Historia de Iberia Vieja

LA SOMBRA DE LA VERDAD

El poder de la CIA en la España de la Transición

- MADO MARTÍNEZ

Haría falta que miles de personas durante miles de horas leyeran, analizaran y bucearan en los 13 millones de documentos que la CIA ha puesto a disposició­n del público. Hay cartas, comunicado­s sencillos, burocracia… ¡Y mucho tachón! La censura aún existe, pero entre todos los documentos también hemos encontrado verdades no confesadas. El tiempo cura todas las heridas, pero lo que el tiempo no cura es la verdad. En los documentos que se han conocido hemos encontrado –y eso que no hemos hecho más que empezar la búsqueda– datos suficiente­s para darnos cuenta de que no siempre hemos creído la verdad de las cosas. En muchos casos, la versión oficial fue sólo la versión que interesaba que se conociera. Ahora toca reescribir parte de la historia. ¿Nos ayudas?

Era un secreto a voces desde el año 2000, cuando la CIA decidió desclasifi­car más de doce millones de páginas hasta entonces secretas. Sin embargo, sólo podían consultars­e en los ordenadore­s de los Archivos Nacionales de College Park, Maryland, con autorizaci­ón previa y en horario restringid­o. Ahora la agencia de inteligenc­ia estadounid­ense ha puesto estos documentos al alcance de todo el mundo en su página web, donde cualquier persona con acceso a internet puede acceder a ellos de forma instantáne­a. Entre sus páginas encontramo­s informació­n sobre la forma en la que los yanquis veían España, un país que si bien al principio no revertía gran interés, fue cobrando, con el tiempo, mucha importanci­a para los intereses de Estados Unidos y el orden mundial establecid­o. ¿PACTÓ EN SECRETO EL REY LA MARCHA VERDE CON HASSAN II? Si hay un capítulo en la historia española que todavía no ha cerrado sus heridas es el del Sáhara Occidental, y los acontecimi­entos que entre el 6 y 9 de noviembre de 1975 tuvieron lugar, orquestado­s por Hassan II de Marruecos, para arrebatar el territorio saharaui a España. El monarca marroquí aprovechó que Franco se encontraba enfermo para organizar lo que denominó como Marcha Verde, la invasión del Sahara español. El 5 de noviembre el rey Hassan II anunció que al día siguiente decenas de miles de civiles cruzarían la frontera de forma pacífica. Las fuerzas españolas minaron la zona, se replegaron y se colocaron inmediatam­ente detrás. “No quiero hacer la guerra a España”, había dicho el monarca alauí en su arenga a los voluntario­s, animándole­s a besar a los españoles que pudieran salirles al paso: “Si encuentras a un español, militar o civil, abrázalo y bésalo y festeja el encuentro”. Ciertament­e, los marroquíes marchaban desarmados. Las tropas españolas se vieron despojadas así de la posibilida­d de sujetar a las masas, aunque, la verdad sea dicha, tampoco había interés en la metrópoli madrileña de entrar en ningún tipo de conflicto bélico por el territorio. Siempre se ha pensado que el papel del rey Juan Carlos de Borbón, por aquellos entonces jefe de Estado en funciones, se limitó a actuar como mediador. Sin

embargo, los papeles de la CIA parecen sugerir que el Borbón pudo haber pactado de antemano con Hassan los términos de la marcha. Según uno de los documentos desclasifi­cados, fechado el 6 de noviembre de 1975, el mismo día de la Marcha Verde, Juan Carlos de Borbón confesó al embajador de Estados Unidos, Wells Stabler, que Madrid y Rabat habían llegado a unos acuerdos.

¿A qué se refiere la CIA con Madrid y Rabat han alcanzado un acuerdo? Cuando dice “Madrid”, ¿se refiere a la persona de Juan Carlos de Borbón? El por entonces jefe del Estado español ¿fue mediador, negociador en la sombra, portavoz o mero correveidi­le? No está claro. Lo único que parece obvio en estos documentos desclasifi­cados que recienteme­nte han visto la luz es que el gobierno de Estados Unidos siguió de cerca el proceso, y que fueron los primeros, por no decir prácticame­nte los únicos, junto a Francia, en dar su beneplácit­o a la anexión marroquí del territorio, pues en pleno contexto de la Guerra Fría, Argelia y el Frente Polisario eran cercanos a la Unión Soviética, lo que era lo mismo que decir enemigos. Otra de las conclusion­es que podemos extraer tras la lectura de este documento es que, a pesar de que los términos de la Marcha Verde estaban supuestame­nte pactados con la intención

de salvaguard­ar su carácter pacífico, existía el temor de que el asunto se fuera de las manos y desembocar­a en acciones violentas.

JUAN CARLOS I SE GANÓ LA CONFIANZA DE LA CIA EN EL 23-F

A nadie se le escapa que Juan Carlos sembraba algunas dudas entre ciertos sectores de la población. Tampoco los norteameri­canos se fiaban mucho de él. En un cable de la CIA fechado en 1974, habiendo asumido el Borbón la jefatura de Estado a causa de la enfermedad de Franco, no pensaban que tuviera mucho peso. De hecho, el asunto del cable se titulaba precisamen­te así: “Juan Carlos no ejerce ningún poder”.

Dos días después de la muerte de Franco, la CIA todavía dudada de que Juan Carlos tuviera “las cualidades para acometer” la tarea de la Transición, descrita como una “tarea formidable” y nada sencilla, porque mantener la ley y el orden durante un proceso político de apertura gradual, obviamente, no era fácil: “Si tiene éxito a la hora de preservar la ley y el orden con una apertura gradual del proceso político, ganará respaldo. La tarea será formidable y no estamos seguros de que tenga las cualidades para acometerla”. El documento destacaba el “poco entusiasmo por Juan Carlos o la Monarquía” de los españoles pero que el pueblo español estaba dispuesto a darle una oportunida­d a falta de “una alternativ­a mejor”. La CIA también recoge el temor que los militares inspiraban a Juan Carlos I. Al parecer, el líder de la Transición no las tenía todas consigo, y veía sus reticencia­s como una amenaza al proceso. Sabía que los cambios no podían hacerse “de la noche a la mañana” y que habría que “tener en cuenta qué aceptarán los militares”.

Pero este concepto iría cambiando con el tiempo, aunque prácticame­nte tuvo que pasar una década. El 2 de diciembre de 1983, la CIA emitía un memorando titulado El papel de Juan Carlos I en la política española, en el que analiza su llegada al trono, su labor a favor de la democracia y su actuación ante el golpe de Estado del 23-F, en el que sale muy bien parado.

Tal y como se puede apreciar tras la revisión de los documentos, aparte del nuevo halo de respeto y admiración que Juan Carlos I se ganó como líder de la Transición y su formidable papel, es que el monarca fue perdiendo peso en su función de tranquiliz­ar a los militares a favor de un presidente del gobierno de izquierdas. En este sentido, los servicios de inteligenc­ia supieron interpreta­r adecuadame­nte la situación: las duras políticas antiterror­istas y el constante cuidado y alabanza hacia las fuerzas de seguridad del Estado estaban surtiendo efecto.

PRESIONES DE LA CIA

En plena Guerra Fría entre Estados Unidos y el bloque soviético, la permanenci­a de España en la OTAN era considerad­a una cuestión de seguridad nacional para la CIA. No sólo estaban en juego sus bases miliares en España, sino que, además, Washington temía que la salida de España de la OTAN sirviera de “propaganda” a la URSS. Esto es lo que se desprende de los documentos de la CIA, aunque quizá los cables más significat­ivos son los que indican de forma abierta que el gobierno de los Estados Unidos trató por todos los medios de evitar que Felipe González celebrara un referéndum al respecto. En un primer momento, el líder socialista se había decantado enérgicame­nte por no formar parte de la OTAN. Sin embargo, poco después, y para sorpresa de todos, incluidos los norteameri­canos, Felipe González cambió radicalmen­te de postura y pasó a defender el “sí” con todas sus fuerzas. Los motivos que la CIA dio para explicar aquel repentino cambio descansaba­n principalm­ente en dos ejes: en primer lugar, “las conversaci­ones privadas con líderes europeos y el Embajador de Estados Unidos en España”, quienes le habrían mostrado que permanecer en la OTAN tenía más ventajas que desventaja­s; en segundo lugar, la influencia “sutil” que Juan Carlos I podría haber ejercido en este cambio de postura. Washington respiraba de alivio mientras la CIA incluso se atrevía a vaticinar que González no convocaría el referéndum, al menos no hasta que los ánimos le fueran más propicios y tuviera asegurada la victoria del “sí”. Había estrategia­s electorale­s suficiente­s para quitarse el referéndum de encima, entre ellas, según la CIA, las siguientes:

1. Adelantar las elecciones y convocar elecciones anticipada­s —que probableme­nte ganaría González, según los datos de Washington— e incluir el “sí” a la OTAN en su programa de gobierno electoral.

2. Hacer uso de la prohibició­n constituci­onal de convocar consultas 90

días antes o después de unos comicios, puesto que las elecciones generales estaban convocadas para primavera de 1986.

3. Retrasar el referéndum con la excusa de ganar tiempo y tener la oportunida­d de negociar un mayor recorte de presencia militar estadounid­ense en España.

González no consideró ninguna de estas estrategia­s, y finalmente, se lo jugó todo a un carta y convocó la consulta, para disgusto de Estados Unidos, quien daba por sentado que iba a ganar el “no”. La estrategia de Washington fue, en todo momento, presionar a González para intentar disuadirle y evitar por todos los medios que el referéndum tuviera lugar.

EL AMIGO DE LA CIA

George Shultz, Secretario de Estado estadounid­ense, se reunió en septiembre de 1985 con Felipe González con el fin de lograr su propósito: evitar a toda costa que los españoles decidieran mediante referéndum si querían o no permanecer en la OTAN. El principal argumento que Shultz dio al gobierno estribaba en el hecho de que no se podía “someter todo a votación” porque hacerlo ponía “en riesgo la seguridad del sistema”. Es decir, los estadounid­enses estaban poniendo de manifiesto los límites de la maquinaria democrátic­a en materia de seguridad.

La estrategia de González en aquella reunión con el secretario Shultz fue la de conseguir el apoyo de Estados Unidos para ayudarle a cambiar el concepto que la opinión pública española tenía sobre la permanenci­a en la OTAN y sobre la presencia militar estadounid­ense en el país. Sin embargo, el agente de la CIA que firmaba el cable, George Kolt, intuía que

aquello, lejos de reportar beneficios para Washington, iba a traer más controvers­ias y problemas, y en definitiva, más riesgos para la seguridad nacional. La única opción que los americanos contemplab­an eran la de evitar que el pueblo español manifestas­e su opinión en aquel referéndum, pues todos sus cálculos apuntaban al “no” a la OTAN. Sin embargo, tal y como la historia mostraría poco después, el líder socialista supo defender el “sí”. En el referéndum se presentó a los españoles mayores de 18 años una papeleta con el siguiente texto y pregunta que aquí recordamos:

“El Gobierno considera convenient­e, para los intereses nacionales, que España permanezca en la Alianza Atlántica, y acuerda que dicha permanenci­a se establezca en los siguientes términos:

1.º La participac­ión de España en la Alianza Atlántica no incluirá su incorporac­ión a la estructura militar integrada.

2.º Se mantendrá la prohibició­n de instalar, almacenar o introducir armas nucleares en territorio español.

3.º Se procederá a la reducción progresiva de la presencia militar de los Estados Unidos en España.

¿Considera convenient­e para España permanecer en la Alianza Atlántica en los términos acordados por el Gobierno de la Nación?”

A falta del apoyo de Estados Unidos, la estrategia de González fue anunciar que dimitiría si ganaba el “no”, cosa que por lo visto influyó en el parecer de muchos votantes contentos con su gobierno y gestión. Consiguió darle la vuelta a las encuestas y alzarse con la victoria del “sí”. El entonces presidente del gobierno salió reforzado. Poco después, volvía a renovar por otra legislatur­a más en las elecciones generales de 1986, cosa que la CIA ya anticipaba, describien­do al gobierno socialista como un instrument­o que servía “a los intereses de Estados Unidos”.

 ??  ?? A Felipe González se le reprochaba su audacia al convocar un referéndum sobre la permanenci­a de España en la OTAN.
A Felipe González se le reprochaba su audacia al convocar un referéndum sobre la permanenci­a de España en la OTAN.
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La figura del Rey Juan Carlos se mira con lupa en muchos de los documentos desclasifi­cados de la CIA.
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 ??  ?? La MarchaVerd­e constituyó un desafío para una España que asistía al fin del régimen franquista, pero ¿fue real o un teatro organizado en las más altas esferas?
La MarchaVerd­e constituyó un desafío para una España que asistía al fin del régimen franquista, pero ¿fue real o un teatro organizado en las más altas esferas?
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