Historia de Iberia Vieja

Entre Canuta Lucía y

- EL TIEMPO

y la moda también matan los nombres propios. Además, los matan con especial crueldad, golpeándol­os con humillació­n. Porque llamarse hoy Canuta, Ursicio, Auxibio o Parmenia, aparte de una rareza, sería también –en el caso de los más jóvenes– un sinónimo de chanza.Y es que hoy esos nombres, y muchos otros, ya no caben en la pila bautismal, pero hace un siglo resultaban hasta habituales entre los recién nacidos.

Un reciente estudio del CSIC ha venido ahora a recordarno­s los nombres más frecuentes de nuestros abuelos y además ha puesto el acento en el hecho de que entonces las mujeres tenían nombres más originales que los varones. “El varón representa­ba la continuida­d de la familia, la propiedad, el negocio… y el nombre venía más determinad­o, era menos variable”, destaca Isabel Fernández, técnica de investigac­ión del CSIC.

A principios del siglo pasado los diez primeros nombres de niños suponían el 39,3% de todos los nombres de niños y en las niñas solo el 29,3% (José, Antonio, Manuel, María, Carmen y Josefa). A partir de los años sesenta, los más comunes entre las chicas llevaban María (María del Carmen, Ana María), mientras que en los niños era José el que componía buena parte de los nombres.

Hoy los diez nombres más populares de niñas (María, Lucía, Paula, Laura, Marta…) suman solo el 21,9% y Parmenia y Canuta han pasado a mejor vida.

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