó el primer puesto entre las fortalezas francesas que defendían la frontera frente a Aragón, al norte de los Pirineos. Al año siguiente Puilaurens fue ocupado por una guarnición, al frente de un tal Odon de Montreuil, con 25 sargentos y un capellán castrense. Después, en tiempos de Felipe III el Atrevido (1270-1285), se llevaron a cabo los últimos cambios en esta fortaleza para definir el soberbio aspecto que hoy tanto nos asombra. Hasta el Tratado de los Pirineos (1659), este castillo tuvo que resistir varios asedios de los ejércitos españoles; luego sería rebajado y ocupado por una escasa guarnición de mortes-payes (“veteranos”).

Su patio de armas, de planta pentagonal, alcanza los 1.500 metros cuadrados. Se encuentra debidament­e protegido por una elevada muralla y dos torres. Puilaurens era un recinto inexpugnab­le; por las entrañas, además, bulle todo un laberinto de galerías subterráne­as, de los siglos XII y XIII, a través de las cuales sus defensores se movían como peces en el agua, y cuevas naturales en las que los perfectos cátaros y los magos del Temple celebraría­n sus ritos de iniciación.

La parte más antigua del castillo es la zona de paso que nos conduce hacia la Torre de la Dame Blanche, probableme­nte anterior al siglo XIII y así llamada en memoria de Doña Blanca de Borbón, que descansó en esta for-

La parte más antigua del castillo nos conduce

hacia la Torre de la Dama Blanca, así llamada en memoria de Doña Blanca de Borbón

taleza durante su viaje a España, para encontrars­e con su futuro esposo, el monarca castellano Pedro I el Cruel.

ACUERDO MATRIMONIA­L Durante las Cortes de Valladolid de 1351, se presentó formalment­e una embajada francesa para acordar los términos del enlace real. Fue entonces cuando se acordó que la elegida sería la hija mayor del duque Pedro I de Borbón, la princesa doña Blanca, sobrina del rey de Francia de la estirpe de san Luis, que tenía 16 años.

El 2 de julio de 1352 se firmaba el tratado de alianza entre Francia y Castilla, así como el contrato matrimonia­l, ratificado cinco días más tarde en Francia por rey Juan II. El 4 de noviembre del mismo año el rey Pedro hacía lo mismo en Castilla. El monarca francés se comprometí­a a pagar en calidad de dote de Blanca la suma de 300.000 florines de oro de la siguiente forma: 25.000 florines en la siguiente Navidad; otros 25.000 al abandonar Blanca el reino de Francia; y 50.000 cada año, el día de Navidad, hasta completar la cifra acordada. El monarca castellano, por su parte, se comprometí­a a otorgar las villas de Arévalo (Ávila), Sepúlveda, Coca (Segovia) y Mayorga (León), así como sus rentas en calidad de usufructo a su futura esposa.

Blanca de Borbón había nacido en 1339 en la localidad francesa de Vincennes (Val del Marne), cerca de París, hija del duque Pedro I de Borbón, bisnieto de Luis IX, San Luis de Francia, y de Isabel de Valois, a su vez nieta de Felipe III el Atrevido de Francia. Su hermano mayor y único varón, Luis, era el heredero de su padre.

MÁS AMORÍOS Doña Blanca tardaba en llegar. El camino de Francia a Valladolid era largo; y, en su itinerario, se quedó una semana en el castillo de Puilaurens. Don Pedro mataba el tiempo que faltaba para recibir a su joven esposa con mozas de la gleba, sin peligro alguno para su voluntad. De ahí que don Juan Alfonso de Alburquerq­ue, ayo de Pedro I y canciller mayor de Castilla, hiciera un apaño mientras se producía la llegada de doña Blanca de Borbón. El valido contaba con una familia adicta, la de los García de Padilla, e invitó a doña María de Padilla, joven agraciada, pequeña de cuerpo pero vivaracha y de graciosos andares, para que

pasara unos días en su casa de Sahagún, haciéndole compañía a su mujer, mientras él se hallaba con las partidas del rey.

Una vez aposentada la joven en la casa de don Alfonso, éste llevó allá al rey don Pedro y lo puso delante de doña María. El flechazo fue simultáneo. El rey no volvió a dejar nunca a doña María, la única mujer que quiso. En esto llegó un heraldo anunciando que doña Blanca de Borbón estaba ya en Castilla y que era saludada al grito de “¡Viva la reina doña Blanca!”. Don Pedro acogió la llegada de doña Blanca con rostro iracundo y quiso romper de inmediato el compromiso. Pero su madre, doña María de Portugal, y el de Alburquerq­ue insistiero­n sobre la convenienc­ia de la boda, pues no estaba Castilla en condicione­s de enemistars­e con la corte de Francia.

Poco después, el 3 de junio de 1353, en la iglesia de Santa María la Mayor de Valladolid, don Pedro I contraía ma- trimonio con doña Blanca de Borbón, actuando como padrino don Juan Alfonso de Alburquerq­ue. Sin embargo, la boda apenas duró 48 horas; al tercer día, el monarca castellano dejaba a su joven esposa plantada, marchándos­e a Castrojéri­z con su verdadero amor: María de Padilla.

Al ver que los Padilla ganaban el favor del rey, el de Alburquerq­ue se marchó a Portugal. Mientras, la reina doña Blanca, desconoced­ora de la trama, fue detenida en Arévalo y después llevada presa a Valladolid, donde fue custodiada por un tío de la Padilla, Alfonso de Hinestrosa, paradójica­mente la persona más íntegra que haya desfilado por la rocamboles­ca vida de don Pedro I.

UN FALSO JURAMENTO El rey volvió a enamorarse, en esta ocasión de una viuda, Juana de Castro, cuyo marido, Diego de Haro, hacía un par de años que había fallecido. Para desposarse con ella, el monarca tuvo que jurar que nunca se había casado con Doña Blanca, la francesa, alegando que su matrimonio había sido anulado por infidelida­d de la infanta. Se produjo luego un simulacro de boda. Don Pedro no tenía límites, y a la mañana siguiente dejó a doña Juana compuesta y sin novio, no volviéndol­a a ver más. Cuando el pontífice Inocencio VI se enteró de la farsa, protestó ante la corte de Castilla por mediación de su nuncio.

La inocente princesa francesa seguía recluida en Valladolid, sin contar con la menor estima del monarca castellano. Las mujeres pucelanas no dudaron en echarse a la calle pidiendo su libertad… pero el rey seguía con sus líos de faldas.

El valido del rey falleció en Medina del Campo, mandado envenenar por el propio Pedro I, y su cadáver, putrefacto,

La boda apenas duró 48 horas. El monarca castellano dejó a su joven esposa por su verdadero amor: María de Padilla

no fue enterrado hasta la rendición del Cruel en Tordesilla­s. Pedro I logró escapar de la encerrona con su tesorero, el judío Samuel Leví, y llegar a caballo a Segovia. Mientras tanto, la princesa doña Blanca era conducida a Toledo, y allá se fueron los infantes bastardos, quienes protagoniz­aron una carnicería en el interior de la judería. Poco después llegaba el monarca al frente de una abundante tropa. Los bastardos lograron salir de la imperial ciudad y el monarca pasó a cuchillo a los cómplices de sus hermanastr­os. Entre tanto, doña María de Padilla dio a luz a otra niña, Isabel, en Tordesilla­s.

Después el rey se enamoró locamente de doña Aldonza Coronel, mujer de Alvar Pérez de Guzmán; y, tras hábiles astucias, logró que se rindiera a sus encantos. Su otra amante, María de Padilla, que residía en el Alcázar, hacía la vista gorda, y se dice que el monarca llegó a casarse con ella en secreto.

LOS ÚLTIMOSTIE­MPOS Doña Blanca de Borbón fue trasladada al castillo episcopal de Sigüenza (Guadalajar­a), donde permaneció cuatro años. Después de Sigüenza, fue llevada a Jerez de la Frontera, luego a El Puerto de Santa María y, finalmente, a Medina Sidonia, donde un ballestero la asesinó por orden de su esposo, en 1361. El cadáver recibió sepultura en el monasterio de San Francisco de Jerez de la Frontera, y el sepulcro con sus restos mortales permaneció en la capilla mayor de la iglesia del citado cenobio hasta que la reina Isabel la Católica ordenó su traslado al altar mayor.

Pedro I falleció ocho años después en Montiel, en el curso de un combate con su hermanastr­o Enrique, y con la ayuda del caballero francés Bertrand Duguesclin, quien de este modo vengaba también el asesinato de Doña Blanca de Borbón.

Un ballestero asesinó a Blanca de Navarra por orden de Pedro I el Cruel en 1361. Ocho años después, el mismo rey sería asesinado

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Puilaurens desde la lejanía.
Perfil de la fortaleza occitana de Puilaurens desde la lejanía.
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LaTorre de la Dama Blanca es una de las piezas del castillo cátaro de Puilaurens.
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 ??  ?? Doña Blanca de Borbón nació en la fortaleza francesa de Vincennes.
Doña Blanca de Borbón nació en la fortaleza francesa de Vincennes.
 ??  ?? Sepulcro de Doña Blanca de Borbón.
Sepulcro de Doña Blanca de Borbón.
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En este refectorio se celebraron las Cortes del año 1351 en la ciudad de Valladolid.
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Rosetón del convento de San Antón, en Castrogeri­z (Burgos).

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