Las acciones de las autoridades para atraparlo resultaron infructuosas por su gran pericia y su conocimiento del terreno
Excomulgado en 1610, los sucesos se precipitan y varios miembros de la cuadrilla de Pere son apresados y ajusticiados. A finales de 1610 Rocaguirnarda se encuentra solo y sin el esperado indulto que pudiera hacerle cambiar de vida y con las autoridades esforzándose cada vez más por estrechar el cerco sobre él.
Parecía que la vida de Pere Rocaguirnarda estaba destinada a las manos del verdugo pero, por fin y de forma casi milagrosa, llegó el indulto. Este consistía en aceptar el exilio sirviendo a las milicias reales, costumbre que imperaba en el siglo XVI y que surtía de soldados para defender el Imperio Español.
Pere se acogió a dicho indulto y en octubre de 1611 marchó a Nápoles a servir como oficial del ejército español, salvándose así de una más que probable muerte o un largo cautiverio.
Parece ser que como capitán del ejército español, Pere Rocaguirnarda hizo valer tanto su valor como sus dotes de mando y tan bien le fue la vida militar a este antiguo bandolero que hay constancias de que en 1635 continuaba ejerciendo su condición de capitán en Nápoles, aunque se desconoce el año de su muerte. Es posible que la fama de este hombre llegara en aquellos años hasta Cervantes, quien lo definiría destacando sus buenas cualidades para militar puesto que era disciplinado y al mismo tiempo bondadoso.
Hasta tal punto impresionó al insigne escritor que decidió, como se ha dicho al principio de este artículo, inspirarse en él para crear a Roque Guinart, el bandolero que aparece en la segunda parte de El Quijote y el cual acompaña a Don Quijote y Sancho Panza a Barcelona escribiendo a sus propios amigos para pedir ayuda para el caballero y su escudero.
El hecho de haber inspirado un personaje de Don Quijote de la Mancha le ha granjeado a este antiguo bandolero catalán –no tan famoso como otros bandoleros españoles– la condición de inmortal e, incluso, en Barcelona hay un pequeño callejón cerrado con verja muy cercano a la Plaça del Pi que lleva su nombre. Según parece, cuando Pere visitaba Barcelona se alojaba justo en ese enclave y por eso el callejón lleva su nombre...