La revuelta HUGONOTE
Durante la segunda mitad del siglo XVI Francia quedó arrasada por hasta ocho guerras entre católicos y protestantes, o hugonotes, hasta que al final, con el Edicto de Nantes, la corona reconoció la libertad de culto a los rebeldes, su propiedad sobre los bienes de la iglesia secularizados y la existencia de 60-80 plazas de seguridad a las que acogerse en caso de ser atacados, lo que constituía una especie de estado paralelo. Luis XIII se decidió a acabar con esta situación pero su intentó fracasó en la guerra de 1621-22. El nuevo primer ministro de Luis XIII, el Cardenal Richelieu, no podía permitir que esta circunstancia amenazara la existencia del propio Estado y el poder real, de modo que dejó fuertes guarniciones en los territorios protestantes y empezó a controlar los accesos a La Rochelle, su principal ciudad. Los hugonotes, viéndose de nuevo amenazados decidieron atacar por sorpresa, y al mando de Soubise con una flotilla de 12 barcos pequeños y 400 hugonotes salieron de La Rochelle en enero de 1625 y consiguió capturar 7-15 grandes navíos de la flota real en Blavet, al sur de Bretaña, escapando a su vez del gobernador Vendôme, rompiendo las cadenas con las que éste intentó encerrarlo en el puerto. Luego Soubise ocupó las Islas de Ré y d´Oleron, que controlaban las entradas marítimas de La Rochelle, desbloqueando totalmente la ciudad, y atacó Royan para amenazar Burdeos. Richelieu, ocupado en Italia por la guerra contra España llamó en su ayuda a Inglaterra y Holanda. Estos enviaron una flota de 7 naves inglesas bajo Pennington, y otras 20 holandesas de Haultain, que unidos a una escuadra improvisada bajo Montmorency de 35 barcos, vencieron a la flota rochelesa de 28 barcos de Jean Guiton en Ré, en septiembre. Después desembarcaron en la isla a las tropas de Toiras, que lograron derrotar a los 3.000 protestantes de Soubise, volviendo a quedar bloqueada por mar La Rochelle. Sin embargo, Rohan, hermano de Soubise, había logrado expandir la revuelta por el Languedoc y controlar Nimes y Alés por lo que Richelieu, asustado, firmó la paz de Paris en febrero de 1626.