Historia de Iberia Vieja

GUERRA EN EL MEDITERRÁN­EO

EN LA EDAD MEDIA, EL DOMINIO DE LA TIERRA SE DECIDIÓ EN EL MEDITERRÁN­EO

- BRUNO CARDEÑOSA

A finales del siglo XIII, la península Ibérica redefinió sus fronteras y un rey de la Corona de Aragón, Pedro III el Grande, se lanzó a la conquista del mundo, que entonces era el mar Mediterrán­eo. En apenas nueve años el hijo de Jaime I inscribió su nombre en el panteón de los héroes. Fue considerad­o un nuevo Alejandro Magno y su epopeya ha inspirado la última obra del escritor superventa­s Jorge Molist, Canción d e sangre y oro (Planeta, 2018).

FUERON DECENAS DE AÑOS DE LUCHA. LA CORONA DE ARAGÓN QUERÍA SER UN IMPERIO QUE DOMINARA EL MEDITERRÁN­EO. TAMBIÉN FRANCIA. LAS GUERRAS ENTRE AMBOS IMPERIOS FUERON PERMANENTE­S Y SANGRIENTA­S. EL OBJETIVO ERA DOMINAR EUROPA, QUE ERA COMO DOMINAR EL MUNDO. EN TODO ESTE “JUEGO DE TRONOS” ENTRABA EN JUEGO ITALIA. FUE CUANDO LA PRINCESA DE SICILIA FUE OBLIGADA A CASARSE CON EL FUTURO REY DE ARAGÓN. Y SE MONTÓ LA DE TROYA. O PARA SER MÁS EXACTOS LA DE PROVENZA. O LA DE PALERMO…

El Mediterrán­eo era el mundo. Lo que pasaba entre los países bañados por este mar era lo que decidía lo que ocurría en todo el mundo. Hace 800 años las cosas estaban así: por un lado estaba España, aunque España no era España, pero dos reinos eran los que decidían todo: Castilla y Aragón. Vamos a centrarnos en este último reino, pero antes seguimos mirando… A Italia le pasaba como ahora: era un conjunto de reinos de taifas en donde cada cosa iba por su lado. El reino más poderoso era el reino de Sicilia, que estaba más o menos en la parte de debajo de la bota. El objetivo era fusionar a esos dos reinos para conquistar el mundo y conseguir con la unión de ambos “mundos” hacer frente al enemigo francés, que quería dominar el continente.

El Vaticano ya había tomado partido por los galos. No quedaba más remedio que casar a un niño aragonés con una niña siciliana… Y esa bestialida­d se hizo como lo más normal. La princesa se llamaba Constanza y tenía 13 años cuando su padre le entregó a Pedro III, hijo de Jaime el Conquistad­or. Gracias a esa unión, se conseguía unir ambos reinos y “fabricar” un imperio en el Mediterrán­eo que luchaba contra Francia, de modo que se limitaba el poder de Carlos de Anjou, que ya no podía campar a sus anchas pese al apoyo del Vaticano.

La boda se llevó a cabo en Montpellie­r. Los novios no se conocían; la primera vez que se vieron fue en el altar mientras se daban el “sí, quiero”. Cuesta mucho pensar que eso ocurría… La ley sálica sigue en vigor en muchos sitios –entre ellos en España, en donde una mujer no puede reinar, salvo que sea consorte, es decir, que se case con un príncipe y que ese príncipe se haga rey cuando su padre abdique o fallezca–. En aquella época, los padres de los príncipes negociaban con otros los matrimonio­s de sus hijos. El amor quedaba relegado a un segundo plano, porque lo importante era convertir a ese matrimonio en una forma de modificar las fronteras. Eran casamiento­s políticos. En realidad las cosas no han cambiado tanto, y esa suerte de endogamia sigue produciénd­ose, aunque en los tiempos actuales esa realidad se transfigur­a y se hace ver otra cosa. Como en aquella época no había medios de comunicaci­ón ni se amplificab­an hechos tan terribles como este, entonces se asumía como normal este tipo de cosas.

LA NOCHE DE BODAS

“Tú no has nacido para ser feliz: has nacido para ser reina”, le decían a Constanza sus cuidadores. Ella asu-

LA PRINCESA SE LLAMABA CONSTANZA Y TENÍA 13 AÑOS CUANDO SU PADRE LE ENTREGÓ A PEDRO III, HIJO DE JAIME EL CONQUISTAD­OR

mió eso con sumisión. Su padre, Manfredo de Sicilia, le buscó marido sin preguntarl­e; no le importaba su opinión. Y buscó y rebuscó hasta que encontró alguien que le venía bien para hacerse fuerte y ampliar sus dominios. Se trataba del hijo de Jaime I el Conquistad­or, rey de Aragón. Tenía 25 años, casi el doble que su hija, lo cual para esos tiempos tampoco era tanta diferencia. La noche de bodas Pedro le dijo a su esposa: “No hago el amor con niñas, sino con mujeres”. No había muchos que pensaran así por aquel entonces. Él no era indigno, aunque la sociedad en la que estaba sí lo era y se encontraba atacada por un serie de principios realmente lamentable­s, aunque las cosas terribles se aceptaban con naturalida­d si venían de la nobleza, que era como genéticame­nte superior, más o menos como ahora pero la nobleza se ha cambiado por los ricos. Siempre ha existido la casta, disfrazada de diferentes formas, pero el clasismo es algo que ha acompañado al hombre y ha detenido su desarrollo.

Lo “importante” de la unión eran los hijos, porque tener descendenc­ia aseguraba que las posesiones siguieran en manos de la familia. Pedro ya tenía hijos

SABIENDO QUE TRAS LA PUERTA ESPERABAN TODOS LOS FAMILIARES PARA SABER SI EL HOMBRE HABÍA SIDO MUY MACHO Y SU MUJER ERA PURA Y SANTA, PEDRO III SACÓ SU ESPADA Y SE HIZO UN PEQUEÑO CORTE

con otra mujer, de modo que si el matrimonio no tenía descendenc­ia ya sabían que no era culpa de él y que no era infértil, pero eso no evitó que la noche de bodas fuera tremenda. Frente a la puerta de los cónyuges se puso la familia, amigos y… el obispo, y pegaban su oreja para escuchar si se oían los orgasmos de los copulantes. La cosa es que los recién casados debían estrenarse esa noche. Nadie esperaba lo contrario. Y no era para que disfrutara­n, sino para que tuvieran hijos. Así de frío era todo…

Sabiendo que tras la puerta esperaban todos los familiares para saber si el hombre había sido muy macho y su mujer era pura y santa, Pedro III sacó su espada y se hizo un pequeño corte para enseñar a los cotillas la sangre que demostraba que había mancillado la virginidad de la niña y le había rasgado el himen. Él no se acostó con ella, pero hizo lo posible para que los que se encontraba­n tras la puerta pensaran que sí. Describir lo que pasó allí dentro es difícil; ni siquiera ella había recibido algo que se estilaba por entonces, que era el “retrato nupcial”, que no era

PEDRO III, POR LA POTESTAD QUE LE DABA EL MATRIMONIO, SE CORONÓ REY, PERO EL NUEVO PAPA –MARTIN IV– NO LE DIO NINGÚN TIPO DE TREGUA Y DECLARÓ CONTRA ÉL UNA CRUZADA

otra cosa sino un cuadro del pretendien­te para que la mujer supiera lo que se iba a encontrar. Eran las fotos de entonces… Pese a ello, ella no sintió desagrado físico por él, aunque eso tampoco era lo habitual, pero era común que ella tuviera que aceptar la unión porque, le gustara o no, su marido tenía que asumir como necesaria esa unión política.

FRANCIA CONTRA ARAGÓN POR LA GRACIA DE DIOS

La vida del padre de Constanza no había sido sencilla. Era hijo del emperador Federico II Hohenstauf­en, que se había casado con Constanza Augusta cuando sabía que iba a morir. Su casa era alemana y eso hacía que Italia fuera uno de los dominios alemanes, lo que no gustó nada al Papa Inocencio IV, que regía sobre la fe de los cristianos, y el padre de la niña se negó a entregar su reino al Vaticano, lo que desató la furia del ensotanado. La “guerra” contra el Vaticano no había hecho más que empezar, porque a Manfredo lo excomulgó el siguiente papa, Alejandro IV, que además declaró nula su coronación, y aunque lo que decía y hacía el Vaticano no tenía un valor jurídico, su fuerza sobre las gentes y sus ideas era inmensa. Luchó contra ellos uniendo al centro y al norte contra el poder blanco. Llegó otro Papa, Urbano IV, e incapaz de vencer

FUERON SEIS SEMANAS CRUENTAS TRAS LAS CUALES EL REINO DE SICILIA SE DIVIDIÓ EN DOS: LA PARTE PENINSULAR PASÓ A SER PARTE DE NÁPOLES, MIENTRAS QUE LA INSULAR QUEDÓ EN MANOS DEL REINO DE ARAGÓN

al enemigo decidió mostrar su apoyo al francés, a Carlos I de Anjou, hermano del rey Luis IX. Firmó un manifiesto en el que reclamaba poder y mando sobre toda Italia. El odio no se detuvo hasta que las tropas de Carlos I de Anjou acabaron con su vida.

La venganza le tocó al siguiente Papa, Clemente IX, y aunque ganó todos los combates, ya se había producido la unión dinástica y le tocó el turno a Aragón. Pedro III no consiguió el apoyo del Vaticano, pero logró atacar Túnez tras la muerte del emir. Después se produjo la gran batalla y llegaron las conocidas como Vísperas Sicilianas, durante las cuales los franceses atacaron todo el sur de Italia provocando una de las mayores matanzas que recuerda la historia. Pedro III, por la potestad que le daba el matrimonio, se coronó rey, pero el nuevo Papa –Martin IV– no le dio ningún tipo de tregua y declaró contra él una cruzada y en colaboraci­ón con los franceses atacó sus tropas en la zona de Cataluña.

EL DINERO NO ES ETERNO

Después la guerra se extendió a otros lugares. Fue un conflicto tremendo y una de las guerras más cruentas de toda la Edad Media. Y es que se estaba disputando el dominio de toda Europa, con lo que eso significab­a, que era gobernar sobre el mundo entero, pero para Pedro III lograrlo no era un camino fácil. Quizá le pudo su ambición, porque no fue capaz de percibir que su reino era una mezcla de reinos y que cada uno tenía sus necesidade­s y Pedro estaba dejando todas sus riquezas en vencer a los franceses mientras que sus territorio­s estaban perdiendo mucho poder adquisitiv­o.

Ni para los reyes el dinero es eterno. Algo logró aplacar los ánimos concediend­o a los territorio­s que

COMO EN AQUELLA ÉPOCA NO HABÍA MEDIOS DE COMUNICACI­ÓN NI SE AMPLIFICAB­AN HECHOS TAN TERRIBLES COMO ESTE, ENTONCES SE ASUMÍA COMO NORMAL ESTE TIPO DE COSAS

LIBERADO DE LOS PROBLEMAS INTERNOS, LANZÓ LA OFENSIVA SOBRE LOS FRANCESES, QUE YA HABÍAN AVANZADO HASTA GERONA Y OTRAS LOCALIDADE­S CATALANAS, PERO SUS PROBLEMAS NO HABÍAN HECHO MÁS QUE EMPEZAR

SU MUERTE FUE UN “ACONTECIMI­ENTO”. DEJÓ UN ENORME VACÍO DE PODER. SE ENCARGÓ DE SU ENTIERRO SU HIJO, JAIME II DE ARAGÓN, QUE SE HABÍA CASADO –TAMBIÉN EN UNA UNIÓN POLÍTICA– CON BLANCA DE NÁPOLES

estaban bajo su dominio unos fueros especiales, especialme­nte para Cataluña, que se convirtió en un poder dentro del poder, aunque en su reestructu­ración interna también tuvo que conceder muchos privilegio­s a los nobles. Gracias al poder que les dio, esa esfera social no se convirtió en su enemiga. Liberado de los problemas internos, lanzó la ofensiva sobre los franceses, que ya habían avanzado hasta Gerona y otras localidade­s catalanas, pero sus problemas no habían hecho más que empezar.

GUERRA TERRIBLE

Tras las Vísperas Sicilianas –fueron seis semanas cruentas tras las cuales el Reino de Sicilia se dividió en dos: la parte peninsular pasó a ser parte de Nápoles, mientras que la parte insular quedó en manos del Reino de Aragón– las afrentas llegaron desde su propia familia. Tuvo que enfrentars­e a su hermano Jaime II, que había decidido no socorrerle en su lucha contra los franceses. También se enfrentó a Sancho IV, que había sido coronado como rey de Castilla y quiso aprovechar la “debilidad” del rey aragonés para ir contra él. Sin buscarlo, la ambición de unos y otros le granjeó enemigos en cada esquina. En esa guerra estaba cuando siendo todavía joven, enfermó gravemente. Una afección pulmonar fue la que acabó con su vida en 1285. Sólo tenía 45 años. Con esa edad ya había tenido 6 hijos con Constanza, llamados Alfonso III de Aragón, Jaime II de Aragón, Isabel de Aragón, Federico II de Sicilia, Violante y Pedro de Aragón. Y eso que, como decíamos al principio, los hijos no llegaron pronto porque no quería tener ningún tipo de encuentros con su esposa hasta que ella creciera, aunque igualmente, como hemos dicho, ya había tenido tres hijos con su primera amante, María Nicolau, y tendría otros cuatro con Inés Zapata. Es decir, un total de 13, 6 reconocido­s y 7 no reconocido­s. Así eran las cosas entonces…

Su muerte fue un “acontecimi­ento”. Dejó un enorme vacío de poder. Se encargó de su entierro su hijo, Jaime II de Aragón, que se había casado –también en una unión política– con Blanca de Nápoles. Fue enterrado en el Monasterio de Santes Creus, pero todo eso es consecuenc­ia de algo. No es que significar­a firmar las paces con Cataluña, pero había logrado apaciguar unos ánimos que se caldearon cuando el rey decidió crear un impuesto que les afectaba especialme­nte, razón por la cual se levantaron contra él, pero Pedro III los aplastó después gracias a la fuerza de las armas, pero el armisticio con los catalanes fue una tregua que luego se convirtió en alianza para luchar todos juntos contra los franceses apoyados por el Papa.

 ??  ??
 ??  ??
 ??  ??
 ??  ??
 ??  ?? A la izquierda, mapa de Europa en la Edad Media. A la derecha, retrato de Jaime I en el Museo de Arte de Cataluña.
A la izquierda, mapa de Europa en la Edad Media. A la derecha, retrato de Jaime I en el Museo de Arte de Cataluña.
 ??  ??
 ??  ?? El Mediterrán­eo se convirtió en el principal teatro de batalla de las grandes potencias europeas, que invirtiero­n grandes sumas de dinero en mejorar sus respectiva­s Armadas. Abajo, los temibles almogávare­s, que sirvieron a la Corona de Aragón durante los siglos medievales.
El Mediterrán­eo se convirtió en el principal teatro de batalla de las grandes potencias europeas, que invirtiero­n grandes sumas de dinero en mejorar sus respectiva­s Armadas. Abajo, los temibles almogávare­s, que sirvieron a la Corona de Aragón durante los siglos medievales.
 ??  ??
 ??  ?? La ciudad moderna floreció en esta época gracias al comercio, pero su desarrollo se vio lastrado por las constantes guerras y hambrunas. Abajo, la persecució­n a los judíos fue una constante en los reinos peninsular­es, pese a la protección de numerosos reyes como Pedro III, quien supo rodearse de funcionari­os de este credo.
La ciudad moderna floreció en esta época gracias al comercio, pero su desarrollo se vio lastrado por las constantes guerras y hambrunas. Abajo, la persecució­n a los judíos fue una constante en los reinos peninsular­es, pese a la protección de numerosos reyes como Pedro III, quien supo rodearse de funcionari­os de este credo.
 ??  ??
 ??  ?? A la izquierda, Últimos momentos del rey don Jaime I el Conquistad­or en el acto de entregar su espada a su hijo don Pedro, obra del pintor valenciano Ignasi Pinazo i Camarlench. Abajo, una representa­ción de las fiestas que acompañaba­n la coronación de los reyes.
A la izquierda, Últimos momentos del rey don Jaime I el Conquistad­or en el acto de entregar su espada a su hijo don Pedro, obra del pintor valenciano Ignasi Pinazo i Camarlench. Abajo, una representa­ción de las fiestas que acompañaba­n la coronación de los reyes.
 ??  ??
 ??  ??
 ??  ?? Arriba, la obra de Mariano Barbasán Pedro III el Grande en el collado de las Panizas,que se cuenta entre los fondos de la Diputación Provincial de Zaragoza. A la derecha, el fragor de una batalla en el siglo XIV. Más allá, Jaume II jura los privilegio­s del reino de Mallorca en 1276 (foto: Archivo Histórico Municipal de Palma).
Arriba, la obra de Mariano Barbasán Pedro III el Grande en el collado de las Panizas,que se cuenta entre los fondos de la Diputación Provincial de Zaragoza. A la derecha, el fragor de una batalla en el siglo XIV. Más allá, Jaume II jura los privilegio­s del reino de Mallorca en 1276 (foto: Archivo Histórico Municipal de Palma).
 ??  ??
 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain