La primera casa de los neandertales
Expedición
se descubrió en el sur de Francia la cueva de Bruniquel. Contenía dos anillos de estalagmitas dispuestos en círculos, que habían permanecido ocultos a los ojos de la humanidad durante decenas de miles de años. Veinticinco años después, un completo estudio internacional, publicado por la revista Nature, ha arrojado luz sobre este misterioso hallazgo. Según los especialistas, las estalagmitas sumarían unos 175.000 años de antigüedad, es decir, provendrían de la época en que los neandertales se enseñoreaban del Viejo Continente.
La construcción, formada por 400 estalagmitas –2,2 toneladas de piedra dispuestas en sendos círculos, uno de ellos de seis metros de ancho– se encuentra en lo más profundo de la cueva, a 336 metros de su boca, lo que confirma que los neandertales no dudaban en adentrarse en estos recintos.
Una cuestión que se plantean los expertos es el objeto con que levantaron este “mausoleo”. Su carácter ritual o simbólico avalaría la tesis de que su organización social era más avanzada de lo que se creía. No obstante, aun concediendo la importancia del descubrimiento, Antonio Rosas, del CSIC, sostiene que la antigüedad de los restos hace que debamos explorar la posibilidad de que estas formaciones sean un mero producto de la Naturaleza, fruto, por ejemplo, de un terremoto. La expedición Domínguez–Escalante fue la última gran misión exploratoria emprendida por los españoles en lo que hoy es territorio de Estados Unidos. Tuvo lugar en 1776 con el propósito de establecer una ruta de comunicación y comercio estable entre la Villa de Santa Fe, en Nuevo México, con el presidio de Monterrey, en California. Recorrió un vastísimo territorio, en un viaje que duró seis meses y cubrió cerca de tres mil kilómetros de inhóspitos desiertos, valles frondosos e infranqueables cadenas montañosas, atravesando la región que hoy ocupan los actuales estados de Nuevo México, Colorado, Utah y Arizona. Ahora, Miraguano Ediciones publica la crónica de aquella odisea, con el título