Historia de Iberia Vieja

Los tercios toman Barcelona

Tras la revuelta de los catalanes en 1640, Francia volcó sus esfuerzos en apoyar a los rebeldes y estuvo a punto de expulsar a España de Cataluña. Sin embargo, tras sufrir varias derrotas, los Tercios lograron contener la ofensiva francesa y recuperar Lér

- JAVIER GARCÍA DE GABIOLA

Cuando aconteció la revuelta catalana, España llevaba ya dos décadas inmersa en la Guerra de los 30 Años, una lucha en la que Madrid pugnaba por sostenerse como la principal potencia del orbe. Tras la victoria hispano-imperial de Nördlingen parecía que Felipe IV y su valido el Conde-Duque de Olivares iban a conseguir el triunfo final de los católicos, de modo que la Francia de Richelieu se vio obligada a intervenir en la conflagrac­ión en 1635. Olivares era un político previsor, y ya diez años antes estaba intentando reformar la administra­ción para poder mantener los gastos de defensa del imperio, pero las continuas amenazas exteriores le impedían concluir sus trabajos viéndose forzado a parchear la reforma fiscal y simplement­e sobrevivir. Los fueros catalanes, que impedían la contribuci­ón de Cataluña, fueron uno de los grandes obstáculos (ver recuadro).

LA REVUELTA DE LOS SEGADORS

Finalmente, cuando Francia atacó el Rosellón, el nuevo virrey Santa Coloma logró que Cataluña se comprometi­era a reclutar unos 6.000 soldados catalanes, y finalmente esa cantidad se duplicó durante la recuperaci­ón de Salses. Sin embargo Cataluña llevaba más de 100 años sin ser un escenario bélico y su población no conocía los rigores del paso de un ejército, aunque fuera propio. Muchas de las poblacione­s se negaron a dar alojamient­o a las tropas como era su obligación, y por otro lado estas incurrían en desórdenes y robos, llegándose al extremo de saquear Palafrugel­l, en la costa de Gerona. Con las tropas francesas presionand­o en la frontera, Santa Coloma tenía otras prioridade­s y reprimió las quejas por el comportami­ento de las tropas, llegando a detener al diputado Tamarit. En mayo de 1640, los campesinos de Gerona se sublevaron y empezaron a atacar a los tercios que estaban alojados entre ellos, y en Barcelona se forzó la liberación de Tamarit. El 7 de junio, los rebeldes, mezclados con los segadores que habían acudido a Barcelona para ser contratado­s para labores agrícolas, asaltaron el palacio del virrey Santa Coloma. Este, después de lograr evacuar a su familia y a sus criados, quedó vagando sólo en la playa hasta que fue brutalment­e asesinado. Entonces Pau Claris al frente de la Generalita­t, consciente de las consecuenc­ias de la revuelta, puso a Cataluña bajo la protección de Francia.

La contraofen­siva española fue lenta, y sólo en diciembre de 1640 el ejército español logró plantarse ante Barcelona para ser derrotados por los franco-catalanes en Montjuich. En la ofensiva francesa se perdió todo el Rosellón, región con capital en Perpiñán, actualment­e Francia, al otro lado de los Pirineos, en 1642. La revuelta o la conquista francesa se expandió prácticame­nte a toda Cataluña, aunque Tarragona aguantó varios asedios (1641 y 1644), y tras un forcejeo España logró recuperar Lérida (1644) mientras que Francia retuvo Balaguer (1645), donde quedó el frente principal de guerra.

Los catalanes ya estaban hartos del dominio francés y planearon entregar Barcelona a España

Con el frente estabiliza­do, el nuevo Primer Ministro francés, el Cardenal Mazarino, intentó volcar todos los esfuerzos de Francia en el sector catalán y sacarlo del impasse. Allí envió al Duque de Enghien, el famoso gran Príncipe de Condé que había vencido a los tercios en Rocroi en 1643, y a los imperiales en la segunda batalla de Nordlingen en 1645. Sin embargo, los catalanes ya empezaban a mostrar hartazgo por el dominio francés: en 1645 fue desarticul­ado un complot para asesinar al virrey francés y entregar Barcelona a España y al año siguiente hubo un choque muy sonado entre catalanes y franceses por el control de las defensas de la ciudad. Enfrente, por parte española al mando del Ejército de Cataluña quedó un catalán, Guillem Ramón de Montcada, Marqués de Aytona, asesorado por un veterano apenas conocido hoy en día, pero que fue el artífice de la victoria de Fuenterrab­ía, y de la posterior toma de Barcelona: don Francisco de Orozco y Ribera, Marqués de Mortara. De hecho, Mortara había sido el comandante que defendió el Rosellón aislado durante casi tres años hasta que acabó prisionero de los franceses. Su liberación, precisamen­te este año de 1647, sería vital para el triunfo español en la guerra de Cataluña.

EL GRAN CONDÉ DERROTADO

Felipe IV se encontraba paralizado ya que en octubre del año anterior tuvo que declarar la segunda bancarrota de su reinado, que además coincidió con la muerte del príncipe heredero Baltasar Carlos con tan sólo ocho años. El rey, deprimido y viudo, se refugió en el consuelo espiritual de Sor María de Ágreda y desatendió un tanto los asuntos de gobierno, cuya dirección ahora compartía con Luis de Haro. Así, el inexperto Aytona, empeñado en consultarl­o todo con Madrid no obtenía respuesta mientras que el Gran

En 1648 Francia se volcó en Flandes y en Alemania, de modo que Cataluña quedó relativame­nte inactiva al mando del nuevo virrey

Condé se plantaba el 12 de mayo ante Lérida con 13.600 soldados. La plaza estaba defendida por 2.594 españoles bajo don Gregorio de Brito, el mismo comandante que el año anterior había rechazado brillantem­ente otro ataque francés, y que de nuevo lograría derrotar a Condé causándole 4.000 bajas (ver recuadro). El resto del año ambos ejércitos estuvieron observándo­se, amagando Condé contra Tarragona. Allí estrechó el bloqueo de la plaza al tomar Constantí y Salou. Tuttavilla, el gobernador de Tarragona, con apenas 1.500 soldados intentó recuperarl­as siendo rechazado dos veces. Luego Condé volvió al frente principal donde Aytona le ofreció batalla, que el francés rechazó para poder tomar Ager en octubre, al norte de Lérida.

En 1648 Francia se volcó en Flandes y en Alemania, de modo que Cataluña quedó relativame­nte inactiva al mando del nuevo virrey, el mariscal Schomberg, Duque de Halluin. Enfrente, España también se centró en Flandes y en Italia, donde Nápoles se había rebelado. En Cataluña también cambió de comandante, designando para el puesto a Francisco de Melo, el derrotado de Rocroi, que contaba con apenas 4.200 soldados en la frontera de Aragón una vez quitadas las guarnicion­es de Tarragona, Tortosa y Lérida. Schomberg, en cambio contaba con 9.000 franceses del ejército de campaña con los que marchó al sur, desde el campo de Tarragona y Flix, en junio, a amenazar el reino de Valencia poniendo Tortosa bajo asedio. Melo, al principio intentó distraer a los franceses atacando con su pequeño ejército la zona pirenaica en la Ribagorza y Pallars, tomando Pont de Suert. La Junta de Guerra entonces presionó a Melo para que socorriera la plaza, de modo que se replegó al sur a unirse a un pequeño contingent­e que el Conde de Oropesa, virrey de Valencia, estaba organizand­o en Morella. Sin embargo, el reino estaba siendo arrasado por la peste desde el año anterior, y apenas se pudo reunir a otros 2.500 valenciano­s.

En 1649 Francia se derrumbó debido a los ingentes gastos que había tenido que asumir para mantener la guerra con Madrid

Mientras, Schomberg tomó la plaza de forma sorprenden­te el 13 de julio. Esta, defendida por 1.000 soldados y unos 2.000 milicianos catalanes pudo haber aguantado mucho más, pero un asalto francés les expulsó de un fortín que defendía la puerta de San Francisco y los defensores entraron en la ciudad seguidos de los franceses, antes de que pudieran cerrar las puertas. El resto del año Melo se dedicó a reforzar su ejército y las guarnicion­es, y Schomberg hizo lo mismo, quedando el frente en la línea Tremp, Ager, Balaguer, Arbeca, Castelldan­s, Flix, Miravet y Tortosa, con Tarragona aún española pero aislada en el interior.

LA OFENSIVA FINAL ESPAÑOLA

En 1649 Francia se derrumbó (como a España le había pasado en 1640) debido a los ingentes gastos que había tenido que asumir para mantener la guerra con Madrid y estalló la revuelta nobiliaria de la Fronda contra Mazarino. España aprovechar­ía esta circunstan­cia para recuperars­e en todos los teatros de guerra y rozar la victoria final. Por otro lado, la paz firmada con Holanda permitió a Madrid trasladar a España a 5.800 veteranos italianos, valones e irlandeses desde Flandes, de los que gran parte irían a Aragón. Finalmente España logró recuperar Nápoles y la guarnición de Tarragona recibió de refuerzo a parte de las tropas expedicion­arias, elevándose a 4.600 soldados. El nuevo virrey, Juan de Garay, no llegó al frente hasta el verano, pero en septiembre pudo partir de Lérida en campaña con 12.000 españoles. Francia, enfrente, ni siquiera pudo designar un virrey durante casi todo el año, y Marsin, el general

a cargo provisiona­lmente, apenas contaba con 6.000 franceses. Garay tomó Montblanc, mientras Pallavicin­i, al frente de los de Tarragona, se le unía tras tomar Valls. Una vez despejada la carretera Lérida-Tarragona, Garay tomó Constantí y Salou, levantando por fin el bloqueo tarraconen­se. Después marchó directamen­te contra Barcelona, llegando hasta Vilafranca del Penedés y tomando Sitges en octubre. Llegado el invierno, Garay se replegó a Lérida.

En 1650 llegó por fin el nuevo virrey francés, el Duque de Vendôme, que sin embargo, seguía contando con sólo unos 5.000 hombres. Por su parte, Garay fallecido en abril, fue sustituido por Mortara, el eterno segundo en Cataluña, esta vez al mando, pero no como virrey sino como un mero Capitán General. ¿Hasta cuándo dudaría la Corte de los méritos del Marqués? Aún así, por primera vez se le dio autoridad sobre las tropas de Valencia. A la vez, los catalanes empezaban a hartarse de la presencia y los saqueos franceses, y en la zona de Gandesa se formó una confederac­ión armada de vecinos que empezó a atacar a los galos y llegaron a tomar Falset, que Vendôme hubo de recuperar en julio, mientras parte de Urgell, Segarra y el Campo de Tarragona juraban obediencia a Felipe IV. Entretanto, hasta la llegada de Mortara y debido a la peste que se había expandido a Andalucía, Murcia y Tarragona, el ejército español no pudo ponerse en campaña. Finalmente en septiembre, sumando sólo 7.100 soldados, Mortara inició la campaña para despejar el bajo Ebro, y asedió Flix. A ellos se unieron 1.500 valenciano­s de Sebac, tras tomar Ulldecona y Amposta, y finalmente otros 4.500 veteranos italianos y alemanes llegados por mar que venían de recuperar la Toscana de manos francesas. A ellos se unió una gran cantidad de guerriller­os catalanes. Después Mortara tomó Miravet, y finalmente, ya en diciembre y con 15.000 soldados, asedió Tortosa, defendida por 1.500-2.300 franco-catalanes. Vendôme intentó socorrerla pero su ejército, reforzado con un tercio barcelonés de 1.000 catalanes no pudo pasar de Coll de Balaguer, acosado por la guerrilla catalana pro-española de Tarragona. Como colofón una flota francesa de 4 navíos de guerra con suministro­s para la plaza fue totalmente hundida por las 6 galeras de Alburquerq­ue, en Cambrils. Así, Tortosa, privada de socorros, hubo de rendirse a Mortara.

LA CAÍDA DE BARCELONA

En 1651 la peste llegó a la ciudad condal, que evacuó la mitad de su población, y Francia, en medio de la revuelta de la Fronda que se había extendido a París y Burdeos apenas pudo enviar refuerzos. A pesar de que la Junta de Guerra quería realizar un avance lento pero seguro sobre Barcelona, ocupando sólo plazas cercanas para tener bases sólidas para al año siguiente lanzarse al asedio final, Mortara, ascendido por fin a virrey, era de la opinión de que era mejor aprovechar las circunstan­cias y atacar ahora

En 1651 la peste llegó a la ciudad condal, que evacuó la mitad de su población, y Francia apenas pudo enviar refuerzos

España declaró su tercera bancarrota del reinado, pero tras un enorme esfuerzo y trece años de lucha pudo recuperar Cataluña

Barcelona ya que el enemigo seguía débil. Para ello se apoyó en don Juan José de Austria, hijo bastardo del rey y de la actriz la Calderona, que con tan sólo 21 años era el virrey de Sicilia. Don Juan también debía intervenir en la campaña y era de la misma opinión que Mortara. Este, al mando de tan sólo 8.000 soldados disponible­s, partió de Lérida en julio y se unió en Tarragona a las Escuadras de Galeras de Sicilia y de Nápoles que, bajo don Juan, acababan de llegar desde Italia, vía Valencia. A estas se juntaron las Escuadras de Génova y de España, bajo Alburquerq­ue, de modo que en total la flota hispano-italiana sumaba 22 galeras. Se previó incluso el envío de la Armada del Mar Océano bajo Díaz Pimienta, pero éste se encontraba en ese momento en el Garona, apoyando a los rebeldes franceses en Burdeos y no pudo acudir.

Mortara, apoyado por la escuadra cruzó el Llobregat, se reforzó con 3.000 alemanes llegados de Italia en agosto, y empezó las operacione­s para bloquear Barcelona llegando hasta San Martí de Provençals. Con la construcci­ón de los fuertes de Marina y San Felipe comenzó el bloqueo de la ciudad que se concluyó al crearse una línea de trincheras desde el Besós, al norte, hasta Montjuic al sur. Enfrente, la guarnición contaba tantos soldados como los españoles, unos 11.400 hombres, de

ellos unos 4.500 catalanes, lo que da una idea de lo complicado de las operacione­s a realizar por Mortara. No obstante, el 23 de septiembre casi 2.000 franceses de Marsin abandonaro­n la ciudad y pactaron con don Juan vía libre para unirse a los rebeldes de la Fronda en Burdeos. El asedio fue durísimo y estuvo a punto de fracasar varias veces (ver recuadro).

Reforzado hasta los 12.000 hombres, Mortara sacó 2.000 españoles del asedio ya en septiembre de 1652 y con 12 galeras de Alburquerq­ue ocupó todo el litoral norte catalán para privar de suministro­s navales a Barcelona, tomando Mataró, Arenys, Canet, San Feliú, Palamós y Blanes, para luego subir hasta el Ampurdán y someter toda la región y Gerona, a excepción de Rosas. Mientras, la guarnición de Lérida, con la guerrilla catalana recuperaro­n Balaguer, Camarasa, Castellón y Ager. Y la de Tarragona las plazas de Prades, Espluga, Ciurana y Cambrils. Así, en octubre Barcelona estaba totalmente aislada y sin posibilida­d de recibir refuerzos o suministro­s, de modo que La Mothe se rindió el día 12, entrando don Juan en Barcelona al día siguiente tras conceder el perdón real. Del mismo modo, Felipe IV respetó los fueros catalanes excepto los cargos en el Consejo del Ciento y la Diputación de Barcelona, que serían elegidos por el rey. El coste del asedio, de 14 meses, había sido tan grande que España declaró su tercera bancarrota del reinado, pero tras ese enorme esfuerzo y después de 13 años de lucha, España había recuperado Cataluña. Sin embargo, la guerra aún continuarí­a en Europa y los Pirineos durante 7 años más...

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 ??  ?? El Corpus de Sangre de 1640 abrió la caja de Pandora de la Guerra de los Segadores, durante la cual Cataluña se acogió a la soberanía francesa.
El Corpus de Sangre de 1640 abrió la caja de Pandora de la Guerra de los Segadores, durante la cual Cataluña se acogió a la soberanía francesa.
 ??  ?? Pau Claris (1586-1641) murió en extrañas circunstan­cias tras promover la revuelta de su pueblo en la crisis de 1640.
Pau Claris (1586-1641) murió en extrañas circunstan­cias tras promover la revuelta de su pueblo en la crisis de 1640.
 ??  ?? Arriba a la izquierda, Dalmau de Queralt, el virrey de Cataluña asesinado en los sucesos del Corpus Christi; a la derecha, un mapa francés del Rosellón de finales del siglo XVII. Bajo estas líneas, la batalla de Montjuïc de 1641, según el pintor Pandolfo Reschi.
Arriba a la izquierda, Dalmau de Queralt, el virrey de Cataluña asesinado en los sucesos del Corpus Christi; a la derecha, un mapa francés del Rosellón de finales del siglo XVII. Bajo estas líneas, la batalla de Montjuïc de 1641, según el pintor Pandolfo Reschi.
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 ??  ?? Sucesor de Richelieu como primer ministro, el cardenal Mazarino puso fin a la Guerra de losTreinta Años.
Sucesor de Richelieu como primer ministro, el cardenal Mazarino puso fin a la Guerra de losTreinta Años.
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Felipe IV afrontó en 1640 su particular annus horribilis, entre los frentes de Cataluña y Portugal.
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 ??  ?? A la izquierda, vista de Lérida en 1644 por Sébastien de Pontault, señor de Beaulieu. En esta imagen, Luis II de Borbón-Condé.
A la izquierda, vista de Lérida en 1644 por Sébastien de Pontault, señor de Beaulieu. En esta imagen, Luis II de Borbón-Condé.
 ??  ?? El mariscal Philippe de La MotheHouda­ncourt obtuvo su victoria más sonada en Lérida en 1642.
El mariscal Philippe de La MotheHouda­ncourt obtuvo su victoria más sonada en Lérida en 1642.
 ??  ?? Portada de La conquista de Cataluña, por el marqués de Olías y Mortara Francisco de Orozco.
Portada de La conquista de Cataluña, por el marqués de Olías y Mortara Francisco de Orozco.
 ??  ?? Grabado de Barcelona en la Civitates OrbisTerra­rum del siglo XV.
Grabado de Barcelona en la Civitates OrbisTerra­rum del siglo XV.

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