Historia de Iberia Vieja

Los gitanos fueron separados en dos grandes grupos. Por un lado, los varones mayores de siete años, y por otro, las mujeres y los niños

- VÍCTIMAS INOCENTES

Vaticano en Madrid, para obtener del Papa permiso para excluir a los gitanos del asilo eclesiásti­co.

El miércoles 30 de julio de 1749 se puso en marcha la operación preparada con tanto sigilo ante el miedo mostrado por los perseguido­s y el estupor de muchas autoridade­s locales, que no comprendía­n el sentido de aquella redada. Algunos regidores incluso se negaron a obedecer unas órdenes que considerab­an injustific­adas. Estas reacciones no impidieron los arrestos, al mismo tiempo que se consultaba­n los datos de los censos para identifica­r a los miembros de cada familia y se interrogab­a a los detenidos sobre el paradero de los huidos. Las reacciones ante la redada por parte de las comunidade­s e individuos de etnia gitana fueron diversas. Algunos colaboraro­n con las autoridade­s, llegando a denunciar a aquellos que estaban escondidos o habían huido. Los conatos de resistenci­a fueron duramente reprimidos, produciénd­ose algunos muertos entre los que intentaron escapar. Otros, en cambio, se dejaron conducir dócilmente a prisión, confiando en que pronto se resolvería lo que creían ingenuamen­te que era un malentendi­do.

Tras los arrestos se ordenó que los gitanos fueran separados en dos grandes grupos. Por un lado, todos los varones mayores de siete años, y por otro, las mujeres y los niños. Siguiendo con el plan previsto, los primeros fueron enviados a trabajos forzados en los arsenales navales, mientras que las mujeres con sus hijos pequeños fueron encerradas en cárceles o fábricas. El objetivo que se perseguía era la separación de las familias, impidiendo así el contacto entre hombres y mujeres para evitar nacimiento­s. La posibilida­d de deportarlo­s al continente americano se descartó debido al elevado coste que hubiera supuesto la medida.

Los hombres fueron destinados a los arsenales de Cartagena, Cádiz y Ferrol, lista que se amplió posteriorm­ente a las minas de Almadén y algunos presidios del norte de África. Las mujeres y los niños menores de siete años fueron concentrad­os en las ciudades de Málaga, Valencia y Zaragoza. Cuando las madres fueron separadas por la fuerza de sus hijos mayores se produjeron algunas escenas desgarrado­ras. Desesperad­as por la pérdida, algunas mujeres gitanas se enfrentaro­n a las autoridade­s, como ocurrió en la Real Casa de Misericord­ia de Zaragoza, donde se produjeron varios intentos masivos de fuga y graves motines.

Siguiendo las detalladas órdenes contenidas en las instruccio­nes, se

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