Los coches de Franco
La gama alta del dictador
Cuando están a punto de cumplirse cuarenta años de la muerte de Franco, podemos caer en el error de creer que su figura ha sido objeto de estudio desde todos los puntos de vista posibles. Sin embargo, hay aspectos de su vida personal y cotidiana que son muy pocos conocidos y que merecen ser rescatados del olvido para tener una visión del franquismo desde un enfoque diferente. Es el caso de los coches exclusivos que empleó en sus desplazamientos oficiales y privados, muchos de los cuales todavía se conservan en España. Con el paso del tiempo estos vehículos se han convertido en auténticas joyas anheladas por acaudalados coleccionistas privados y museos de todo el mundo debido a su alto valor histórico.
Durante la Guerra Civil, Franco utilizó un camión Ford 85 de fabricación norteamericana, modificado para que pudiera servir de puesto de mando móvil. Con ese fin se montó en la caja de la parte trasera un amplio habitáculo diseñado por Carde y Escoriaza, empresa zaragozana especializada en la fabricación de material rodante ferroviario. Transformado en una autocaravana militar equipada con algunos lujos para que el general pudiera vivir en ella durante sus visitas al frente, el vehículo entró en servicio en 1938. Todo su interior estaba forrado en madera, con el suelo cubierto por una mullida moqueta tejida en la Real Fábrica de Tapices. En la parte delantera se instaló una estrecha cama metálica encajada entre los paneles laterales de la carrocería. También había un sillón de cuero y un escritorio sobre el que se instaló un teléfono de campaña. Según algunos testimonios, en esta mesa Franco habría firmado el último parte de la Guerra Civil, aquel famoso documento que comenzaba diciendo, “En el día de hoy, cautivo y desarmado el Ejército Rojo…”. Un sofá cama
donde dormía su ayudante y un armario empotrado completaban la decoración. En la parte trasera una puerta daba acceso a un pequeño cuarto de baño, equipado con una ducha de agua caliente y un lavabo plegable de plata fabricado en París.
Este camión pintado de color caqui prestó servicio hasta el final de la guerra, siendo asignado a partir de entonces al parque móvil de uso personal de Franco. Relegado del cometido para el que originariamente fue diseñado, el vehículo acompañó al dictador en sus partidas de caza y pesca a las que era tan aficionado. Con el paso del tiempo fue olvidado en las instalaciones de los acuartelamientos del Palacio de El Pardo sufriendo los rigores de la intemperie, hasta que en el año 2000 fue restaurado por la Unidad de Mantenimiento de la Guardia Real. Hasta fechas recientes el Ford 85 se exhibía en las dependencias de la Sala Histórica del Cuartel de El Rey en el Pardo, pero en la actualidad ha sido devuelto a los talleres para someterlo a una completa revisión.
EL REGALO DE HITLER A principios de la década de los años cuarenta del siglo XX, Franco se había
A principios de la década de los cuarenta del siglo XX, Franco se había asentado en el poder de una España sumida en la posguerra
El equipamiento de lujo incluía cadenas para la nieve para sus neumáticos y un juego de seis maletas de viaje
asentado en el poder de una España sumida en la posguerra. En el exterior, los ejércitos de Hitler asolaban Europa, presagiando una época de sombras sobre el Viejo Continente. Por razones de afinidad política el régimen franquista mantuvo una política de alineamiento con la Alemania nazi que a punto estuvo de implicar a nuestro país en el bando de las fuerzas del Eje durante la Segunda Guerra Mundial. Fruto de estas buenas relaciones, el Führer quiso agradecer a Franco el apoyo recibido con un regalo muy especial.
El Mercedes Benz 540 G-4 W31 fue un impresionante vehículo diseñado por los ingenieros de la marca alemana en los años treinta para cubrir las necesidades de la Wehrmacht de contar con un coche de representación de alta gama con cierta capacidad todoterreno que pudiera ser usado por los jerarcas del III Reich en paradas militares o con motivo de celebraciones especiales. Equipado con un motor de ocho cilindros en línea y 115 caballos de potencia, capaz de mover a sesenta y siete kilómetros por hora las casi cuatro toneladas que tenía de peso, este elegante descapotable de seis ruedas con tracción a los dos ejes traseros contaba con un amplio espacio interior y tres filas de cómodos asientos tapizados en cuero negro. Dotado de innovadores avances tecnológicos como una sofisticada suspensión, servofrenos hidráulicos y acelerador en el volante, los primeros vehículos salieron de la cadena de montaje entre los años 1937 y 1938. El equipamiento de lujo de este singular vehículo incluía cadenas para la nieve diseñadas especialmente para sus neumáticos y un juego de seis maletas de viaje hechas a medida por la emblemática marca Karl Baisch que encajaban perfectamente en el maletero.
Uno de estos impresionantes Mercedes fue elegido por Hitler para agasajar a Franco con motivo de su cumpleaños, onomástica que se celebraba el 4 de diciembre. La prensa de la época se hizo eco de la noticia y en su edición del 7 de enero de 1940 el diario La Vanguardia incluyó el titular “El Führer regala al Caudillo un automóvil”, para después
continuar diciendo “…Se anuncia que dentro de unos días será traído a Barcelona para ser reexpedido a Madrid, un magnífico automóvil que el Führer regala al Generalísimo Franco”. Acompañado por una felicitación personal de Hitler, el vehículo llegó al puerto de Barcelona a principios de 1940, continuando viaje por carretera por sus propios medios hasta Madrid. Posteriormente Franco escribió una carta dirigida al líder nazi en la que se expresaba en los siguientes términos, “Le agradezco profundamente los cordialísimos deseos que tiene a bien consignar en su afectuosa carta del 28 de noviembre. Este espléndido y delicado obsequio, que tan íntimamente me ha conmovido, será objeto de mi particular estima”.
El 24 de enero de 1940 el embajador alemán Eberhard von Stohrer, antiguo piloto de carreras y gran aficionado a los coches, hizo entrega a Franco del Mercedes 540 G-4 en una ceremonia oficial
que tuvo como escenario el patio nevado del Palacio de Oriente. Sin embargo, este magnífico coche nunca fue del agrado de Franco que lo usó en contadas ocasiones, especialmente en batidas de caza cerca de su residencia oficial, pero nunca en actos oficiales ni en desfiles.
Esta joya automovilística también se exhibe en perfecto estado de conservación y luciendo su pintura original en las dependencias del garaje de la Sala Histórica del Cuartel de El Rey. Es el único 540 G-4 W31que ha conseguido sobrevivir en estado original al paso del tiempo de los cincuenta y siete coches de esta serie fabricados por la mítica marca alemana. Después de llegar a un acuerdo con Patrimonio Nacional, entidad propietaria del vehículo, en el año 2001 fue sometido a una exhaustiva y completa revisión en las instalaciones del Mercedes Benz Classic Center de Stuttgart. En el transcurso de la misma fue desmontado por entero para proceder a trabajos de conservación, manteniendo todas las piezas originales a la hora de llevar a cabo de nuevo su ensamblaje, completado en el 2004.
Para hacernos una idea del valor económico que podría alcanzar este coche en el mercado, en el 2009 un coleccionista privado puso a la venta en Estados Unidos tres de estos vehículos, restaurados con componentes modernos, por un precio total de nueve millones de dólares. En el caso del Mercedes de Franco, y teniendo en cuenta su estado original, superaría con creces esa cantidad, precio al que habría que añadir su incalculable valor histórico. LIMUSINA BLINDADA El 4 de diciembre de 1942 entró en servicio un Mercedes Benz 770K Pullman Limousine adquirido por el Ejército español como coche de representación para los desplazamientos oficiales del general Franco. Conocido como Gross Mercedes, “Gran Mercedes”, este vehículo incorporaba los últimos avances tecnológicos de la época, como un motor de aleación ligera de ocho cilindros en línea con compresor capaz de desarrollar ciento cincuenta caballos de potencia más otros setenta y cinco adicionales, cinco velocidades, frenos hidráulicos servo asistidos, tacógrafo o faros orientables, equipamiento que la industria automovilística de nuestros días publicita como revolucionarias innovaciones aplicadas a los coches actuales. Con un peso de más de cuatro toneladas, estaba protegido con un blindaje de acero de dieciocho milímetros y gruesos cristales antibala de cuarenta milímetros. Como dato curioso, contaba con un limitador de velocidad a ochenta kilómetros por hora, tal y como advertía en alemán una placa colocada en el salpicadero. A mayor velocidad no hubiera habido frenos capaces de detener el peso del coche.
Con un peso de más de cuatro toneladas, estaba protegido con un blindaje de acero y gruesos cristales antibala