Guerra mundial CONTRA LOS CÁTAROS
El asesinato del legado papal, Pière de Castelnau, a manos de un escudero de Raimundo VI de Tolosa, solo unos meses más tarde, fue el detonante de la cruzada contra los cátaros. Ni la muerte del Papa Inocencio en 1216 evitó la masacre. El nuevo pontífice, Honorio III, continuaría con la misma política represiva que culminaría con la toma de Montségur, en 1244. Es más, ordenó a su legado que no permitiera que el rey de Aragón ni otros nobles de este lado de los Pirineos declarasen la guerra a Simón de Montfort y solicitó al rey Jaime que se abstuviera de prestar ayuda a los ciudadanos de Tolosa que a la sazón vivían el asedio de los cruzados.