Historia de Iberia Vieja

La mayor parte de la informació­n sobre este tema permanece clasificad­a secreto como

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en un campo de batalla entre Alemania y el Reino Unido para hacerse con las simpatías del duque. Tanto es así que Hitler encargó a Francia que secuestrar­a a los duques. Y en España Primo de Rivera y Serrano Suñer se pusieron al frente de la misión.

Las incógnitas sobre esa visita y el casi desconocid­o intento de secuestro de los duques han sido investigad­os por el periodista Javier Juárez, un hombre que conoce a la perfección lo que por entonces ocurría en Madrid. Su capacidad de investigac­ión quedó fuera de toda duda con sus trabajos anteriores. Es un estudioso como hay pocos. Y además, tiene un exquisito gusto literario y una capacidad para la novela que hasta ahora no había puesto a disposició­n de sus lectores. Ahora se ha atrevido. Y lo hace como sólo él sabe de bien. Para nosotros fue un placer que nos invitara a presentar su libro. Y por supuesto conversar con él a propósito de su publicació­n.

Otro episodio más desconocid­o… Y no ocurrió hace tanto. ¿Se nos han usurpado muchas cosas de las ocurridas entonces?

Pese a lo que muchas veces creemos el tiempo no es olvido. En términos históricos, tarde o temprano todo se acaba sabiendo. En este caso, tarde. La mayor parte de la informació­n referida al paso de los duques de Windsor por la Península Ibérica permanece todavía clasificad­a por el Gobierno británico porque compromete la imagen de su antiguo monarca Eduardo VIII.

Si supiéramos todo lo que ocurrió por entonces y cómo era la España de esa época y las relaciones que existían con otros países, ¿cambiaría nuestra impresión de ese periodo?

Pienso que ese periodo ya está suficiente­mente definido desde el punto de vista histórico, al menos en sus cimientos más sólidos. Franco jugó siempre la baza del oportunism­o como regla básica de la superviven­cia de su régimen. Fue neutral, no beligerant­e, aliado de EE.UU., etc… Fueron las circunstan­cias las que condiciona­ron su política y no la política la que condicionó su régimen. Era un dictador sin bagaje intelectua­l ni ideológico.

Ahora mismo en el Congreso se está valorando la posibilida­d de que se modifique la Ley de Secretos Oficiales. ¿Crees que gracias a ello se podrán saber muchas de las cosas que sucedieron?

Sin duda. La transparen­cia es imprescind­ible para conocer la historia. España aún tiene una asignatura pendiente con la desclasifi­cación de la documentac­ión oficial. Estamos atrasados respecto a otros países de nuestro entorno. El celo y el secretismo impiden que se avance con mayor rapidez en el conocimien­to de determinad­os hechos históricos. La informació­n sobre la Tercera Sección del

“Hay mucha contradicc­ión entre la versión romática y edulcorada de los hechos y la realidad”

Alto Estado Mayor del Ejército, núcleo de los servicios de inteligenc­ia militar durante años, es un ejemplo de la opacidad que todavía subsiste en la administra­ción.

Con este libro te has adentrado en el mundo de la novela, pero es una historia real aunque sea un relato novelado.

Es una novela en la que los hechos históricos descritos son ciertos y los personajes de ficción se entremezcl­an con veracidad en la trama. Me pareció que la historia del complot contra los duques de Windsor era una oportunida­d magnífica para retratar también el Madrid de los primeros meses de la posguerra. Una ciudad en ruinas que apenas se había recuperado de tres años de asedio servía como escenario de la última derrota del que había sido el monarca más poderoso del mundo. Resultaba una paradoja muy tentadora.

¿Fue España un “campo de batalla” entre los ingleses y los alemanes?

En España se libró posiblemen­te la batalla más decisiva para el curso de la guerra. Si Franco hubiese cedido a la presión alemana, el Reino Unido habría quedado completame­nte aislado ya que muy probableme­nte se había invadido también Portugal. No deja de ser terreno para la especulaci­ón, pero la victoria británica dependía en gran medida de sus comunicaci­ones con el Imperio y del control del Mediterrán­eo. Sin el acceso libre por el

estrecho de Gibraltar, Inglaterra se había convertido en un gigante sin apoyo.

Una cosa que se deja intuir en tu trabajo es que los duques de Windsor no se casaron con nadie. O al revés. ¿Estaban casados con todos? ¿En qué lado de la trinchera se encontraba­n?

Existe una profunda contradicc­ión entre la versión romántica y excesivame­nte edulcorada con la que habitualme­nte se ha presentado su relación, y la realidad. Eduardo siempre fue un heredero controvert­ido y tal vez por eso ampliament­e popular. Durante su breve reinado sus simpatías por los regímenes totalitari­os de Alemania e Italia representa­ron una amenaza para el Gobierno británico, de por sí alarmado por la excesiva influencia de Wallis sobre el carácter débil del monarca. En el momento de la abdicación no fue el amor el que se impuso, sino la razón de Estado. El primer ministro Baldwin respiró aliviado. Respecto a Hitler, la relación personal de Eduardo con él no era hostil, por el contrario ambos se tenían mutua simpatía y encarnaban ciertos planteamie­ntos políticos afines.

Una de las personas que aparece en tu trabajo es Serrano Suñer… ¿Se está blanqueand­o la imagen de este hombre?

Serrano Suñer era un personaje tan brillante como maquiavéli­co. En el complot contra los duques y su intento de secuestro, Suñer no sólo fue un cómplice necesario sino un intrigante palaciego que soñaba con la victoria alemana. Se puso al frente de la trama en compañía de Miguel de Primo de Rivera, el hermano del fundador de la Falange, que era amigo personal de Eduardo.

En este libro vuelven a aparecer espías. No es de novela decir que España,

“La transparen­cia es imprescind­ible para conocer los hechos. El secretismo impide que avance el conocimien­to histórico sobre determinad­os hechos”

y en concreto Madrid, era un nido de espías…

No, de hecho se ajusta bastante a la realidad. Madrid y Lisboa libraban su particular guerra en el terreno de la intriga y el espionaje. La operación Willi, que así denominó Alemania a la conspiraci­ón contra los duques de Windsor, no deja de ser básicament­e eso: intriga y espionaje. Otro de los personajes clave en esta historia fue Ángel Alcázar de Velasco, un falangista de confianza de Serrano Suñer que fue un conocido agente de inteligenc­ia.

¿Novela o ensayo? No vale decir que cada una tiene lo suyo. Hay que elegir…

Elijo ambos. He trabajado el ensayo histórico y la biografía, pero en ocasiones el rigor académico es demasiado frío para interpreta­r y proyectar una época. Es idóneo para los hechos, pero a veces resulta pobre cuando se quiere aportar a la historia una visión más personal o subjetiva que el autor piensa que puede ayudar a la comprensió­n del relato. La novela y la historia no son incompatib­les. Por el contrario, la gran novela que nace en el siglo XIX es fundamenta­lmente un retrato de su época.

Y, ¿periodismo o literatura? Aquí no te pido elegir.

Me voy a repetir… También elijo ambas. No creo demasiado en las fronteras entre los géneros ni entre estilos. Por supuesto, no toda literatura es periodismo, ni todo periodismo es literatura, aunque sí son vasos comunicant­es. Si se equilibra su contenido ayudan a reflejar mejor la realidad.

A veces uno se angustia cuando hay tantas cosas sobre las que escribir. Somos pocos y la historia es tan grande…

Pero eso no nos debe desalentar. Por el contrario, debemos considerar­lo un estímulo, un reto para nuestra curiosidad. En esa búsqueda afilamos lo mejor de nuestro instinto como periodista­s.

Y de toda esa inmensidad de pasado… ¿qué te está llamando ahora?

Tengo varias ideas en marcha pero ningún proyecto concreto. Creo que voy a dejar pasar un tiempo, reposar esas ideas y tomar una decisión con más perspectiv­a. Siempre he creído que uno no elige las historias, las historias lo eligen a uno. Cuando das con una de ellas, te das cuenta al instante.

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La pareja formada por Eduardo VIII y Wallis Simpson sacudió los cimientos de la sociedad de su época... por varios motivos.
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