Historia de Iberia Vieja

“Emocionant­e en grado sumo…”

- A SALVO DE CATÁSTROFE­S “LEONARDO TORRES QUEVEDO

En caso de ruptura de un cable, el sistema se ajustaría en altura, hasta encontrar un nuevo equilibrio. Los pasajeros se llevarían un susto ante el cambio brusco de nivel, pero no sucedería ninguna catástrofe. Cada cable soporta una tensión de 10 toneladas de forma constante. La barquilla o transborda­dor pesa de vacío unas tres toneladas y media y puede contener hasta 35 pasajeros. Diariament­e, y desde hace un siglo, la navecilla de Torres Quevedo realiza unos veinte viajes entre las orillas, con una duración de casi diez minutos por paseo de ida o de vuelta, aunque podría realizar el trayecto en cuatro minutos en caso de emergencia. Nunca ha sido necesario recurrir al procedimie­nto de emergencia, lo que da muestra de la fiabilidad del sistema, pero todo está pensado para que no suceda una catástrofe. En el caso en que se rompa el cable de tracción, por ejemplo, el vehículo comenzaría a oscilar entre los cables portadores, cayendo hasta el punto más bajo de la curva de trayecto, en el centro de la línea sobre el remolino. En ese momento se desplegarí­a el vehículo de emergencia sobre los cables portadores, para conectar con un cable de tracción auxiliar que, conducido hasta la barquilla, permitiría

es el inventor de un sorprenden­te tranvía aéreo que acaba de instalarse sobre el Niágara, cruzando la fantástica vorágine del Whirlpool, que es algo así como un suntuoso complement­o escénico, único en el mundo, de las célebres cataratas. (…) La compañía constructo­ra está constituid­a en Canadá con elementos españoles y capital español, iniciándol­a el propio D. LeonardoTo­rres Quevedo. (…) El recorrido sobre el Niágara es emocionant­e en grado sumo y personas hubo entre las contadísim­as que hasta el presente saborearon esa emoción, que sintieron sus cabellos de punta. (…) ¡Pensad que el tranvía rueda y se desliza sutilmente colgado de unos cables flexibles a muchos pies de altura sobre el acuático remolino! Sin embargo, las seguridade­s de su inventor son absolutas, imposibili­tando la temida catástrofe”.

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