La adicción de LA ARISTOCRACIA
La protagonista de la novela La Quimera (1903), escrita por Emilia Pardo Bazán, se convirtió en el paradigma de la morfinomaníaca española. Espinita Porcel, una coqueta aristócrata adicta a los cigarrillos de opio y las inyecciones de morfina, se presenta en las páginas de la novela como mujer de gran exquisitez estética, ante cuyos pies cae rendido el pintor Silvio Lago. Ramón Gómez de la Serna también usó a una adicta a la morfina –una mujer de rompe y rasga, de gran belleza y temperamento–, como protagonista para su novela La Nardo. Y ya en fechas más tardías, Pío Baroja hizo una atinada descripción de la bohemia madrileña finisecular en Las noches del Buen Retiro (1933), donde encontramos personajes como un aristócrata decadentista sin laringe, adicto a la morfina y muy dado a relatar aventuras sexuales de tono perverso.