Entre la fauna de grandes proyectos, podría crearse todo un mundo aparte: el de los edificios comenzados pero nunca terminados
su recinto, harto estrecho, y pide como el genial poeta ¡luz!, ¡más luz!…
Tiempo antes, Barcelona también quiso sembrar su semilla “estilo Chicago” para convertirse en la ciudad de los rascacielos europea, incluso por delante de muchas ciudades de los Estados Unidos. La Vanguardia mencionó en su edición del 25 de noviembre de 2009 el descubrimiento de cierto proyecto de rascacielos, que se hubiera localizado en las cercanías de la Plaza de Cataluña, y que dataría… ¡de 1918! El hipotético rascacielos, de 100 metros de altura y cuyo diseño se encargó a arquitectos estadounidenses, hubiera sido una de las construcciones más imponentes de su tiempo. La revista American Architect refirió extensamente este proyecto en su edición del 29 de diciembre de 1920. SE EMPIEZA PERO NO SETERMINA Entre la fauna de grandes proyectos arquitectónicos podría crearse todo un mundo aparte como es el de los edificios comenzados pero nunca terminados. Y, en esa familia, destaca el ejemplo clásico de las catedrales inacabadas. A la catedral de Málaga le llaman “la manquita”, precisamente, porque luce un aspecto que no es el que originalmente estaba pensado. Este gran templo lleva esperando desde el siglo XVIII que se complete su segunda torre y muchos otros elementos arquitectónicos con los que poder mostrar todo su esplendor.
En Cuenca sucede algo similar. Su catedral presenta un aspecto imponente pero dista de ser lo que inicialmente se ideó. Tras sufrir modificaciones de todo tipo, ha terminado sin las torres de aguja ni las grandes fachadas pensadas en el proyecto final. También le falta algo, por no decir bastante, a la Catedral de María Inmaculada de Vitoria, concebida a principios del siglo XX como un inmenso e impresionante templo que iba a convertirse en una de las joyas góticas del todo el mundo, terminó por falta de medios convertida en una sombra del proyecto original, sin grandes torres de aguja ni elevadas naves. Pero, si de gran templo inacabado tenemos que hablar, nada mejor que atender al gran proyecto del austero Juan de Herrera para la Catedral de Nuestra Señora de la Asunción de Valladolid. Este templo herreriano debía haberse convertido en la catedral más grande del viejo continente pero, nuevamente por falta de recursos, apenas llegó a completarse la mitad de lo previsto. Lo levantando es ciertamente impresionante, muy alejado de las tracerías góticas, sin aditamentos superfluos. Es todo fuerza y sobriedad pero, ay, al contemplar su estampa se echan de menos sus cuatro torres originalmente proyectadas, habiéndose levantado a duras penas una de ellas y, encima, con un aspecto que en poco se parece a lo imaginado por Herrera.