UN JUGOSO PEDAZO DE LA VIDA
■ La “Dulce Ciencia” es el nombre con el que los anglosajones designan al boxeo. Este volumen reúne las colaboraciones que, entre 1951 y 1955, el periodista norteamericano A. J. Liebling (1904-1963) publicó en The New Yorker, donde comenzó a escribir en 1935 y en el que también aparecieron sus reportajes y artículos cuando fue corresponsal durante la Segunda Guerra Mundial. Liebling se considera un discípulo del inglés Pierce Egan (1772-1849), que reunió en Boxiana sus artículos sobre el mundo del boxeo, que aparecieron en sucesivas ediciones desde 1812 hasta 1828. De Egan procede el nombre de Dulce Ciencia (“¡la Dulce Ciencia de los Moratones!”) y de él toma también la idea de ver el boxeo como “un pedazo jugoso de la vida”.
Aunque en el volumen aparecen muchos boxeadores hoy olvidados, algunos de ellos, a los que dedica Liebling magníficos artículos, son hoy día leyendas del boxeo, como el citado Joe Louis, Sugar Ray Robinson, Rocky Marciano, Archie Moore, Ezzard Charles. Liebling vive intensamente los días de boxeo. Asiste a los pesajes, come en restaurantes frecuentados por boxeadores y aficionados, describe el ambiente de las veladas, habla con los sparring y con los entrenadores, conoce a los propios protagonistas en sus gimnasios, suele tomarse una copa después de las veladas con otros aficionados… En sus crónicas no se trata de describir sin más y de manera técnica el desarrollo de los combates sino que Liebling reflexiona sobre el boxeo como metáfora de muchas cosas. A la vez, critica el auge de la televisión y las consecuencias que esto puede tener para el futuro del boxeo. En sus crónicas, escritas en primera persona, incluye siempre el lado humano de los boxeadores, sus aficiones, algo de su historia personal…