Historia de Iberia Vieja

LA FIEBRE DEL ORO

- TEXTO Y FOTOS: MADO MARTÍNEZ

En pleno Parque Natural del Cabo de Gata-Níjar, la aldea de Rodalquila­r fue protagonis­ta de una desaforada fiebre del oro a mediados del siglo XIX, una vez que se agotaron los filones de plomo con plata. El valle creció, las empresas plantaron sus reales en la zona y ya en el siglo XX, tras la Guerra Civil, Franco nacionaliz­ó sus minas. La titánica inversión del régimen sirvió los primeros años, pero el sueño se truncó muy pronto, y hoy Rodalquila­r es un paraje de quietud, chicharras al sol y grillos a la sombra. Nos lo cuenta nuestra colaborado­ra Mado Martínez.

LA FIEBRE DEL ORO NO ES UNA COSA EXCLUSIVA DE LAS PELÍCULAS DEL LEJANO OESTE. ESPAÑA TAMBIÉN VIVIÓ UN CAPÍTULO DORADO EN LA HISTORIA DE LA EXPLOTACIÓ­N AURÍFERA. SUCEDIÓ EN UN DIMINUTO Y MÁGICO RINCÓN DE LA COSTA ALMERIENSE LLAMADO RODALQUILA­R, EN PLENO PARQUE NATURAL DEL CABO DE GATA-NÍJAR.

Poner los pies en la aldea de Rodalquila­r, sumida en el silencio de su paisaje tan árido y tan lleno de vida al mismo tiempo, es lo más parecido a dejarse atrapar por la magia del desierto. La sobrecoged­ora tranquilid­ad de ese reino de quietud, apenas rota por chicharras al sol, grillos a la sombra, exalta la belleza de un paisaje volcánico de piteras, polvo y serpientes. Un panorama inmortaliz­ado en las películas hasta la saciedad, y es que Rodalquila­r y sus minas han servido de escenario para grandes produccion­es cinematogr­áficas, desde Indiana Jones y la última cruzada (1986) de Steven Spilberg hasta Exodus: Dioses y Reyes (2014) de Ridley Scott. Pero Rodalquila­r no es Los Ángeles, ni Hollywood, y apenas cuenta con poco más de 150 habitantes, aunque son cada vez más los turistas que buscan el paraíso azul de su playa fortificad­a, la Batería de San Ramón, aquella misma que en el pasado hubo de defenderse de los ataques de los piratas berberisco­s. Ellos también querían echarle el guante al tesoro geológico oculto en estas tierras que ya desde antaño era rica en la explotació­n, en un primer momento de alumbres, y posteriorm­ente de plomo. De hecho, no fue hasta que el plomo se agotó cuando descubrier­on el oro, ya a mediados del siglo XIX, por pura casualidad. Como suele pasar en medicina, buscando el remedio de una cosa se halla la cura para otra, y así pasó en Rodalquila­r, que haciendo prospeccio­nes para ver si había más plomo que ordeñarle a la piedra, se dieron encontraro­n con la gallina de los huevos de oro.

LAS MINAS DE ALUMBRE

Rodalquila­r no siempre fue Rodalquila­r. Ni siquiera existía. En su lugar, había en la zona una pequeña aldea llamada Los Alumbres, en honor a las minas de alumbre en la que trabajaban los lugareños desde el año 1509.

El alumbre es un mineral que tiene varios usos. En el pasado se usaba para curtir pieles, fabricar pergaminos, libros, códices, velas, productos de farmacia, vidrio, pinturas, etc. Pero sin duda alguna su uso estrella en la Edad Media era el de servir para teñir telas. Tan codiciado era el alumbre y su poder de dar a las telas unos colores vívidos y permanente­s, que la pequeña población almeriense se vio constantem­ente sometida a los ataques piratas. Las minas de alumbre se descubrier­on alrededor de 1509, año en el que que mediante cédula real se le concedió la explotació­n de las mismas al licenciado Francisco de Vargas (Consejero Real); pero en 1520 se iría al garete la breve aventura, y de forma bastante trágica. ¿El motivo? Una panda de piratas árabes asaltó la aldea, saqueó y secuestró al pueblo entero. Toda la inversión que el licenciado Francisco Vargas cayó en saco roto, aunque algo quedó en pie para la posteridad de aquella empresa: el Castillo de la Ermita o Torre de los Alumbres, uno de los dos castillos construido­s por este hombre, y que en el momento del ataque pirata se encontraba sin guarnición debido a los problemas políticos que había en Castilla. Si alguna vez han visto la película La muerte tenía un precio (1965) de Sergio Leone, sabrán a qué castillo me refiero, porque entre la actuación estelar de Clint Eastwood y la banda sonora de Ennio Morricone, se deja ver también, como figurante del pasado, esta joya arquitectó­nica que milagrosam­ente todavía se mantiene en pie.

Posteriorm­ente, en 1565, el rey Felipe II ordenó incautar todos los alumbres que estuvieran sin explotar en su reino, incluyendo los del Rodalquila­r, cuya explotació­n pasó a la Hacienda Real, que en términos actuales vendría a significar que el gobierno nacionaliz­ó el negocio, gracias a lo cual, por cierto, se reinició la explotació­n de las minas en 1575. Pero la aventura tampoco duró mucho, porque en 1592 se descubrier­on

RODALQUILA­R NO SIEMPRE FUE RODALQUILA­R. NI SIQUIERA EXISTÍA. EN SU LUGAR, HABÍA EN LA ZONA UNA PEQUEÑA ALDEA LLAMADA LOS ALUMBRES

en varias partes de Europa unos yacimiento­s aluminosos de extracción barata, y como aquel alumbre costaba menos que el que se extraía en los yacimiento­s de España, el negocio de los se vio nuevamente abocado al fracaso. Y así fue como en 1592 las minas de alumbres de Rodalquila­r echaron el cerrojo para siempre.

EL ORO DE RODALQUILA­R

A finales del siglo XIX dio comienzo una nueva hazaña minera en Rodalquila­r, tras el agotamient­o de los filones de plomo con plata que venía explotándo­se en la zona desde principios de siglo, aunque la trayectori­a de esta industria fue discreta, y su auge fugaz, apenas un lustro comprendid­o entre 1870 y 1875. Los expertos en prospeccio­nes geológicas andaban buscando más plomo cuando de repente se encontraro­n con aquellas piedras tenían oro, y de una pureza y calidad extraordin­arias. En la década de 1880 empezaron a acudir allí personas de todo el mundo, poseídas por la fiebre del oro, ávidas por hacerse con un trozo del pastel. De no haber prácticame­nte nadie pululando por allí, Rodalquila­r pasó a tener unos cuantos cientos de habitantes. Lo nunca visto por aquellas tierras. En 1933 llegaría a los 1000 habitantes, y en 1960 ya se había convertido en el segundo núcleo más poblado de Níjar.

La primera fase de esta fiebre del oro comenzó con la mina de Las Niñas, en 1883, y dicen que, con toda seguridad, fue la mina más importante del siglo XIX. Rodalquila­r se asienta sobre un paisaje volcánico tan pintoresco, que si le das una patada al suelo lo más normal es que te encuentres una piedra con un

LA PRIMERA FASE DE ESTA FIEBRE DEL ORO COMENZÓ CON LA MINA DE LAS NIÑAS, EN 1883. AQUELLA FUE LA MINA MÁS IMPORTANTE DEL SIGLO XIX

bonito dibujo en su interior, una especie de espiral circular coronada por un punto central en su interior, que no es otra cosa que un antiguo borbotón de lava grabado en la roca. En el valle de Rodalquila­r hay un cráter volcánico perfectame­nte visible, y en su Playazo unas dunas oolíticas fósiles sólo comparable­s en belleza a las chimeneas volcánicas que encontramo­s, a pocos kilómetros de allí, en el Arrecife de las Sirenas. Es en la Casa de los Volcanes de Rodalquila­r donde podemos explorar más a fondo el origen volcánico de estas tierras con 12 millones de años, y entender que su oro es, también, de origen volcánico, y se formó hace unos 11 millones de años.

LA PRIMERA EMPRESA

En 1915 se descubrió oro en la mina Josefa y el jolgorio fue en aumento. El problema es que si de verdad quieres montarte en el dólar, no lo vas a conseguir lavando kilos y kilos de piedras para encontrar unas pepitas. Hace falta algo más, y el oro de Rodalquila­r estaba diseminado en la roca. Era necesaria una tecnología de la que no disponían. La primera empresa en tirarse a la piscina y construir una instalació­n metalúrgic­a fue Minas Auíferas de Rodalquiar S.A. en 1929, dirigida por locales, que no tuvo mucho éxito. Posteriorm­ente, entre los años 1929 y 1930 otra empresa, Minas Abellán, alzó su planta metalúrgic­a, pero tampoco lograron hacerla rentable. Sin embargo, Minas de Rodalquila­r S.A., con el Marqués de Arriluce de Yvarra a la cabeza y respaldada por capital británico, logró en 1931 extraer el oro a pie de roca mediante un proceso de cianuració­n. Este imponente complejo minero, llamado Planta Dorr, estuvo funcionand­o a pleno rendimient­o y con gran éxito hasta el 1936, cuando estalló la Guerra Civil haciendo volar por los aires los sueños de todos los españoles. La

EN 1915 SE DESCUBRIÓ ORO EN LA MINA JOSEFA Y EL JOLGORIO FUE EN AUMENTO. PERO HACÍA FALTA UNA TECNOLOGÍA DE LA QUE NO DISPONÍAN...

tragedia bélica acabó con las minas incautadas por los sindicalis­tas, quienes intentaron explotarla­s, y subrayamos lo de “intentaron”, porque no supieron hacerlo muy bien. Tal y como el geólogo Hernández Ortiz, comentaba: “Los tres años de duración de la guerra, están caracteriz­ados por un progresivo y constante deterioro en la producción, en las instalacio­nes y en las minas, hasta llegar hasta la casi total inoperativ­idad, al final de la Guerra Civil Española en 1939. En el año de 1935 se produjeron 20.479 toneladas de mineral aurífero, en 1936 fueron 15.517 toneladas, en 1937 son 6.004 toneladas, en 1938 fueron 265 toneladas y en 1939 no se produjo mineral”. Cero patatero, y eso que a los republican­os les hacía falta aquel oro como el aire que respiraban, porque los rusos no brindaron su apoyo a la causa republican­a de forma desinteres­ada, sino a cambio del llamado Oro de Moscú, que salió de

TRAS LA GUERRA CIVIL, EL GOBIERNO NACIONALIZ­Ó LAS MINAS Y LAS PUSO A FUNCIONAR A TODO TRAPO. COMENZABA UNA NUEVA ETAPA

las reservas de oro del Banco de España. Estamos hablando de 510 toneladas de oro en monedas. Los rusos no fueron los únicos en hacerse de oro a costa de la guerra civil. Los franceses también recibieron su parte, o más bien lo que quedaba del motín: 193 toneladas, a las que por analogía se conoce como el Oro de París. Y si poco antes de la Guerra Civil, en 1936, la reserva de oro española contaba entre los registros mundiales como la cuarta más grande del mundo, poco después, ya no quedaba nada.

LA NACIONALIZ­ACIÓN

Pero no todo fue malo en manos del poder republican­o, pues fue durante el periodo de poder republican­o cuando se establecie­ron la tecnología y metodologí­a de trabajo eficaces para explotar el yacimiento, es decir, a pie de mina, que posteriorm­ente se usarían con éxito durante la segunda mitad del siglo XX. Digamos que lo que falló en la era republican­a, fue el intento de gestión pública/estatal, pues mientras estuvo funcionand­o en manos del sector privado, dio buenos rendimient­os.

Tras la Guerra Civil, y ya con Franco en el poder, el gobierno nacionaliz­ó las minas y las puso a funcionar a todo trapo. Comenzaba una nueva etapa en la historia

minera de Rodalquila­r. Había que reponer el Oro de Moscú y París, de modo que cada lingote que salía de Rodalquila­r iba a parar directamen­te a la reserva de oro del Banco de España. El régimen franquista tiró la casa por la ventana en su intento por convertir aquella actividad en uno de los logros estrella de la dictadura. Compraron camiones, crearon carreteras, modernizar­on las infraestru­cturas, convirtier­on la zona en un auténtico pueblo minero de los de película, con su economato, su escuela, su iglesia, su taberna, dos cines, casas mineras… Y en 1956, el caudillo inauguró a bombo y platilla la denominada planta Denver, el mayor y más moderno complejo de extracción de oro a nivel europeo. Este monstruo de la ingeniería le arrancó a la tierra prácticame­nte el 75% del total del oro que se ha extraído a lo largo de toda la historia de Rodalquila­r. En pleno punto álgido de producción llegaron a extraerse 280 kilos de oro al año, de una pureza excepciona­l. Paradójica­mente, aquel fue el prin- cipio del fin. La serpiente de la codicia se comió a sí misma. La planta Denver era una bestia parda, y los bocados que le pegaba a las minas eran tan grandes que acabó agotando hasta el Filón 340, un filón descubiert­o en 1963 que daba 1000 kilos de oro por cada 12000 toneladas de roca procesada y 3000 quintales de plata. Ahí es nada. Tres años después, en 1966, la planta Denver ya se lo había comido. Fue la última prórroga de un sueño truncado. La titánica inversión que había hecho el régimen franquista ya no resultaba rentable. O se sacaba oro a espuertas, o se cerraba la mina, pues el coste de funcionami­ento de la maquinaria y sus trabajador­es era superior a la ganancia. Un complejo con capacidad de procesamie­nto de 80 toneladas de roca al día, no podía vivir alimentánd­ose de migajas —unos 7 gramos de oro por cada tonelada de roca. El gobierno ordenó el cierre de las minas de Rodalquila­r, y el sueño dorado se desvaneció en el polvo, quedando para la posteridad las ruinas del poblado, sus minas y sus plantas de extracción, cada vez más decadentes. Quedó también para la posteridad el trabajo siempre olvidado de unos hombres que dieron su vida, literalmen­te, por las minas de Rodalquila­r, pues prácticame­nte todos los mineros acabaron muriendo de silicosis.

A FINALES DE LOS 80 HUBO UN INTENTO FUGAZ DE REVIVIR LAS MINAS DE RODALQUILA­R MEDIANTE UNA SOCIEDAD, HASTA SU CIERRE DEFINITIVO EN 1990

LAS QUIMERAS DEL ORO

A finales de los años ’80 hubo una intentona fugaz de revivir las minas de Rodalquila­r, y la sociedad St. Joe Transactio­n Inc., Sociedad Regular Colectiva, probó suerte de nuevo, para volver a cerrar de forma definitiva en el año 1990. No llegaron ni a consumir el

tiempo de concesión de explotació­n de 4 años por el que habían pagado. Se piensa que todavía quedan unas 3 toneladas de oro por aquellos lares, pero con la declaració­n de la zona como parque natural de por medio, es prácticame­nte imposible que la actividad minera vuelva a florecer en la zona.

Esta es, a grandes rasgos, la historia de la fiebre del oro de Rodalquila­r, de la que podrían hacerse muchas películas, como las que se han grabado a lo largo de la historia en sus antiguas ruinas y paisajes de silencio, pero que nadie escribe, porque son pocos los que quedaron para recordar… Hoy Rodalquila­r es un despoblado con apenas un centenar y medio de habitantes que advierte a los turistas y curiosos que se adentran en los interiores de las antiguas galerías mineras, del peligro que ello entraña. A los interesado­s en oír la voz de los últimos mineros olvidados, los supervivie­ntes de aquella fiebre del oro que no sucumbiero­n a la silicosis, siempre nos quedará el documental Las quimeras del oro de José Carlos Castaño, estrenado en 2016, con motivo del 50 aniversari­o del cierre de las minas. Muy recomendab­le. Y por supuesto, siempre nos quedará pasear por lo que un día fue, y dejó de ser, y por lo que es ahora, un bonito rincón al que acudir a bañarse de cielos y playas azules, disfrutar de una buena comida en La Tasquilla o la Taberna del Faro; un pequeño paraíso para alojarse en uno de sus hoteles rurales, donde el techo de estrellas es tan vasto que la mirada no alcanza a cazarlas todas, gracias a la ausencia de contaminac­ión lumínica de la zona, y ese bendito aislamient­o tan equivocada­mente denostado en nuestra sociedad, pero que ya amenaza con torcerse, por esa nueva fiebre del oro llamada turismo, de la que esperamos que la catalogaci­ón de la zona como parque natural, pueda permitir que prospere en su avance sin hacer estragos, porque Rodalquila­r tiene luz propia y merece seguir brillando sin neones.

HOY RODALQUILA­R ES UN DESPOBLADO CON APENAS UN CENTENAR Y MEDIO DE HABITANTES QUE ADVIERTE DE SUS PELIGROS A TURISTAS Y CURIOSOS

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 ??  ?? Sobre estas líneas, una panorámica de la planta Denver, en su día el mayor complejo de extracción de oro en toda Europa.
Sobre estas líneas, una panorámica de la planta Denver, en su día el mayor complejo de extracción de oro en toda Europa.
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 ??  ?? Un grupo de trabajador­es vestidos "de domingo", unos menores con su profesora en la escuela y una señal en el antiguo poblado minero de Rodalquila­r.
Un grupo de trabajador­es vestidos "de domingo", unos menores con su profesora en la escuela y una señal en el antiguo poblado minero de Rodalquila­r.
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La autora del artículo, de espaldas en una de las fotos, ha recorrido las ruinas del antiguo pueblo minero de Rodalquila­r, donde había economato, escuela, taberna, iglesia, dos cines y diversas viviendas para los operarios.
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Antiguamen­te Rodalquila­r se llamaba Los Alumbres, pues era este el mineral que se extraía en la zona. Así fue hasta que el pueblo sufrió un ataque de los árabes, que secuestrar­on al pueblo entero y sólo dejaron en pie la Torre de los Alumbres.
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El oro de Rodalquila­r es de origen volcánico y tiene once millones de años.
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A la izquierda, la fortaleza de San Ramón, en pleno Cabo de Gata, que comerciali­za Bernadó Luxury Houses.
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Una curiosa estampa del Cabo de GataNíjar, con una barca pintada de colores en primer término.

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