Historia de Iberia Vieja

Según la CIA LOS HITOS DE LA TRANSICIÓN

Tardaremos siglos en analizar todo lo que la CIA dice sobre España, aunque una cosa está clara: los servicios de Inteligenc­ia vigilaban y tutelaban todo lo que ocurría en nuestro país y en más de una ocasión los agentes secretos dieron una versión de los

- BRUNO CARDEÑOSA

Entre los 13 millones de documentos de la CIA que se han puesto a disposició­n del público no se encuentran –y es que no fueron desclasifi­cados en su momento– los elaborados por la División de Operacione­s, donde están cifrados y expuestos los relativos a las acciones llevadas a cabo por agentes y espías en todo el mundo. Sin embargo, hay suficiente­s escritos para confirmar que el relato de la Transición que todos hemos aceptado no es del todo real. Según se deduce de esos escritos, el proceso fue dirigido y orquestado desde Estados Unidos con el concurso de Inglaterra y otros países europeos que se aseguraban con esa dirección que las cosas fueran como los cánones mandaban y no como el pueblo quisiera.

El Rey y los dos primeros presidente­s fueron apoyados desde Washington, en donde parecían dictar qué es lo que tenía que ocurrir para contener determinad­as ideologías que no servirían para llevar a cabo lo planificad­o y una Transición suave, que rompiera con el pasado pero sin rendir cuentas de ese pasado.

Aquí vamos a repasar algunos acontecimi­entos de este periodo de tiempo que construyó –a veces, todo hay que decirlo, en contra de la autopista diseñada desde afuera– la España de hoy en día, con sus virtudes y defectos. La Transición, por desgracia, no fue tan espontánea como da la sensación de que fue.

EL ASESINATO DE CARRERO BLANCO

A la CIA no le gustaba Carrero Blanco, pese a que considerab­a que era el máximo candidato a sustituir a Franco tras su muerte. Además, la CIA tenía miedo de que fuera el hombre que quisiera colmar y llevar a buen puerto las ambiciones atómicas de España. En los documentos de la CIA queda bien claro que Carrero Blanco no era del gusto de la Casa Blanca, y que su autoritari­smo y sus creencias religiosas medievales pudieran llevar al traste la intención de conseguir una Transición pacífica y a su gusto.

Sin embargo, en ninguno de los documentos se deja intuir la existencia de participac­ión de la CIA en el asesinato de Carrero Blanco. Sabemos que fue cosa de ETA –aunque hasta 11 días después la CIA no lo admitió en uno de sus escritos– pero la sofisticac­ión del atentado que hizo volar por los aires el coche del primer ministro español ha hecho pensar que ETA tuvo

una ayuda exterior, sobre todo cuando en aquella época la banda terrorista aún no estaba en condicione­s de ejecutar un crimen de esas caracterís­ticas. “No hay pruebas de que haya sido un sabotaje”, dice un telegrama de la CIA emitido apenas horas después del asesinato. “Parece”, señala ese escrito, “un accidente por culpa de una fuga de gas”. Da la sensación de que ese informe es una broma pesada… ¿Oculta algo?

Cuando fue escrito ya se sabía que la causa de la muerte de Carrero Blanco era un atentado, que el jefe de la diplomacia norteameri­cana, el siniestro Henry Kissinger, cuyo nombre aparece ligado en estos documentos a los peores crímenes contra la humanidad, le cogió volando a su casa procedente de Madrid. El magnicidio se cometió a muy pocos metros de donde se había alojado….

Con la muerte de Carrero Blanco el 20 de diciembre de 1973, la CIA limpió el camino preparado para España y allanó la llegada de Juan Carlos I al poder. También la CIA considerab­a vital que miembros del poder militar más suaves que Franco alcanzaran cuotas importante­s pero Carrero Blanco era un tapón para ese plan.

LA MUERTE DE FRANCO: LO PREPARARON TODO

Los documentos de la CIA certifican que cuatro meses antes de la muerte de Franco se creó un Grupo de Trabajo liderado por el político Gabriel Cisneros que tenía por objeto diseñar la ruta a seguir por todas las autoridade­s para que las cosas salieran como se debía. Estos informes insisten mucho en la necesidad de que las autoridade­s de Estados Unidos sean condescend­ientes con el hecho y que estén presentes en el funeral, y a ser posible que el presidente del país o la primera dama se desplace a Madrid cuando se produjera la inevitable noticia que, sin embargo, se demoró más de lo previsto.

La CIA contaba para la informació­n de lo que ocurriera con sus propios agentes pero también con un informante el primera línea, el periodista José Mario Armero, el presidente de la agencia de noticias Europa Press, que ofrecía a la embajada todas las noticias sobre el estado de salud de Franco. En esa comisión de trabajo se planificó la

“No hay pruebas de que haya sido un sabotaje”, dice un telegrama emitido horas después del asesinato de Carrero Blanco. “Parece”, señala ese escrito, “un accidente por culpa de una fuga de gas”

duración de los funerales y homenajes. La CIA, además, se aseguró de que apenas unos días después se produjera la toma de posesión de quien habían elegido allende de los mares como sucesor: Juan Carlos I.

COMUNISTAS ¡NO! PERO…

En los documentos de la CIA queda claro que la agencia no quería comunistas en España; es por ello que, según se demuestra, Felipe González era la gran apuesta de Washington para cubrir el espectro de izquierda que se requería. En el plan de la Transición se deseaban dos grandes fuerzas políticas –una de izquierda y otra de derecha– que pudieran alternarse en el poder pero que huyeran de “radicalism­os”, de modo que Madrid nunca contradije­ra los caminos de lo políticame­nte correcto.

La CIA considerab­a que la violencia era igual entre la llamada extrema derecha y extrema izquierda. Sin embargo, la agencia consideró adecuada la legalizaci­ón del Partido Comunista de España ante las primeras elecciones de la democracia, en 1977. Sin dejar de apoyar a otras fuerzas de izquierda se decidió “aprobar” a los comunistas de Carrillo, ya que había confesado que admitía la presencia de tropas norteameri­canas en España y se había negado a la instauraci­ón en España de un régimen socialista porque, según los informes de la CIA, el histórico líder político creía que tal cosa podía provocar inestabili­dad. Sus “buenas” intencione­s fueron definitiva­s para que el PCE fuera legalizado.

LA MATANZA DE ATOCHA

El asesinato de cinco abogados en su despacho de la calle Atocha fue un antes y un después. Aun habiendo pasado más de 40 años de aquel hecho todavía hay mucha oscuridad sobre lo ocurrido. Como recogimos en nuestra revista, agentes de la CIA nos confesaron que habían participad­o en la matanza y que proporcion­aron las armas necesarias a los asesinos. Además, varios jueces italianos llegaron a hacer investigac­iones en las que se determinab­a que la Red Gladio, una suerte de ejército paralelo de la OTAN y la estrategia de la tensión –provocar atentados que hicieran echar las culpas a una ideología política determinad­a– estaba presente también en España.

En los informes dados a conocer ahora se cita que la matanza puede agravar el peligro de un Golpe de Estado y se dice que la derecha puede causarlo con la ayuda de algunos miembros de los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado, que eran leales al antiguo régimen y a políticos como Manuel Fraga, de quien la CIA renegó por autoritari­o y tener unas ideas que podían poner en riesgo el proceso, pese a que después Fraga formó parte del equipo que redactó la Constituci­ón. La CIA escribió en sus mensajes que se necesitarí­an de 12 a 20 años para estabiliza­r el país debido a los riesgos de fractura –es decir, que la Transición duraría hasta 1987 o 1995–, también provocados por las fuerzas populares que pedían la condena y ruptura con la época anterior en la que se habían producido vulneracio­nes de los derechos humanos. En su conjunto, se ve que la CIA buscaba una Transición que fuera también un borrón y cuenta nueva con el pasado.

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En el sentido de las agujas del reloj, Franco con Arias Navarro y con el almirante Carrero Blanco, víctima de un atentado de ETA el 20 de diciembre de 1973; y Santiago Carrillo, que asistió a la legalizaci­ón del PCE el 9 de abril de 1977. En la otra...
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