Incierta gloria
El 17 de marzo se estrena la última película de Agustí Villaronga, que regresa a la Guerra Civil para recordarnos que más allá de la muerte de las balas, la vida también se asoma en la guerra, con sus contradicciones, sus amores, sus traiciones, con sus ganas de sobrevivir. Aunque sea una vida deshumanizada.
Ya sabemos que la muerte es una invitada tan incómoda como invariablemente presente en la guerra, que no se pierde velada alguna y engulle con su devastador temperamento la personalidad de cualquier otro invitado. Hay un solo cometido en el frente, evitarla como sea, al tiempo que se empuja para que acuda a visitar al enemigo. Pero al mismo tiempo, pese a que susurra en la nuca de quienes tienen la desgracia de vivir en el frente, su presencia permanente no exime de continuar con la vida, tratando de acomodarse a la rutina vital, en la retaguardia. Por supuesto, el trasfondo de una guerra revuelve estas rutinas, perturba la vida hasta el punto de que las habituales pasiones humanas cotidianas afloran con una intensidad y unas contradicciones casi sobrehumanas.
Joan Sales, uno de los grandes escritores de la literatura en catalán, conoció de primera mano estas pasiones desaforadas en un entorno como el de la Guerra Civil, donde estuvo destinado en los frentes de Madrid, Aragón y Catalunya, y fue capaz de plasmarla con perspicacia y calidad en su celebérrima novela Incerta glòria. Basada en este sobrecogedor relato, el director mallorquín Agustí Villaronga compone un lienzo a partir de personajes equívocos, trastocados por la guerra, y también por
El director mallorquín Agustí Villaronga compone un brillante lienzo a partir de personajes equívocos
las pasiones que la escoltan. Enmarcado en el Frente de Aragón, en el año 1937, el filme describe los padecimientos sufridos por un oficial republicano en un periodo temporal de inactividad que se enamora perdidamente de una viuda misteriosa, quien se aprovecha de aquel sentimiento para que le falsifique un documento que la convierte en señora de la comarca. Cuando el mejor amigo del oficial lo descubre, le pide a cambio de no desvelar el fraude que aísle de Barcelona a su mujer y a su hijo, que están sufriendo los bombardeos que hostigan la Ciudad Condal. Este complicado juego de pasiones, engaños y amistad se ve aún más enmarañado por el acontecer de un conflicto tan cruel como la Guerra Civil.
Incerta glòria, es evidente, es un texto de ficción, sin embargo describe con verosimilitud, ampliando el foco sobre unos aspectos y personajes determinados, la sensación especial de tensión que se respiraba en el Frente de Aragón. Como ya hemos señalado en el reportaje precedente, la división laberíntica entre fuerzas nacionales y republicanas del territorio aragonés influyó, y mucho, en la cotidianeidad, los ánimos y la desconfianza que sobrevolaban por la retaguardia. No era para menos. Los constantes bombardeos sobre población civil en las grandes ciudades, las traiciones y ejecuciones sumarísimas y en base a criterios puramente arbitrarios por parte de uno y otro bando generaron una tensión y deseo de venganza atroz. La represión en la retaguardia crecía exponencialmente. La voluntad era destruir al enemigo, y ese objetivo estaba por encima de cualquier ideología. Personalidades como el ugetista Bernardo de Aladrén, el alcalde de Huesca Mariano Cerderera, el célebre escritor vanguardista Ramón Acín o el arquitecto Francisco Albiñana fueron fusilados sin contemplaciones junto a decenas de maestros laicos por las fuerzas sublevadas. Por su parte, la inquina también dominó las pasiones en el bando republicano, cuyas balas acabaron en la retaguardia, sin que mediara una acción bélica propiamente dicha, con terratenientes como Teodoro Albareda, políticos de derechas y, sobre todo, miembros de la Iglesia católica. Algunas cifras son brutalmente sorprendentes, como que en la diócesis de Barbastro fueran ajusticiados más de un 80% de los clérigos.
Sin embargo, en este delicado contexto sigue existiendo la vida, incluso en un entorno deshumanizado hay espacio para sentimientos como el amor. Así se percibe en el libro de Joan Sales, así en la película de Villaronga. No en vano, cuando el director mallorquín describe la novela en que basa su creación asegura que es una novela que podría ser de amor si no fuera una novela de guerra./