¿Sabías que…?
UNO DE LOS PEORES DESASTRES naturales en la región de Murcia durante el siglo XIX fue la riada de Santa Teresa, llamada así porque tuvo lugar el día de su festividad, el 15 de octubre. A la sazón la zona sufría una pertinaz sequía que terminó abruptamente. El nivel del agua llegó a rebasar los diez metros, inundando todo lo que aparecía a su paso, y las víctimas mortales se contaron por centenares (unas 760).
La fábrica de gas de Murcia quedó anegada y la ciudad quedó a oscuras. Las fuertes precipitaciones hicieron que el río Guadalentín se desbordara y otros ríos de la zona sufrieron importantes crecidas. Otras localidades murcianas que sufrieron con todo su rigor la riada fueron Lorca, Cehegín, Cieza, Totana y Librilla. Las inundaciones también se extendieron a la provincia de Alicante, donde Orihuela se llevó la peor parte, con más de un centenar de muertos. No solo las pérdidas humanas fueron calamitosas. Los daños materiales fueron muy cuantiosos, con la pérdida de miles de viviendas y de cabezas de ganado en una España ya de por sí depauperada.
El proverbial espíritu solidario español no se hizo esperar, destacando el caso de un acaudalado cacereño, José María Muñoz, que donó 500.000 pesetas a Murcia y 2.000.000 de reales a Orihuela. En agradecimiento a este filántropo, hay en Murcia una estatua de bronce dedicada a él y otra réplica en Orihuela.
El rey Alfonso XII se dirigió a la zona para mostrar sus condolencias a las víctimas el 20 de octubre. Llegó a la cercana estación de Alcantarilla porque todavía no se había podido restablecer el servicio en la de Murcia. Por mediación del rey hubo una campaña en la prensa para recaudar dinero y solo en Madrid El Imparcial logró reunir 840.000 pesetas con una campaña de suscripciones que se extendió hasta 1884. La reina Isabel II, desde su exilio de París, consiguió recaudar 43 millones de pesetas para paliar el desastre.