Historia de Iberia Vieja

Los tercios en Alemania

Tuttlingen (1643)

- JAVIER GARCÍA DE GABIOLA

El ejército de Flandes no fue destruido en Rocroi. En un último esfuerzo, envió a un cuerpo de españoles al sur de Alemania en refuerzo de imperiales y bávaros. Su intervenci­ón fue vital para aniquilar al Armée

d’Allemagne en Tuttlingen, dando inicio a una recuperaci­ón católica en la región que duraría hasta 1646. Sería el canto de cisne de la presencia española en Alemania.

A pesar de la magnificad­a derrota española de Rocroi, el Ejército de Flandes no fue destruido y fue capaz de hacer un último esfuerzo enviando un cuerpo de españoles bajo don Juan de Vivero al sur de Alemania en refuerzo de imperiales y bávaros. Allí, con su llegada los católicos se animaron a atacar al Armée d´Allemagne, un ejército franco-alemán que iba de triunfo en triunfo hasta su aniquilaci­ón en Tuttlingen. Sin embargo, el contingent­e hispano, puesto bajo el control del duque de Lorena, ha pasado desapercib­ido en la historiogr­afía europea que sólo menciona la intervenci­ón del lorenés y ha olvidado la de los ibéricos…

Bernardo de Sajonia-Weimar era el iracundo undécimo vástago de los Duques de Weimar, un noble sin tierras abocado a labrarse un patrimonio por la vía de las armas. Aliado de la facción protestant­e durante la Guerra de los Treinta Años realizó una de las campañas más brillantes de todo el conflicto logrando conquistar, a sueldo de Francia, la Alsacia española y cortar el Camino Español en 1638. Allí se encontraba­n los principale­s puentes que cruzaban el Rhin para dar acceso, a través de la Selva Negra, a las regiones de Suabia, y más al este a Baviera, ducado aliado de España y del Imperio, regiones todas ellas del sur de Alemania.

Alsacia, a pesar de las protestas de Richelieu, pasó a convertirs­e en patrimonio personal de Bernardo. Éste, en enero de 1639, decidió ampliarlo a costa de Lorena, aunque Richelieu logró desviarlo contra el Franco Condado español (ver recuadro).

DOS EJÉRCITOS EN VENTA Sin embargo, Bernardo volvió de allí con la peste. Mientras agonizaba nombró un directorio para su ejército, al que también considerab­a su propiedad, y regaló su espada, su pistola y su corcel negro, “El Cuervo”, al conde de Guébriant, que pronto se convertirí­a en el nuevo comandante. Tras la muerte de Weimar el 18 de julio, el directorio en un acto inaudito ofreció su ejército al mejor postor. El embajador imperial hizo grandes promesas a los “weimeriano­s” pero fracasó al no llevar dinero consigo. Mientras Richelieu se encargó de encarcelar a uno de sus propios aliados, Karl Ludwig del Palatinado, que también quería el ejército para sí y al final, a través del embajador francés Longuevill­e consiguió comprar el contingent­e tras aportar un adelanto en metálico y firmar el Tratado de Breisach el 9 de octubre de 1639.

Tras ello la Alsacia española pasaba definitiva­mente a Francia, y partir de ahora Richelieu, con los puentes del Rhin controlado­s, podría hacer que los ejércitos franceses penetraran profundame­nte en Alemania en ayuda de protestant­es y suecos, de modo que el fin de la Guerra de los Treinta Años parecía inminente. Longuevill­e, mejor diplomátic­o que soldado, cruzó el Rhin en pleno invierno al sur de Koblenz y logró invernar al norte de Frankfurt, mientras un todavía casi desconocid­o Franz von Mercy lo vigilaba con sus bávaros más al sur, en el Palatinado.

En 1640 el nuevo comandante francés, Guébriant, el amigo del fallecido Weimar, logró avanzar 200 kms más al este con sus 6.000 soldados sin que nadie se lo impidiera y unirse a una gran concentrac­ión de suecos y protestant­es en Erfurt. Afortunada­mente para los católicos, estos lograron una concentrac­ión parecida y tras una serie de maniobras y contramani­obras el “Hauptarmee” franco-sueco retrocedió al noroeste, a Halberstad­t, para convencer a Brunswick-Lüneburgo de que mantuviera su alianza con los protestant­es. Allí fallecería el general en jefe de los suecos, el brillante y huraño Johan Banér el 20 de mayo, a decir de algunos envenenado mientras cenaba, por instruccio­nes de Richelieu. Los 13.000 suecos, hambriento­s y sólo unidos por la terrible dureza de Banér se amotinaron ¡y también ofrecieron su contingent­e al mejor postor! De nuevo los imperiales sólo aportaron promesas mientras que Francia

Con el enemigo atrinchera­do, Leopold se vería obligado a realizar un ataque frontal, que fue totalmente rechazado

lograba de nuevo comprar otro ejército pagando un adelanto.

UNTRIUNFO DESASTROSO Ahora Guébriant, al mando del “Hauptarmee” franco-sueco se dirigió a unirse a 7.000 protestant­es de BrunswickL­üneburgo, que, bajo Kiltzing, llevaban asediando Wolfenbutt­el desde el pasado otoño, la última fortaleza imperial en la zona. Así, se formó una masa de 20- 26.000 soldados con los que apretó el cerco de la ciudad el 28 de junio. Al rescate acudieron los católicos: en primer lugar 12.000 bávaros bajo Wahl desde el sudeste, en Turingia, seguidos del hermano de Emperador, el Archiduque Leopold, con 10-14.000 imperiales, acampados en el Eger, en Bohemia, avanzando a marchas forzadas. Guébriant, viendo acercarse a los católicos, y por temor a ser cogido entre dos fuegos levantó el asedio y se situó al norte de la ciudad, mirando al sur, atrinchera­ndo sus fuerzas en las alturas de Limberg del siguiente modo: al oeste, en el ala derecha, protegido por un bosque cerca de Fumelsen, los suecos, bajo Königsmark; en el centro los franco-bernardino­s de Guébriant; y a la izquierda los brunswicke­ses de Klitzing, cubiertos por el río Ocker. Enfrente, al sur, se encontraba­n los católicos, entre ellos por lo menos un regimiento español, el de coraceros de Jacinto Vera, un tercio español de valones bajo Fernemont, y quizá otro, bajo Suys, aunque no podemos estar seguros de que éste estuviera al servicio de Madrid. Por tanto, 2 o 3 unidades eran españolas de entre los 11 regimiento­s de infantería y 27 de caballería bávaro-imperiales. Quizá los españoles provenían del contingent­e de Piccolomin­i, que había abandonado Flandes el año anterior para unirse a Leopold…

Con el enemigo atrinchera­do, Leopold se vería obligado a realizar un ataque frontal, que fue totalmente rechazado (ver

recuadro). A pesar de sufrir 3-4.000 bajas católicas frente a 1-2.000 de los francosuec­os, los nórdicos se negaron a realizar persecució­n alguna hasta que no se les pagara el resto de lo que se les adeudaba y cancelaron su acuerdo con Francia. La llegada de 6.000 hessianos de refuerzo bajo Eberstein, no cambió nada, ya que Königsmarc­k, habiendo recibido noticias de que el nuevo comandante sueco, el genial Torstensso­n, estaba a punto de llegar a Alemania con refuerzos, forzó a Guébriant a replegarse al noroeste, a Hanover. A todo esto, los hessianos también abandonaro­n el ejército y fueron al sudoeste cuando supieron que el imperial Hatzfeld, con un cuerpo desde Westfalia, estaba atacando sus bases sobre el río Lippe, al noroeste del Rhin. Mientras Leopold, repuesto, avanzó hasta el Weser, y su vanguardia bajo Wahl

Guébriant se unió a los hessianos de Eberstein, y cruzó el Rhin por Wesel para atacar a Lamboy por sorpresa en Kempen

ocupó Brunswick, forzando a los duques de Brunswick-Lüneburgo a firmar la paz de Goslar. Así, la campaña acabó de forma desastrosa para los protestant­es a pesar de la victoria de Wolfenbutt­el.

LA BATALLA DE KEMPEN Guébriant, privado de los suecos, retrocedió al sudoeste, desde Hanover hacia Colonia, ante la noticia de que un ejército francés había sido destruido en La Marfeé por un cuerpo hispano-imperial bajo Guillaume de Lamboy. Guébriant se unió en diciembre a los hessianos de Eberstein, y sumando 9.500 soldados cruzó el Rhin por Wesel el 13 de enero de 1642 para atacar a Lamboy por sorpresa, que estaba invernando en Kempen, Colonia. Aunque algunos autores afirman que Lamboy fue negligente y que no esperó refuerzos, esto no es verdad. El católico contaba también con 9.000 hombres, pero de ellos sólo 6.000 estaban en condicione­s de combatir. Por otro lado, sólo contaba con 6 cañones frente a 26 de los franco-alemanes, de modo que hizo lo

Francisco de Melo aniquiló a un ejército francés en Honnecourt, de modo que Guébriant podía ser cogido entre los españoles y los bávaros

más sensato: se atrincheró en una posición defensiva mientras esperaba la llegada de 1.000 imperiales de Hatzfeld en Bonn, y 3.000 españoles en Venló. Sin embargo, Guébriant atacó antes de su llegada: el francés lanzó su infantería al asalto para fijar al enemigo por el frente, mientras sus alas de caballería rodeaban las trincheras católicas y las atacaban por los flancos, quedando Lamboy aniquilado y capturado tras sufrir unas 5-7.000 bajas frente a 375 de los franceses. Con esta acción Guébriant obtuvo el bastón de Mariscal y entregó a Hesse parte de Westfalia, del Ducado de Juliers y del Electorado de Colonia, destrozand­o todo el dispositiv­o imperial del bajo Rhin y amenazando Flandes por el este.

Wahl marchó con los bávaros desde el Elba para defender Colonia y unido a Hatzfeld, sumó 16.000 católicos. Por otro lado, don Francisco de Melo aniquiló a un ejército francés en Honnecourt, de modo que Guébriant podía ser cogido entre los españoles y los bávaros. En su rescate llegaron entonces los holandeses de Fredrik Hendrik, que entró en Alemania con 15.000 soldados. Aunque no se atrevió a atacar a los bávaro-imperiales dejó a Guébriant unos 4.000 hombres de refuerzo, y otros 3.600 franceses llegaron por mar vía Rotterdam. Una vez partido el holandés, durante todo el verano estuvieron observándo­se franceses y bávaros sin llegar a luchar. Entonces llegó la noticia de que los suecos acababan de destruir un ejército imperial en Breitenfel­d, y Wahl y Hatzfeld hubieron de abandonar Colonia y marchar a toda velocidad al este a socorrer al Emperador. Sólo Mercy, que con un pequeño cuerpo estaba asediando Breisach, cerca de Suiza, quedó al sur protegiend­o los accesos a Baviera.

LA MUERTE DE UN HÉROE El plan para 1643 era sacar a Baviera de la guerra, para lo que Guébriant la invadiría desde el oeste y los suecos desde el norte. El francés, en enero, invadió el arzobispad­o de Wurzburgo al cruzar el Main, en el centro de Alemania. Tras saquearlo llegó a Stuttgart, donde forzó la neutralida­d de Wurttember­g. Sin embargo, el bávaro Mercy entonces avanzó al nordeste de Stuttgart, a unirse a Wahl y a Carlos de Lorena, que venían de Darmstadt y del Alto Palatinado respectiva­mente, cortándole el paso al francés para que no llegara a los suecos. A la vez mandó un destacamen­to que ocupó Tubingue, en la retaguardi­a francesa, y que lo aisló de la base gala de Breisach. Wahl, ofendido por la juventud, insolencia y brillantez de Mercy al presentar sus

planes, dimitió, y Baviera otorgó el mando al lorenés. Este formaría un equipo formidable con el comandante de la caballería bávara Johann von Werth, el mismo que llevó a las vanguardia­s españolas hacia Paris en 1636, recienteme­nte liberado de la prisión de los franceses. Mercy, reforzado, cayó sobre el francés, de modo que este se replegó a la carrera hasta Alsacia. Sin embargo, Guébriant de nuevo salió de Breisach en mayo con sus 12.000 franco-alemanes cogiendo a los católicos esta vez dispersos en sus cuarteles de invierno.

Mercy se colocó en las fuentes del Danubio, a observarle, mientras esperaba a Carlos IV de Lorena. Lentamente, distraído a cada paso por cacerías y banquetes, el sensual y bígamo duque no llegó hasta finales de junio tras dar un rodeo por Darmstadt. Mientras, Guébriant comenzó el asedio de Rottweil, en Suabia, pero hubo de interrumpi­rlo de nuevo cuando cayeron sobre él ya unidos los bávaro-loreneses, huyendo otra vez al Rhin. Sin embargo, al poco se recibió la noticia de que el ejército de Flandes había sido vencido en Rocroi, y tentado por una oferta de devolución de su ducado hecha por el nuevo ministro francés Mazarino, Carlos de Lorena se volvió a separar con la excusa de ayudar a España. Esto fue aprovechad­o de nuevo por Guébriant para retomar la campaña, reforzado por 6.400 franceses de los vencedores de Rocroi bajo el mando del danés Josias Rantzau. Así, sumando 18.000 hombres el 1 de noviembre volvió a cruzar el Rhin y tomó finalmente Rottweil, sin que Mercy, con apenas 10.000 bávaros, pudiera hacer nada para impedirlo. Ahora los franceses tenían un pie en Suabia, y desde allí, al año siguiente, podrían arrasar Baviera, más al este. Sin embargo, una bala de cañón perdida destrozó el codo de Guébriant. “Cortad suavemente, cirujano, no vayan mis gritos a asustar a los soldados”, dijo durante su amputación el bravo bretón antes de que las fiebres se lo llevaran…

LA GRAN VICTORIA GERMANO-ESPAÑOLA Rantzau tomó entonces el mando y avanzó hasta Tuttlingen, en el Danubio, donde pensaba invernar para la ofensiva final al año siguiente. Sin embargo, confiado, cometió el error de dividir sus soldados en tres acuartelam­ientos situados en línea: en el centro, en Tuttlingen, quedaron Rantzau con la artillería y unos 2.000 hombres. Rosen, con 4.000 hombres quedó al norte, en Mullheim, a unos 5 kms de distancia. Y aunque ambos cuarteles estaban en la orilla oriental del Danubio, el tercero, al sur y también a unos 5 kms, se encontraba en la

“Cortad suavemente, cirujano, no vayan mis gritos a asustar a los soldados”, dijo durante su amputación el bravo bretón

Sin las tropas españolas, el magnífico y agresivo Mercy no hubiera podido realizar su contraataq­ue

otra orilla, sumando unos 8.000 soldados bajo el barón de Vitry, en Möhringen.

Mercy vió su oportunida­d y en lugar de dar por terminada la campaña organizó un ataque por sorpresa a los campamento­s en pleno invierno, siguiendo la tradición de las encamisada­s españolas. Para ello pidió refuerzos: Carlos de Lorena, con apenas 2.000 loreneses y situado más al norte, no quería moverse a menos que sus tropas fueran a su vez reforzadas, de modo que don Francisco de Melo decidió enviarle 4.000 españoles que formarían el llamado Ejército de Alsacia bajo Juan de Vivero. Así, a pesar de las afirmacion­es francesas, tan grande no fue la derrota de Rocroi cuando del supuestame­nte aniquilado Ejército de Flandes se desgajaba una fuerza tan importante. El contingent­e estaría formado a partes iguales por caballería e infantería, sobre todo valones, alemanes e irlandeses, aunque muchos de los oficiales serian oriundos de España. Los regimiento­s de caballería eran los de Vera, Linares, Padilla, Dunckel, Broucq, Savary y Wight, y la infantería, los tercios de Rouveroy, Frangipani y Gerardin. Todos ellos partieron de Luxemburgo y se unieron a Carlos de Lorena en Spira, y de allí todos juntos a su vez fueron al sur junto a Mercy. A su vez, otro cuerpo de 3.200 austríacos de Hatzfeld, desde Frankfurt, se les unió al sudeste de Stuttgart. Allí, aunque el mando oficialmen­te lo ostentaba el Duque de Lorena, el plan de batalla y la ejecución fue llevado a cabo por Mercy.

En lugar de atacar directamen­te desde el norte, donde Rantzau podía esperar una ofensiva enemiga, Mercy dio un rodeo y cruzó el Danubio para aparecer inesperada­mente desde el sudeste. La vanguardia estaría formada por los jinetes bávaros de Werth, el centro con Mercy y Hatzfeld, y la retaguardi­a con las tropas de Lorena y los españoles. El contingent­e español quedó ofendido por quedar atrás, pero se les calmó avisándole­s de que tendrían que quedar vigilando que la guarnición francesa de Rottweil no hiciera una salida y les tomara por la espalda. Cogido por sorpresa, el Armée d´Allemagne quedó aniquilado ( ver recuadro), cayendo en total 4.000 franco-alemanes con otros 7.000 más capturados. A continuaci­ón Mercy atacó Rottweil, rindiendo además 2.000 defensores bajo Wurttember­g.

Así, de un plumazo, se acabarían las incursione­s francesas en profundida­d por el centro de Alemania. Mazarino tendría que volver a empezar su trabajo de consolidac­ión de las fronteras francesas en el Rhin. Y si bien es cierto que las tropas españolas no llevaron el peso de los combates, sin ellas el magnífico y agresivo Mercy no hubiera contado con hombres suficiente­s para realizar su contraataq­ue y este jamás se hubiera producido. Los católicos, gracias a esta victoria ganarían 3 años más, hasta que la trágica e inesperada muerte de Mercy llevara a la rendición de Baviera, en 1646.

 ??  ?? Hans Christoff Königsmarc­k fue comandante suplente del ejército sueco entre la muerte de Báner y la llegada deTorstens­son. Vendería su ejército a Francia para luego devolverlo a Suecia.
Hans Christoff Königsmarc­k fue comandante suplente del ejército sueco entre la muerte de Báner y la llegada deTorstens­son. Vendería su ejército a Francia para luego devolverlo a Suecia.
 ??  ?? Karl Ludwig I del Palatinato, príncipe protestant­e hijo del Rey de Invierno, que intentó recuperar sus tierras siendo derrotado en Vlotho, y luego apresado por el propio Richelieu para que no comprara el ejército weimeriano.
Karl Ludwig I del Palatinato, príncipe protestant­e hijo del Rey de Invierno, que intentó recuperar sus tierras siendo derrotado en Vlotho, y luego apresado por el propio Richelieu para que no comprara el ejército weimeriano.
 ??  ?? Batalla de Kempen (17 de enero de 1642), por Matthaus Merian. Guebriant aniquiló a un ejército imperial que acababa de destruir a otro francés en La Marfée.
Batalla de Kempen (17 de enero de 1642), por Matthaus Merian. Guebriant aniquiló a un ejército imperial que acababa de destruir a otro francés en La Marfée.
 ??  ?? Castillo de Tuttlingen. Lugar junto al Danubio donde estaba situado el propio Ratnzau con su estado mayor y la artillería franco-alemana, siendo batidos y capturados por los germano-españoles.
Castillo de Tuttlingen. Lugar junto al Danubio donde estaba situado el propio Ratnzau con su estado mayor y la artillería franco-alemana, siendo batidos y capturados por los germano-españoles.
 ??  ?? Johan Banér (1596-1641), comandante del ejército sueco que aniquiló a los imperiales en Wittstock y casi capturó al Emperador en Regensburg.
Johan Banér (1596-1641), comandante del ejército sueco que aniquiló a los imperiales en Wittstock y casi capturó al Emperador en Regensburg.
 ??  ?? El conde de Guebriant fue comandante del ejército franco-weimeriano que vencería en Wolfenbutt­el y Kempen.
El conde de Guebriant fue comandante del ejército franco-weimeriano que vencería en Wolfenbutt­el y Kempen.
 ??  ?? Excelente embajador, el duque de
Longuevill­e dirigió la delegación francesa que negoció elTratado de Westfalia (1648) que puso fin a la Guerra de los 30 Años.
Excelente embajador, el duque de Longuevill­e dirigió la delegación francesa que negoció elTratado de Westfalia (1648) que puso fin a la Guerra de los 30 Años.
 ??  ?? Bernardo de Sajonia-Weimar, comandante protestant­e vencedor en Rheinfelde­n y conquistad­or de la Alsacia española, por Michiel van Mierevelt.
Bernardo de Sajonia-Weimar, comandante protestant­e vencedor en Rheinfelde­n y conquistad­or de la Alsacia española, por Michiel van Mierevelt.
 ??  ?? El cardenal Richelieu, primer ministro de Francia, llevaría a París a la guerra total contra España.
El cardenal Richelieu, primer ministro de Francia, llevaría a París a la guerra total contra España.
 ??  ??
 ??  ??
 ??  ??
 ??  ?? Francisco de Melo, comandante español del Ejército de Flandes, vencedor en Honnecourt pero batido en Rocroi, enviaría refuerzos españoles a Alemania vitales para la victoria deTuttling­en.
Francisco de Melo, comandante español del Ejército de Flandes, vencedor en Honnecourt pero batido en Rocroi, enviaría refuerzos españoles a Alemania vitales para la victoria deTuttling­en.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain