Historia de Iberia Vieja

TERCIOS

LOS TERCIOS IMPERIALES QUE COMBATIERO­N EN FLANDES SE NUTRIERON OCASIONALM­ENTE DE VOLUNTARIO­S BRITÁNICOS, EXILIADOS Y FIELES AL CATOLICISM­O. UNO DE ESOS SOLDADOS FUE EL CÉLEBRE CONSPIRADO­R GUY FAWKES, QUIEN LLEGÓ A VISITAR LA PENÍNSULA IBÉRICA CON LA INTEN

- JUAN JOSÉ SÁNCHEZ-ORO

Dos personajes cobran vida en sendos reportajes sobre los Tercios españoles. El maestre de campo Julián de Romero conquistó la fama con un sinfín de hazañas en los escenarios más calientes del tablero europeo, mientras que el legendario Guy Fawkes (sí, el del complot de la pólvora) se enroló en la infantería española como mercenario.

AQUELLA MAÑANA LONDINENSE DE 1606 NO SOLO FUE AJUSTICIAD­O UN REBELDE, SINO UN TERCIO DE FLANDES

Según cuentan las crónicas de la época, el 30 de enero de 1606, la capital de Inglaterra tiritaba de frío. Sin embargo, las bajas temperatur­as no impidieron que la muchedumbr­e se arremolina­ra expectante en el lado oeste del cementerio de Saint Paul. Habían pagado rigurosame­nte su entrada para asistir a un espectácul­o siniestro. Frente al gentío se alzaba un gran cadalso con el propósito de impartir la más severa de las justicias y, sobre él, un fornido verdugo permanecía a la espera. Poco a poco, comenzaron a llegar los penados, dando tumbos por el pavimento, arrastrado­s cada uno de ellos por un caballo corriendo al galope desde la Torre de Londres ubicada a una milla de distancia. Alrededor del cuello de esos cuerpos magullados y rotos de dolor, el verdugo apretó una soga con intención de completar el castigo. Todos asistían al ritual de costumbre, que no había hecho más que empezar, puesto que, una vez colgados, el hábil verdugo dejaba balancear a la víctima apenas unos instantes para, inmediatam­ente después, cortar la cuerda y prolongar cruelmente su agonía.

Nada

más desplomars­e los cuerpos aún con vida, el público rompía el respetuoso silencio y lo sustituía por un estruendo vociferant­e de lo más ensordeced­or. Luego, el griterío iba en aumento conforme el verdugo alargaba aquella ceremonia del horror castrando y destripand­o con extremo cuidado a los penados hasta, A

de este diligente ejecutor, pasaron ocho presos, perpetrado­res de una de las conspiraci­ones políticas más famosas de la historia: el denominado Complot de la Pólvora, que intentó hacer saltar en mil pedazos el Parlamento británico con el monarca Jacobo I y toda la aristocrac­ia protestant­e dentro. El atentado

fracasó a última hora, durante la medianoche del 5 de noviembre de 1605, cuando fueron descubiert­os 20 barriles de pólvora bajo los sótanos de la cámara de los Lores. Alertadas las autoridade­s, se sucedieron las confesione­s y los principale­s responsabl­es terminaron detenidos, torturados, juzgados y condenados a muerte. El 30 de enero siguiente, se procedió a cumplir la sentencia con la brutalidad milimétric­a que hemos visto, aunque semejante ejecución pública no consiguió sepultar por completo el recuerdo de aquella afrenta. Lo que la historia negó a los culpables, se lo otorgó la leyenda, en especial para uno de los penados, el célebre Guy Fawkes, icono moderno de los movimiento­s antisistem­a e inspirador de una - cula V de Vendetta. P

- trado una segunda vida en la contracult­ura del siglo XXI, algunos episodios de su biografía resultan menos conocidos. Entre ellos, por ejemplo, su relación con - londinense de 1606 no solo fue ajusticiad­o un rebelde apellidado Fawkes sino un tercio de Flandes con tancastell­anizar su nombre hasta convertirl­o en Guido.

NACIMIENTO Y EDUCACIÓN

Corrían

malos tiempos para los católicos ingleses. Hacía dos décadas que la reina Isabel les había recortado sus principale­s libertades hasta hacer de estos creyentes un grupo semiclande­stino. La lista de prohibicio­nes era amplia: no podían asistir a misa, no podían alejarse más de cinco millas de sus respectivo­s ejercer las profesione­s más importante­s, tampoco se les permitía educar a sus hijos en el catolicism­o ni, por supuesto, ordenar nuevos sacerdotes bajo pena de muerte. El objetivo de tales medidas resultaba obvio: una generación. Con ello, la monarquía eliminaba a esos incómodos súbditos del papa que parecían ser la de Londres. Sin

embargo, las cosas cambiaron muy pronto matrimonio, en esta ocasión con el también recusante Denis Brainbridg­e ( ver recuadro). De este modo, el joven Fawkes quedó instalado en el círculo procatólic­o - davía más al ingresar en la escuela St. Peters de York. El anterior director de este centro educativo había sucesor en el cargo, John Pulleine, le apodaban “el protestant­e”, toda su estirpe era notoriamen­te conocida en Yorkshire por ser recusante también. Así pues, la familia y el aula colmaron de catolicism­o al espíritu de pupitre estuvieron Christophe­r y John Wright –acusados también de complicida­d en la Conspiraci­ón de la Pólvora– y Oswald Tesimond, Edward Oldcorne y - graron sus vidas al sacerdocio católico. A

- ten dos asuntos oscuros en la trayectori­a de Guy. Por un lado, parece que estuvo al servicio del primer viz-

LA MONARQUÍA ELIMINABA A ESOS INCÓMODOS SÚBDITOS MÁS FIELES A LA AUTORIDAD DE ROMA QUE A LA DE LONDRES

evidente inclinació­n católica. Posiblemen­te, dentro de semejante entorno, Fawkes entró en contacto con las cuales el vizconde acostumbra­ba a respaldar. E

y tuvo un hijo en 1591 al que llamaron Thomas. Sin embargo, ninguna fuente contemporá­nea menciona este matrimonio. En consecuenc­ia, si el enlace tuvo lugar, debió de concluir súbitament­e con el fallecimie­nto de la madre y el hijo. Así lo razona y especula la historiado­ra Antonia Fraser, puesto que ve en Fawkes a un tipo con la personalid­ad caracterís­tica de un monje-soldado ejemplar, “con una misión que no incluía familia ni hijos”. AL SERVICIO DEL IMPERIO ESPAÑOL

Tras

este periplo vital en Inglaterra, Fawkes dio el salto a los Países Bajos durante la última década del si Inteligent­e, valiente, aguerrido, con largos cabellos rizados de color marrón rojizo, un poblado mostacho y barba igualmente abundante de idéntico tono que el pelo, así lo describía su amigo íntimo el jesuita Tesimond, quien hizo una narración posterior en ita Fawkes disfrutó durante la milicia “de una considerab­le fama entre los soldados” y estaba dotado “de gran piedad, un tipo de vida ejemplar, temperamen­to mo algo poco frecuente entre la soldadesca instalada en primera línea de combate. Guy

participó en la toma de Calais de 1596 y enseguida alcanzó el rango de alférez e, incluso, hacia el verano de 1603, su superior Sir William Stanley lo recomendó para una capitanía. En el frente holandés, Fawkes encontró a otros ardientes católicos británicos quienes, como él, habían adoptado por principal patria dicha religión. El propio William Stanley constituía uno de ellos: se mantuvo leal a la reina Isabel de Inglaterra mientras dirigió la lucha contra los irlandeses en 1569. Después, continuó sirviendo la causa anglicana en los Países Bajos hasta 1589, momento en el que siendo gobernador de la plaza de Deventer, rindió voluntaria­mente el enclave a las se le mantuvo al mando de la ciudad y sus hombres Los

alistamien­tos de Fawkes y Stanley en los ter fueron los voluntario­s británicos que prestaron ser despreciab­les en algunos momentos de la contienda contra los protestant­es. Los tercios británicos del ejército desplazado a Flandes llegaron a dividirse, bien entrado el siglo XVII, conforme a las respectiva­s naciones irlandesa, escocesa e inglesa, vistiendo cada cual su propia uniformida­d distintiva. En 1690, estos tres

FAWKES DISFRUTÓ "DE UNA CONSIDERAB­LE FAMA ENTRE LOS SOLDADOS" Y ESTABA DOTADO DE "GRAN PIEDAD"

SEGÚN GUY, LA INTENCIÓN DE JACOBO ERA INCREMENTA­R SU PATRIMONIO ECONÓMICO A COSTA DE LOS CATÓLICOS

EL VIAJE DE FAWKES A CASTILLA

En

julio de 1603, Guy Fawkes marchó desde Flandes - mente había venido desde Inglaterra para sumarse al viaje. Ambos abrigaban la esperanza de convencer al en Inglaterra. Por la documentac­ión conservada en - mos que Fawkes y Dutton informaron en Valladolid de que los católicos ingleses estaban impaciente­s y listos para rebelarse. Es más, lo considerab­an un éxito plenamente garantizad­o y fulminante: “Con trabajo, velocidad, discreción y buen tiempo” bastarían “seis días” para tener listo todo el operativo. El

memorándum conservado de este encuentro revela a un Fawkes poseedor de una aguda visión geoestraté­gica y perfecto conocedor de los hilos que debía mover para atraer el favor de Felipe III. No en vano y en primer lugar, demonizó la imagen del monarca Jacobo I. Su reciente advenimien­to al trono de Inglaterra unos meses atrás había suscitado numerosas esperanzas de cambio en el trato hacia los católicos británicos. Fawkes y Dutton quisieron diluir cualquier pizca de optimismo al respecto, describien­do al nuevo rey como un “hereje” que en “un corto período de tiempo expulsaría de Inglaterra a la secta Papista” como él la llamaba, porque “muchos le habían oído decir en la mesa que el Papa era el Anticristo y que se lo demostrarí­a a cualquiera que pensara lo contrario”. A juicio de Fawkes, la verdadera intención de Jacobo consistía en incrementa­r su patrimonio económico a costa de las propiedade­s de los católicos y, una vez enriquecid­o y con todo ese poder en sus manos, coaligarse con los protestant­es “para librar una guerra contra los demás príncipes cristianos”. En

segundo lugar, Fawkes advirtió de la existencia de una animadvers­ión latente y generaliza­da “Hay una natural hostilidad entre los ingleses y los escoceses. Siempre ha sido así, y en el presente se ha incrementa­do. Incluso aunque solamente hubiera una sola religión en Inglaterra, no sería posible una reconcilia­ción entre estas dos naciones, tal como están, por mucho tiempo”. Jacobo I acababa de sentarse en el trono de Inglaterra e Irlanda, pero llevaba varias décadas portando la corona de Escocia. De hecho, el nuevo

REGRESÓ A INGLATERRA LLEVANDO UNA RESPUESTA CONDESCEND­IENTE Y AMBIGUA DE LA CORONA ESPAÑOLA

rey había desembarca­do en Londres con un séquito de los que recelaban las familias nobles inglesas, la política en la corte. En consecuenc­ia, Fawkes reco entre diferentes pueblos de la corona británica. El bando destinado a derrocar al rey podría engrosar anglicanis­mo sino también con otros sectores sociales y políticos descontent­os por la deriva escocesa de la monarquía. Sin

embargo, la propuesta de Fawkes resultaba en el fondo poco realista. Casi a la vez que él entablaba negociacio­nes en la Península, los más destacados católicos de las Islas Británicas estaban mostrando su también denunciaro­n ciertos complots en marcha contra Jacobo, quien les recompensó por dicha delación hacia los católicos rubricada en Escocia. P

e Inglaterra estaban negociando una paz bilateral que, entre otros asuntos, incluía también ciertos compromiso­s sobre el trato que se debía dispensar a los católicos británicos. Este acuerdo era visto además que una guerra solamente serviría para legitimar el aniquilami­ento sin contemplac­iones del catolicism­o inglés por parte de las autoridade­s británicas. E

- vando en el bolsillo una respuesta condescend­iente y Jacobo I en el denominado tratado de Londres. A partir de ahí, los hechos resultan más conocidos y desembocar­on en el Complot de la Pólvora. El rey de Inglaterra mantuvo la represión religiosa hasta el punto de que la situación para los católicos alcanzó cotas desesperan­tes. En consecuenc­ia, varios recusantes británicos se reunieron secretamen­te un domingo 20 de mayo de Thomas Winter, John Wright, Thomas Percy y Guido Fawkes. Al propio Fawkes se le encomendó detonar el explosivo bajo los sótanos del Parlamento, pero fue arrestado en ese mismo subsuelo portando una linterna, un reloj de bolsillo, varias mechas y yesca, horas antes de que se celebrara la sesión plenaria. Aunque

el sótano de las Cámara de los Lores des día la guardia regia examina hasta el más recóndito - mentario.

 ??  ?? Jacobo I de Inglaterra y VI de Escocia firmó la paz con España en 1604, lo que hizo estériles los acercamien­tos de Fawkes a la causa católica.
Jacobo I de Inglaterra y VI de Escocia firmó la paz con España en 1604, lo que hizo estériles los acercamien­tos de Fawkes a la causa católica.
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 ??  ?? Arriba, Felipe III, que reinó en España entre 1598 y su muerte en 1621 y a cuyo servicio se puso Fawkes. A su derecha, el asedio que culminó con la toma española de Calais en 1596, en la que "nuestro" Guido tomó parte.
Arriba, Felipe III, que reinó en España entre 1598 y su muerte en 1621 y a cuyo servicio se puso Fawkes. A su derecha, el asedio que culminó con la toma española de Calais en 1596, en la que "nuestro" Guido tomó parte.
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 ??  ?? Ocho de los trece conspirado­res que pretendier­on volar el Parlamento británico en 1605. Guy Fawkes es el tercero por la derecha. La obra es de Crispijn van de Passe.
Ocho de los trece conspirado­res que pretendier­on volar el Parlamento británico en 1605. Guy Fawkes es el tercero por la derecha. La obra es de Crispijn van de Passe.
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 ??  ?? A la derecha, la confesión de Guy Fawkes, que firmó como "Guido" y fue obtenida mediante tortura. Abajo, la ejecución de este personaje según el trazo del grabador Claes Janszoon Visscher.
A la derecha, la confesión de Guy Fawkes, que firmó como "Guido" y fue obtenida mediante tortura. Abajo, la ejecución de este personaje según el trazo del grabador Claes Janszoon Visscher.
 ??  ?? El célebre cuadro Descubrimi­ento de la conspiraci­ón de la pólvora recuerda la noche en que
acabaron los sueños revolucion­arios de Fawkes y sus correligio­narios.
El célebre cuadro Descubrimi­ento de la conspiraci­ón de la pólvora recuerda la noche en que acabaron los sueños revolucion­arios de Fawkes y sus correligio­narios.
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 ??  ?? La ciudad de York, capital del condado de Yorkshire, ha sabido conservar el encanto de los siglos pasados. Los visitantes no pueden obviar su catedral de San Pedro, de estilo gótico y una de las más notables del país.
La ciudad de York, capital del condado de Yorkshire, ha sabido conservar el encanto de los siglos pasados. Los visitantes no pueden obviar su catedral de San Pedro, de estilo gótico y una de las más notables del país.

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