La vida… bueno, el sexo
LA HISTORIA DEL SEXO Y DE LAS RELACIONES HUMANAS ÍNTIMAS SON UN REFLEJO DE CADA ÉPOCA. Hay tópicos, porque podemos pensar que la moralidad evolucionó siempre y cada época es más desarrollada que la anterior; en realidad hay momentos mucho más avanzados en el pasado de lo que nos creemos y luego se volvió atrás. Así es la vida: se sube, se baja, se va adelante y se va para atrás, aunque el resultado global sea ascendente… Como todo en la vida, es necesario ver las cosas en perspectiva.
En muchas ocasiones, la postura social respecto al sexo tenía que ver mucho con la situación de las mujeres. Cuanto más igualitaria ha sido esa posición, más avanzadas han sido las sociedades y también las relaciones íntimas entre los dos sexos, porque el avance de la mujer ha tenido una influencia directa en relación a la apertura de la sociedad y cuanto mejor están ellas, menos caduca y castradora es la moralidad. Las cosas han mejorado, pero evidentemente quedan infinitos caminos de igualdad por recorrer, aunque a medida que se logren estos avances se logrará más normalidad en cuanto al sexo. La vida oculta de los reyes es también un reflejo del machismo histórico. Ésta no siempre ha sido idílica. Es cierto que los reyes han tenido más que nadie, y que sus posibilidades eran ilimitadas, pero también lo eran las normas que tenían que seguir. Entre otras cosas, habían asumido como una exigencia casarse con quien le decían porque el matrimonio formaba parte de su trabajo y las uniones estaban más dirigidas por los intereses políticos que por los intereses del corazón. Además, el régimen moral imperante y ver que estaban clavados en ellos los ojos de toda la población –que para ellos eran súbditos–, hacía que todo tuviera que ocurrir de puertas para adentro y con un sentimiento de vergüenza. Todo ello y más provocó situaciones incomprensibles en las casas reales y por eso la historia de los reyes está llena de secretos de alcoba, dentro de las cuales ocurría aquello que ni ellos mismos podían creer ni admitir, pese a sentir que su poder les convertía en dioses que podían hacer lo que les diera la gana.
No todo ha cambiado, pero algo se ha avanzado. En este sentido Alfonso XIII fue el primer rey “moderno”. Evidentemente, él pensaba que su trabajo no era tal y que en realidad los reyes no tienen ninguna obligación más que visitas protocolarias, alguna inauguración o reuniones intrascendentes. Así que tiró por la calle del medio e hizo lo que le dio la gana. En contra de lo que hicieron sus predecesores no se escondió demasiado para hacerlo. Y nosotros nos divertimos al contarlas y leerlas. Vivió en una época compleja para España, tomó sus decisiones oficiales –acertadas o no–, pero al mismo tiempo quiso disfrutar de su cargo gracias a un tren de vida que sólo los marajás pueden permitirse. Le gustaban las fiestas, las actividades lúdicas y las mujeres. Dejó hijos por todo el país. Y además, tenía unos gustos sexuales que para una época mojigata como la suya podían parecer desviados, pero su posicionamiento al respecto estuvo claro: vive y deja vivir. Sin esa postura suya hoy no podríamos recordar las risas que aún generan sus actos ni explicar cómo se convirtió en uno de los padres de la pornografía en España. A él, por entonces, no se le inmutaban los bigotes por su acercamiento al “lado ocuro” de la vida…