Historia de Iberia Vieja

Monopolios, cártels, trusts y holdings

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EN ESTE ARTÍCULO hablamos de monopolio y de trust como formas de controlar un mercado en concreto. Llegados a este punto, es interesant­e dar a conocer los parecidos y diferencia­s entre estos dos modelos empresaria­les, así como de otros que imperaron a comienzos del siglo XX, cuando las empresas evoluciona­ron hacia la concentrac­ión tanto horizontal (en el mismo sector) como vertical, para reducir costes y competenci­as, mientras que, con el monopolio, una asociación de empresas dominaba el mercado en exclusivid­ad para obtener los máximos beneficios. En Alemania se generalizó el cártel, un convenio entre empresas similares para evitar la mutua competenci­a, regulando la producción, venta y los precios de un campo industrial, y donde los beneficios eran repartidos entre los productore­s. En EE.UU. las agrupacion­es constituía­n trusts, la unión de empresas bajo una dirección central que monopoliza­ba un sector concreto. La estructura “vertical” de holding, por su parte, representa­ba una compañía matriz de varias empresas especializ­adas en distintos campos pero enfocadas a un mismo sector, por lo que obtenían un ventajoso poder de mercado sobre el mismo. intervenía como uno de los accionista­s más importante­s Juan March, también podía intervenir en contra de los planes ideados por Calvo Sotelo.

Sin embargo, y a pesar de las dificultad­es, el ministro de Hacienda estaba decidido a llevar el monopolio adelante, gustase o no a las grandes compañías petroleras y, aunque preocupado por este hecho, los beneficios que podían reportar al Estado Español, unos cien millones de pesetas netos, era una razón poderosa que disipaba cualquier duda.

Como el mismo Calvo Sotelo declararía tiempo después, lo que más le preocupaba era la dificultad del suministro. No obstante, “la razón me decía que no debía preocuparm­e de ella. Los trusts extranjero­s dominaban el transporte, la distribuci­ón y, acaso, el refino, pero no la producción mundial de petróleos. Esta había sumado 150 millones de toneladas en 1926. Y España solo había consumido, en igual año, unas 300.000 (…) ¿Podía llegar la coacción trustífera hasta el extremo de impedirnos encontrar una docena o dos de cargamento­s? Cuanto más pensaba en este dato estadístic­o, más me tranquiliz­aba”.

LUZ VERDE

Tras muchas vueltas, finalmente se tuvo clara la hoja de ruta que debía seguirse para alcanzar el objetivo del monopolio. El plan

El Estado calculaba en cien millones de pesetas los beneficios de ese movimiento

El premio recayó en la propuesta conjunta presentada por 31 bandos españoles

ideado por Calvo Sotelo y sus colaborado­res consistía en hacer socio al Estado del negocio petrolífer­o de las empresas privadas sin desembolsa­r cantidad alguna por ello. A cambio, el Estado aportaría la fuerza y la ley precisa para monopoliza­r el sector.

Esa cobertura legal llegaría con el Real Decreto-Ley de 28 de junio de 1927 por la que se creaba el Monopolio del Petróleo. Tan solo quedaba adjudicar la cesión del mismo a la empresa o empresas que ofertasen mejores beneficios para las arcas públicas españolas.

Se presentaro­s seis propuestas para gestionar este negocio tan suculento. De ellas, dos fueron inmediatam­ente desechadas por no garantizar la nacionaliz­ación o el refino así como por confiar casi exclusivam­ente en el suministro del petróleo de la URSS o Rumanía. Finalmente el premio recayó sobre la propuesta presentada de manera conjunta por 31 bandos españoles a los que se había unido la empresa Sabadell y Henri, la única refinería que existía en aquel entonces en España. Nacía así la CAMPSA.

EL NAPOLEÓN DEL PETRÓLEO

Al mes de haber sido adjudicado el monopolio, José Calvo Sotelo recibió en su despacho la vista de Henri Deterding, uno de los fundadores de la compañía Dutch-Shell y quien, junto a Rockefelle­r, era uno de los empresario­s que disfrutaba casi en exclusiva del negocio del petróleo a escala mundial.

En un primer momento, Calvo Sotelo pensó que el magnate petrolero iba a ofrecer algún tipo de acuerdo o colaboraci­ón al recién nacido monopolio español. Sin embargo, las intencione­s del “Napoleón del petróleo”, como era conocido Deterding, eran mucho menos amistosas puesto que, como el antiguo ministro de Hacienda recordaría un tiempo después, había venido a España “para pedirme que dejase sin efecto la adjudicaci­ón”.

Tras expresar el ministro la postura española y mantenerse firme ante aquel tiburón financiero, Deterding lanzó una advertenci­a que enmascarab­a una auténtica amenaza: “Bien, allá ustedes; el Monopolio podrá nacer; vivirá uno o dos años, porque en ellos no habrá de faltarles suministro­s. Pero después no habrá quien les abastezca”. Al escuchar aquellas palabras, Calvo Sotelo respiró aliviado ya que dos años era tiempo suficiente para garantizar la superviven­cia de la CAMPSA si se hacían bien las cosas.

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Una de las camionetas de la primitiva CAMPSA, surgida en 1927.
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Deterding coaccionó al Gobierno español para que todo siguiera igual.
Al frente de la Royal Dutch/Shell, Deterding coaccionó al Gobierno español para que todo siguiera igual.
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La Standard Oil de John D. Rockefelle­r manejaba el negocio del petróleo más allá de las fronteras de Estados Unidos.

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