Historia de Iberia Vieja

El equipamien­to

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LO PRIMERO QUE ADQUIRIRÍA­N los soldados sería ropa con la que completar la suya propia. Para vestir a los soldados, ya fuera en origen (España) o en destino (Flandes) el gobierno hacía concursos con asentistas en los que se les presentaba un equipamien­to típico que debía proveer en grandes cantidades, como por ejemplo, un millar de equipos iguales. Por ejemplo en 1594 fueron un gabán, calzones, chaqueta, camisa, ropa interior y medias en tan sólo dos tallas, “grande” y “pequeña”.Sin embargo, estos no eran auténticos uniformes, que no aparecería­n hasta finales del XVII, ya que se daba libertad al asentista para elegir el color de sus equipos o incluso diferentes colores dentro del mismo lote de equipos, de modo que éste pudiera sacar más beneficio al poder aprovechar restos de diferentes lotes de telas anteriores. Los únicos distintivo­s aceptados y exigidos eran que se llevara o la cruz de San Andrés, o un pañuelo, bufanda o faja roja, o plumas rojas en el sombrero. En cuanto al calzado, se considerab­a normal que un soldado gastara dos pares al año, debiendo reponerlos de su bolsillo cuando éstos se desgastara­n.

A continuaci­ón venía la adquisició­n del armamento, que estaba más reglado y dependía del tipo de soldado de que se tratase. En principio, la pica era considerad­a la reina de las

batallas (de hecho muchos nobles sirvieron como piqueros a pie, como lo hizo el propio Carlos V en alguna ocasión). Solía alcanzar los 5,5 metros de largo, y estaba formada por un asta de madera de fresno que culminaba en una hoja de hierro. De difícil manejo por su peso (unos 5 kilos) y sobre todo su longitud, era utilizada tanto para crear un bosque de lanzas que impidiera el ataque de la caballería (en ese caso se colocaba apoyada en el suelo en un ángulo de 45 grados con la otra mano en el pomo de la espada, todavía envainada, ya que era frecuente que los jinetes en su carga rompieran la pica y tuviera que recurrir a la espada a continuaci­ón) o contra otros piqueros (en ese caso la pica se asía con las dos manos a la altura de la cadera, en horizontal). Algunos de los piqueros, los llamados coseletes, además estaban protegidos por una armadura compuesta por un yelmo (de menor a mayor protección, un capacete, un morrión o una celada), peto, espaldar, brazales, manoplas y escarcelas en los muslos. En cuanto al casco, el típico morrión de los conquistad­ores con un ala terminada en sendas puntas delante y detrás y coronado por un saliente en la parte de arriba, era en realidad de origen italiano, aunque fue muy utilizado en España y en prácticame­nte todos los ejércitos de Europa. El morrión típicament­e español era distinto, más bien alargado hacia arriba y sin apenas vuelo en el ala, siendo una derivación del capacete castellano. El diseño de ambos cascos estaba pensado para que los golpes de espada y lanza resbalaran sobre su superficie para no llegar a impactar, y el ala o vuelo del yelmo estaba ideado para que al descender el golpe por la superficie del casco no acabara en la cara del soldado, sino que fuera desviado hacia afuera.

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