Historia de Iberia Vieja

JUICIO A FERNANDO VII

- MADO MARTÍNEZ

Sentamos en el banquillo de los acusados al rey más deseado y odiado: Fernando VII. Durante un tiempo, este monarca pareció encarnar la lucha contra los franceses en la Guerra de la Independen­cia, pero, a su regreso, mantuvo una política represora contra todos… y algunos más. Nos situamos en un hipotético juicio en el que lo declaramos culpable inocente. El veredicto, en estas páginas.

ESTAMOS HABLANDO DEL REY MÁS QUERIDO Y ODIADO DE NUESTRA HISTORIA. LA FIGURA DE FERNANDO VII TODAVÍA GENERA TODO TIPO DE DEBATES. A LA GENTE LE TOCÓ VIVIR UN TIEMPO EN EL QUE PASARON MUCHAS COSAS, Y LA MÁS IMPORTANTE DE TODAS FUE LA INVASIÓN DE ESPAÑA POR PARTE DE FRANCIA. ANTE TAL CIRCUNSTAN­CIA, LA GENTE SE PUSO A SU FAVOR. MIENTRAS TANTO, NAPOLEÓN NOMBRÓ A SU HERMANO COMO REY DE ESPAÑA. LA GUERRA DE LA INDEPENDEN­CIA LA GANARON LOS ESPAÑOLES Y FERNANDO VII VOLVIÓ, PERO LAS COSAS QUE HIZO DESPUÉS DECEPCIONA­RON A ALGUNOS…

En 1814, tras la derrota de los ejércitos franceses y la expulsión de José Bonaparte, Napoleón acabó reconocien­do a Fernando VII como rey, liberándol­e y devolviénd­ole el trono mediante el Tratado de Valençay. Nada más poner un pie en España, entrando por el camino de Valencia, recibe de la mano de un grupo de diputados afectos a su persona el llamado Manifiesto de los Persas, una auténtica declaració­n a favor de la restauraci­ón del régimen absolutist­a. Lo firmaban 69 diputados en total y lo habían mandado a imprimir, además, para que fuera “conocido por todos por medio de la prensa”.

El título completo del documento era Representa­ción y manifiesto que algunos diputados a las Cortes Ordinarias firmaron en los mayores apuros de su opresión en Madrid, para que la Magestad del Señor D. Fernando el VII a la entrada en España de vuelta de su cautividad, se penetrase del estado de la nación, del deseo de sus provincias, y del remedio que creían oportuno; todo fue presentado á S.M. en Valencia por uno de dichos diputados, y se imprime en cumplimien­to de real orden.

Así pues, El Deseado pasó a cumplir los deseos de sus partidario­s de restaurar el régimen absolutist­a, perseguir a los liberales e instaurar un gobierno caracteriz­ado por la mano de hierro. Fue exactament­e lo mismo que hicieron el resto de monarquías europeas tras la caída del Imperio napoleónic­o, ni más ni menos: esforzarse por legitimars­e en la tradición, combatiend­o los principios revolucion­arios que habían acabado desembocan­do en la Revolución Francesa, el asesinato de la familia real francesa y la posterior instauraci­ón del Imperio –que había puesto la soberanía

FERNANDO VII INSTAURÓ UN RÉGIMEN DE REPRESIÓN Y PERSECUCIÓ­N TAN FEROZ QUE FUE NECESARIA LA CREACIÓN DE LA POLICÍA

nacional en manos de la voluntad general de los súbditos, en contraposi­ción a la soberanía por derecho divino.

Para llevar a cabo esta tarea, Fernando VII instauró un régimen de represión y persecució­n tan feroz, que fue necesaria la creación de la Policía, cuerpo de seguridad que ha llegado hasta nuestros días. Las funciones que Fernando VII dio a la recién creada “Policía General del Reino” por aquella época quedaron reflejadas en el decreto publicado el 13 de enero de 1824: “Debe hacerme conocer la opinión y las necesidade­s de mis pueblos, e indicarme los medios para reprimir el espíritu de sedición, de extirpar los elementos de la discordia y de obstruir todos los manantiale­s de la prosperida­d”, aunque también había otras más cotidianas, como “impedir que se coloquen tiestos, cajas u otros objetos de esta clase en ventanas, azoteas o tejados donde puedan caerse y dañar a los que por ellas transiten”.

Tras el breve paréntesis del Trienio Liberal (1820-1823), en el que Fernando VII simuló someterse a un nuevo régimen constituci­onal, dio comienzo lo que la historia bautizó como la Década Ominosa (18231833), el último periodo de su reinado, en el que actuó con más dureza si cabe, llevado por el enfado y los deseos de venganza. Ya le habían quitado la varita del poder dos

veces, y no estaba dispuesto a dejar que sucediera una tercera vez. Cerró periódicos y universida­des, erradicó cualquier atisbo de liberalism­o, prohibió las sociedades secretas tanto en España como en América, y se produjeron levantamie­ntos absolutist­as. Fue durante este periodo cuando empezó a desmembrar­se el Imperio Español, con la pérdida de la práctica totalidad de las colonias americanas.

Hoy, parece que lo único que hizo este rey por sus súbditos fue engañarles, imponerles un régimen absolutist­a y actuar únicamente a favor de sus intereses personales. En general, el perfil de este monarca se ha pintado con una paleta de colores peyorativo­s: chaquetero, corrupto, dictatoria­l, traicioner­o y vengativo. Algunos, incluso, han llegado a afirmar que, de todos los reyes y reinas que ha tenido la Corona española, Fernando VII fue el que menos satisfizo a los españoles durante su regencia. Pero, ¿es cierto? ¿Hizo alguna aportación beneficios­a? Pasados los años, y con las gafas de la distancia, si le sometiéram­os a una especie de juicio moderno, ¿cuál sería el veredicto? ¿Culpable o inocente? Es verdad que, como rey de España, quizá no supo estar a la altura de un pueblo que derramó sangre por él, luchando en el frente de batalla para que “El Deseado”, como así le llamaban, volviera a coger las riendas del poder tras la ocupación napoleónic­a; pero no es menos cierto que a este monarca le tocó enfrentars­e con un enemigo inédito: el terror gabacho había degollado a la monarquía francesa. Las cabezas de Luis XVI y María Antonieta sobre el cesto lanzaban un mensaje muy claro: un día, tu propio pueblo, instigado por los afrancesad­os, te puede mandar al cadalso en nombre de palabras tan gloriosas como “igualdad, libertad y fraternida­d”.

CERRÓ PERIÓDICOS Y UNIVERSIDA­DES, ERRADICÓ CUALQUIER ATISBO DE LIBERALISM­O Y PROHIBIÓ LAS SOCIEDADES SECRETAS EN ESPAÑA Y LATINOAMÉR­ICA

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 ??  ?? Fernando VII residió en el Castillo de Valençay durante la invasión y en él se firmó el tratado que lleva su nombre. Arriba, uniformes de la Revolución Francesa.
Fernando VII residió en el Castillo de Valençay durante la invasión y en él se firmó el tratado que lleva su nombre. Arriba, uniformes de la Revolución Francesa.
 ??  ?? Jura de Fernando VII como Príncipe de Asturias, obra de Luis Paret y Alcázar que se conserva en el Museo del Prado. Con el Tratado de Valençay, el emperador Napoleón I reconocía a Fernando VII como monarca español al tiempo que ofrecía la paz tras las diversas derrotas sufridas por sus tropas.
Jura de Fernando VII como Príncipe de Asturias, obra de Luis Paret y Alcázar que se conserva en el Museo del Prado. Con el Tratado de Valençay, el emperador Napoleón I reconocía a Fernando VII como monarca español al tiempo que ofrecía la paz tras las diversas derrotas sufridas por sus tropas.
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