La ciudad que “creó” al Titanic
SI EL TITANIC puede relacionarse con una ciudad, esa es sin duda la capital de Irlanda del Norte, la urbe industrial y portuaria en cuyos muelles se construyó el mítico coloso del mar. Fue en 1907 cuando Lord Pirrie, entonces presidente de los astilleros Harland & Wolff –todavía hoy en funcionamiento– dio a conocer su sueño de construir una serie de barcos que asombraran al mundo por ser los más grandes y lujosos jamás fabricados. Entre aquellos buques se encontrarían el Titanic y sus hermanos el Olympic y el Britannic, todos destinados a cubrir las rutas de la compañía White Star Line.
Los trabajos de construcción del Titanic se prolongaron por espacio de tres años, entre 1909 y 1912, y en ellos estuvieron empleados más de 15.000 trabajadores, que desempeñaron su labor del amanecer a la puesta de sol, seis días a la semana. El gigantesco transatlántico fue botado en mayo de 1911, pero los trabajos para equipar el navío no culminaron hasta diez meses más tarde, justo a tiempo para su viaje inaugural, que debía llevarlo hasta NuevaYork.
En la actualidad, más de cien años después de aquellos sucesos, todavía es posible rastrear las huellas del Titanic en el barrio portuario que lleva su nombre, y en el que se ubican varios hitos relacionados con su historia. Sin duda el más importante y espectacular de todos ellos es el MuseoTitanic ( http://www.titanicbelfast.com/), un centro de visitantes inaugurado durante el centenario de 2012. Este icónico edificio, que reproduce la altura del transatlántico mientras estaba amarrado en los muelles de los astilleros, está dividido en nueve galerías repartidas por seis imponentes plantas, y en ellas puede escudriñarse hasta el último detalle.
EN BUSCA DE FORTUNA
Apenas a unos metros de distancia se encuentra el edificio que hace cien años ocuparon las oficinas de Harland & Wolff donde ingenieros y arquitectos diseñaron el majestuoso navío. Hoy sigue en pie con el mismo aspecto exterior –restaurado, eso sí–, aunque en la actualidad tiene un uso muy diferente, pues alberga el lujoso Hotel Titanic, inaugurado recientemente.
No muy lejos de allí podemos visitar también el llamado Puerto Seco del Titanic –el más grande del mundo a principios de siglo XX–, donde se realizaron los trabajos de equipamiento del buque y de sus hermanos, el Olympic y el Britannic. En esas mismas dependencias se encuentra también la
gigantesca bomba de agua utilizada para llenar y vaciar el dique.
Las visitas organizadas por el barrio delTitanic –puede recorrerse también por cuenta propia– suelen incluir asimismo un recorrido por el SS Nomadic, el único navío de la White Star Line que sigue existiendo hoy en día. El barco, de dimensiones mucho más modestas que el transatlántico, se diseñó para trasladar a los pasajeros de primera y segunda clase desde el puerto de Cherburgo hasta las aguas más profundas.
RECUERDO DE LAS VÍCTIMAS
Otro buque amarrado de forma permanente en los muelles de Belfast es el HMS Caroline, un navío de la Armada británica que sobrevivió a una de las batallas más terribles de la Primera Guerra Mundial, la de Jutlandia. Hoy permanece amarrado en el muelle Alexandria, y en su interior pueden descubrirse todos los pormenores de aquella batalla.
Un último enclave de la ciudad nos recuerda la estrecha vinculación de Belfast con el Titanic. Se trata del Ayuntamiento de la ciudad, un edificio en cuyo diseño participó también Lord Pirrie, y en cuyos jardines se inauguró en 2012 un memorial en recuerdo a las víctimas del transatlántico: una estructura de nueve metros de longitud en la que aparecen grabados los nombres de todos los fallecidos en la tragedia.