¿TRIBUNALES CIVILES O RELIGIOSOS?
■ La imagen de crueldad que acompaña a los tribunales eclesiásticos de la Inquisición es extrapolable al concepto mismo de justicia de aquella época. Esto es, los tribunales civiles no fueron más amables –antes al contrario– que la Iglesia, como prueba el número de víctimas por brujería en otros países... o incluso en España. A modo de ejemplo, entre 1616 y 1619 la justicia civil condenó a la horca a más de trescientas “brujas” en Cataluña –muchas de ellas, en realidad, curanderas o comadronas–, una barbarie alimentada por las autoridades municipales a la que puso freno la Inquisición, que defendió la inocencia de las víctimas. Otro dato: el sacerdote Alonso de Salazar y Frías fue uno de los inquisidores que más sensatez aportó a una Iglesia demasiado crédula en cuestiones de brujería.