Castaños y Wellington entablaron una sincera amistad, que inspiró a la Regencia para intentar convencer al Lord de que aceptase el trono
nacido en 1758 y fue otro de los grandes héroes de la Guerra de la Independencia, no solo por su brillante victoria en Bailén, sino porque previó la maniobra de Napoleón para invadir nuestro país y fue el artífice de la alianza anglo-hispana al firmar, junto al general Dalrymple, gobernador de Gibraltar, un compromiso por el cual se deberían socorrer y prestar ayuda mutua ante los franceses.
Castaños y Wellington entablaron una sincera amistad, lo que pudo inspirar a la Regencia para intentar convencer al Lord de que aceptase el trono. El principal escollo era, como señalaba La Gaceta Diaria de Londres, que Wellington “Castaños hizo caer con mucha delicadeza la conversación sobre este punto, preguntando a Su Señoría cuál era su opinión acerca de la conducta de Bernadotte en haber mudado su religión por la corona de Suecia. Su Señoría respondió que un deber para con una nación era, a su parecer, supremo sobre cualquier otra cosa, y que no asemejaba, sino una aquiescencia razonable en todo hombre el adoptar la religión de un pueblo con tal que fuera la fe cristiana, cuando el pueblo le llamaba de la vida privada para ponerle, a él y a sus descendientes en un trono”.
Pero, como ya sabemos, Fernando VII El deseado no tardó en instaurar de nuevo el absolutismo dentro de nuestras fronteras, por lo que la historia que relatamos en estas páginas jamás llegó a su término. El Duque de Wellington no se sentó en el trono español…