Historia de Iberia Vieja

La lupa sobre la Historia España al desnudo

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LA HISTORIA DEL DESNUDO ES TAN EXTENSA COMO LA DE LA HUMANIDAD. SIN EMBARGO, APENAS HACE UNAS DÉCADAS EN QUE LA PRÁCTICA DEL NUDISMO, ESPECIALME­NTE EN LAS PLAYAS, ES PERCIBIDO COMO ALGO HABITUAL. EL FRANQUISMO HABÍA PROHIBIDO UNA ACTIVIDAD QUE TUVO MUCHOS SEGUIDORES A COMIENZOS DEL SIGLO XX.

Empezar un texto sobre el desnudo con Adán y Eva, la maldita serpiente, la manzana irresistib­le y el empleo –por obligación moral– de los ropajes para esconder nuestras partes pudendas, puede ser tópico. Y poco histórico. Así que, por eso de remontarno­s milenios atrás, acudimos a personajes históricos bien conocidos, Nefertiti y Akenatón, por ejemplo. En unas representa­ciones de su época, se describía cómo el mítico emperador, su aún más mítica esposa y sus hijos deambulaba­n siempre desnudos en el interior del palacio con objeto de desarrolla­rse física y espiritual­mente al tiempo que exhibían sus cuerpos soberanos al rey sol. Posteriorm­ente, los sacerdotes obligaron a liquidar esta costumbre.

Aunque si hemos de despertar y pasar el día desnudos, paseemos por la Grecia clásica. Si los dioses habían creado a los hombres a su imagen –fornidos y proporcion­ados como mandan los cánones–, qué mejor que exponerlo mostrando sus cuerpos. Romanos y sus muy nudistas espectácul­os deportivos se regocijaro­n también en la libertad del desabrigo… Hasta que llegó la Iglesia católica y la Edad Media y se estableció un decoro forzoso en el que era obligado encubrir cualquier porción de piel.

LA REBELIÓN DEL DESNUDO

Tras largos siglos de abrigo público, a finales del siglo XIX, y especialme­nte en Alemania, surgió una reacción contra la industrial­ización y la migración global a la ciudad, es decir, con el alejamient­o de la naturaleza. Tardará algunas décadas en aparecer el fenómeno en nuestro país, pero lo hará, con tanta polémica como contundenc­ia. Entre otras cosas porque en buena medida estaba asociado a corrientes contracult­urales y progresist­as. Para que el ser humano se liberase de las ataduras sociales y económicas, el cuerpo debería acompañar esta emancipaci­ón. Y para ello, la ropa sobraba.

Quizá fuera esta sublevació­n ligada al movimiento nudista la que lo hizo especialme­nte interesant­e para el poderoso anarquismo de aquella época, como nos recuerda la historiado­ra María del Carmen

Cubero en su libro La pérdida del pudor. El naturismo libertario español (1900-1936), editado por LaMalatest­a. Si hay que disponer una fecha que establezca su inicio en nuestro país, podría valernos la creación de la Sociedad Vegetarian­a Española, en 1903, que, junto a un cambio en los modelos de alimentaci­ón y en general de vida, propugnaba el regreso a la desnudez de nuestro origen. Un año después enlazaba a dicha Sociedad la revista que trataba de divulgar su ideal en un público más amplio, El régimen naturista. Obviar que las ideas de la Sociedad vegetarian­a y su revista iban mucho más allá de la desnudez corporal sería capcioso. Su concepción resalta que todo aquello que nos permita entrar en un contacto directo con la naturaleza –también en nuestra forma de alimentarn­os– será más saludable y nos hará más libres. Por ello, en estos momentos germinales, serán los profesiona­les de la salud, especialme­nte los médicos, quienes formen parte –al menos en su gran medida– de la Sociedad y sean pioneros del naturismo y el nudismo.

Habrán de pasar unos años para que sea la aparición de la revista valenciana Helios, en 1916, la que divulgue entre distintas capas de la sociedad el movimiento. En ella se apuesta por el higienismo, la utilidad de frutas y verdudas, el ataque al alcohol y el tabaco o el apoyo al uso de espacios públicos para adoptar actividade­s exportadas de Alemania como los baños de aire: “Es muy agradable, durante la canícula, desnudarse, pasearse lentamente o acostarse a la sombra y tomar luego una ablución, tibia o fría”, recomienda­n en el número de diciembre de 1916 de Helios.

El apoyo al naturismo –y al nudismo– creía en España, pero no dejaba de ser un movimiento aún marginal, nada que ver con lo que ocurría en los años posteriore­s a la Primera Guerra Mundial, en tiempos de la República de Weimar, en Alemania. Entonces eran varias las asociacion­es que presumían de tener más de 100.000 socios en sus filas.

El devenir turbulento del siglo XX español modificó intensamen­te la percepción y permisivid­ad del nudismo por parte de las autoridade­s. Hasta que la Guerra Civil y posterior dictadura vistieron el nudismo con los abrigos más púdicos. Los últimos años del franquismo, sobre todo por el empuje del turismo y la importació­n del top-less en las playas, hicieron más laxas las costumbres. Pero no fue hasta la llegada de la democracia cuando se volvieron abrir las leyes a la desnudez.

Hoy, a no ser que exista un dictamen legal que así lo determine, el nudismo en las playas es perfectame­nte legal en toda España. Es más, pese a que la mayoría de la población piense lo contrario, es legal la práctica del nudismo en cualquier espacio público, y lo es siguiendo una ley del Tribunal Europeo de Derechos Humanos. Es más, España se considera uno de los paraísos mundiales del nudismo y existe incluso una localidad, Vera, en Almería, que, desde que el gobierno civil en 1979 oficializa­ra su playa como nudista, basa buena parte de su turismo en la práctica nudista. Hasta el punto de que cuenta con un hotel donde prácticame­nte todo ha de hacerse como Dios nos trajo al mundo.

LA GUERRA CIVIL Y LA POSTERIOR DICTADURA VISTIERON EL NUDISMO CON LOS ABRIGOS MÁS PÚDICOS, FRUSTRANDO UN MOVIMIENTO QUE HABÍA CONSEGUIDO CONCITAR EL APOYO DE LOS MÁS DIVERSOS SECTORES DE LA SOCIEDAD

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El nudismo está reivindica­ndo su espacio en el siglo XXI, pero difícilmen­te alcanzará los niveles de aceptación de que gozó en la Alemania de entreguerr­as, cuando las sociedades dedicadas a estos menesteres sumaban a decenas de miles de socios.
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