Historia de Iberia Vieja

Carlos III, el nuevo rey, les concedió el indulto, pero la lentitud de la burocracia del régimen absolutist­a impidió su aplicación inmediata

- Fernando VI y su esposa, doña Bárbara de Braganza.

restituir a sus propietari­os los bienes que les habían sido confiscado­s y vendidos en subasta. Mientras la situación empeoraba por momentos, el ministro del rey eludió su responsabi­lidad, culpando del caos generado a la gestión de sus subordinad­os.

La solución definitiva a los graves problemas humanitari­os y sociales causados por la Prisión general ordenada contra los gitanos no llegó hasta pasados varios años.

Actuando con independen­cia de las órdenes llegadas desde la Corte, los arsenales liberaron a algunos grupos en 1763. Ese mismo año Carlos III, el nuevo rey, les concedió el indulto. Sin embargo, la lentitud de la burocracia del régimen absolutist­a impidió su aplicación inmediata. Hubo que esperar al 6 de julio de 1765, cuando la Secretaría de Marina emitió la orden de liberar inmediatam­ente a todos los gitanos que aún permanecía­n presos.

Sin embargo, en algunos lugares el indulto se demoró demasiado. El 16 de marzo de 1767 recobraron su libertad dos gitanos que hasta entonces habían trabajado en las obras de construcci­ón del camino que atravesaba la Sierra del Guadarrama. No fueron los últimos. Algunos trabajador­es forzosos de etnia gitana de los arsenales de Cádiz y Ferrol tuvieron que esperar hasta 1783, treinta y cuatro años después del inicio de La gran redada.

Del estudio de los documentos de aquella época se puede determinar el número aproximado de individuos que fueron apresados, cifra que rondaría las ocho mil personas, sin contar las que consiguier­on escapar y aquellas que no fueron incluidas en los listados debido a la confusión de los primeros días. Por el contrario, es imposible determinar cuántos murieron al resistirse a la detención o durante su cautiverio.

La gran redada no puso punto final a la persecució­n de los gitanos en España. Cuando en 1772 se discutió la aprobación de una nueva legislació­n contra la población gitana, se hizo referencia a las medidas emprendida­s contra ellos en 1749 durante el reinado de Fernando VI. Fue Carlos III quien ordenó que fuese retirada esa mención del texto, pues “… hace poco honor a la memoria de mi hermano”. A pesar de los esfuerzos de algunos gobernante­s por esconder ciertos hechos, la vergüenza permanece imborrable en la memoria de los pueblos.

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