Refréscame la memoria
Cuando apretaba la sed, la nevera era –y es– el mejor refugio. Hasta que ese invento llegó a nuestros hogares, disponíamos de pozos de nieve, y el hielo de las fábricas hacía las veces de refrigerador eléctrico. En esta ocasión, el padre de la idea no fue un español, sino un francés llamado CharlesTellier, quien trabajó en estos dispositivos a partir de la segunda mitad del siglo XIX y revolucionó el mundo moderno sin que su habilidad lo sacara de pobre.
Si la nevera estaba vacía, podíamos bajar al bar y pedir una mirinda, un refresco de naranja (también tenía otros sabores) netamente español que, aunque ya no se distribuye en nuestro país, fuera de nuestras fronteras sigue gozando de una óptima salud. Alternativa a la gaseosa, se hizo un hueco en nuestras mesas desde que fuera registrada en la Oficina Española de Patentes y Marcas en 1959. Una de sus publicidades rezaba: “Cada gota… más sabor”.
La Coca-Cola es mucho más antigua –¡su historia se remonta a 1886!– y, aunque no es española, comparece en estas páginas por la simpática publicidad de la época, que la presentaba como “la bebida deliciosa” que hacía sentir “frescos” a los consumidores.
Su primer refresco bajo en calorías, sin azúcar y sin cafeína, atendía al sucinto nombre de Tab, y apareció en el mercado en 1963, con la intención de captar al “nicho” femenino, para el que orientaron sus primeras campañas. Bebida ochentera en España, todavía se comercializa en algunas superficies.
Procedente también de Estados Unidos aterrizó Crush, con sabor a naranja y que sigue siendo muy popular en América. En España se empezó a distribuir a finales de los años veinte del pasado siglo hasta mediados de los ochenta, a través de una sociedad radicada en Barcelona.