Progresiva castellanización
CATEDRÁTICO de la Universidad Complutense de Madrid y miembro de la Real Academia de la Lengua, el autor aborda en este libro las circunstancias políticas y sociales que determinaron la implantación del castellano como lengua principal de América. Su recorrido es cronológico: desde la llegada de Colón hasta la independencia de las colonias y el desarrollo de naciones autónomas. La conquista de América provocó un profundo choque cultural entre los dos pueblos, que agravó la cantidad y diversidad de lenguas que se hablaban en el continente americano. Aunque desde el principio la política iba encaminada a enseñar a los indígenas el castellano, la compleja realidad impidió que esto fuese una prioridad, y más todavía cuando la conquista se asentaba sobre un importante componente evangelizador. Fueron las órdenes religiosas las más implicadas a la hora de inculturizar a los pueblos indígenas, y lo hicieron no imponiendo su lengua sino aprendiendo las lenguas amerindias para enseñar mejor la religión católica. Esto hizo que fueran pocos los indígenas que aprendieran el castellano.
Las cosas cambiaron con la dinastía de los borbones. El espíritu ilustrado se manifestó en nuevas políticas a la hora de gobernar las colonias. Hubo un proceso de mayor control y centralización que se manifestó también en la difusión del castellano. Su enseñanza dejó de ser exclusiva de las órdenes religiosas y se exigió su aprendizaje como una obligación. Sin embargo, cuando se iniciaron en el siglo XIX los procesos de independencia colonial, sólo tres millones de habitantes hablaban castellano. Culminaron la generalización del castellano las nuevas naciones, que lo emplearon para reforzar su unidad lingüística, jurídica y social.
Más que en los contenidos lingüísticos, este libro se centra en la historia política, jurídica y social que posibilitaron que tres siglos y medio después de la conquista se generalizase la castellanización de los pueblos indígenas./