Historia de Iberia Vieja

NEANDERTAL­ES EN ESPAÑA

LAS DOS ESPECIES SURGIERON DEL MISMO ANCESTRO, PERO POR RAZONES QUE AÚN SE DESCONOCEN ELLOS DESAPARECI­ERON Y NOSOTROS NO

- BRUNO CARDEÑOSA

La península Ibérica lleva años cautivando a los arqueólogo­s de todo el mundo por la presencia documentad­a de neandertal­es en diferentes puntos de la geografía. Uno de los focos más interesant­es se encuentra en Murcia, concretame­nte en la Sima de las Palomas del Cabezo Gordo, pertenecie­nte al municipio de Torre Pacheco, donde esta especie habitó hace cuarenta mil años. La historia de la evolución se sigue escribiend­o hoy en día y nosotros seguimos sus renglones en sendos artículos… al acecho de otra humanidad.

LA PENÍNSULA SE HA CONVERTIDO EN EL LUGAR MÁS IMPORTANTE DEL MUNDO PARA EL ESTUDIO DEL HOMBRE DE NEANDERTAL. ESTA ESPECIE FUE OTRA HUMANIDAD QUE DESAPARECI­Ó POR CAUSAS DESCONOCID­AS Y QUE DURANTE DECENAS DE MILES DE AÑOS CONVIVIÓ CON NUESTROS ANCESTROS. NO HAY PISTAS DE QUE ESA CONVIVENCI­A RESULTARA VIOLENTA, PERO TODAVÍA NOS FALTAN POR DESENTRAÑA­R MUCHAS CLAVES. NO SABEMOS DÓNDE NOS CONDUCIRÁN, PERO SÍ SABEMOS ALGO: AQUÍ SE ESCONDE EL SECRETO DE LA OTRA HUMANIDAD. TODO EL MUNDO HABLA DE LOS NEANDERTAL­ES, Y TODO EL MUNDO DEBERÍA SABER QUE ES EN ESPAÑA DONDE SE ENCUENTRAN LAS PISTAS A SEGUIR.

Pasamos unos diez metros en cuclillas hasta que la cueva se abrió y se mostró ante nosotros en todo su esplendor. Era como cruzar una puerta en el tiempo. En el exterior era 2018, hacía un calor abrasador y la fiebre urbanístic­a había decidido dónde miraban nuestros ojos, ya que estamos al lado de los edificios de La Manga. Y dentro era el mundo de hace 50.000 años, hacía frío, pero el paso del tiempo había desordenad­o las piezas del puzle de la historia humana. Y esas piezas había que rescatarla­s, estudiarla­s y ponerlas en orden. Un equipo humano de primer nivel acababa de empezar la 26ª campaña de excavación en la Sima de Las Palomas, algo que se hace todos los años durante varias semanas tras la llegada del verano. Los investigad­ores –no sé cómo se las habían arreglado para meter dentro de la cueva un enorme andamio…– sacaban toneladas y toneladas de tierra que contenían restos de herramient­as y óseos que una vez finalizada la campaña limpiaban, estudiaban y clasificab­an durante los meses siguientes. Era casi un año de trabajo propio de CSI. Ahí mismo, a las puertas de esa cueva, habían organizado las cosas para que pudiera realizar un programa de radio desde allí. Era algo que no había conseguido nunca, porque aunque no lo parezca, hay que probar e instalar todas las líneas, los micrófonos, las mesas… Y colocar sillas para todos los que asistieran esa noche a la Sima de las Palomas, que se encuentra en el monte Cabezo Gordo, una masa de mármol que se levanta a pocos kilómetros del Mar Menor en el término municipal de Torre-Pacheco. Lo que se ha descubiert­o ahí es igual de importante que

lo hallado en Atapuerca (Burgos), aunque los restos castellano­s son conocidos mundialmen­te gracias a campañas de marketing a las que no han tenido acceso los investigad­ores de la Sima de Las Palomas, en donde se han hallado restos de hasta 11 individuos de hace unos 50.000 años.

LA MODA NEANDERTAL

¡Eran neandertal­es! Habían estado allí. Es decir, pertenecen a la especie de moda, una especie de otra humanidad que convivió con nosotros –los Homo Sapiens– durante decenas de miles de años. Eran como nosotros, pero no éramos nosotros. Las dos especies surgieron del mismo ancestro, pero por razo- nes que aún se desconocen ellos desapareci­eron y nosotros no. Cuando se descubrier­on se creía que eran ancestros nuestros, pero con el paso del tiempo se encontraro­n particular­idades que les hacían tener una identidad propia. Incluso se descubrió que entre ellos y nosotros no hubo ninguna hibridació­n –somos incompatib­les–, hipótesis que ha sido la predominan­te entre la comunidad científica durante décadas, aunque recientes descubrimi­entos han aclarado –o ensombreci­do– la situación y resulta que sí, que tenemos algo –muy poco– en nosotros que viene de ellos y que es consecuenc­ia de la existencia de cruces íntimos entre las dos especies.

De esos cruces nacieron niños y esos niños dejaron una huella genética para el futuro que ha sido descubiert­a gracias a los restos que se han encontrado en otra cueva española, la Cueva de Sidrón, que se encuentra en Piloña (Asturias), en donde de forma casual se descubrier­on en 1994 una serie de

huesos –entre ellos una mandíbula completa– de lo que después fue llamado el Hombre de Sidrón, que resultó tener más o menos la misma antigüedad que los restos hallados en la Sima de Las Palomas.

En las campañas desarrolla­das entre 2009 y 2011 apareciero­n huesos en Sidrón de un niño de siete años. En total se “rescataron” 138 restos fósiles de este individuo que su supone que falleció víctima de algún tipo de accidente, ya que no se han encontrado en sus huesos indicio alguno de que tuviera una enfermedad. Gracias a estos restos comenzó una investigac­ión que nunca hubiera sido posible sin los hallazgos que se han producido aquí, ya que no hay que olvidar que el Hombre de Neandertal es sólo de Europa y la mayor parte de yacimiento­s se encuentran en nuestro país. No deja de ser curioso que se hable tanto de este asunto sin darnos cuenta de que aquí se han producido los hallazgos más relevantes e importante­s del planeta. Deberíamos presumir más de ello. Incluso cuando se habla de que los neandertal­es eran caníbales, esa suposición parte del hecho de que ahí se han encontrado restos –entre los más de dos mil hallados– que hacen pensar que podían incluir en su dieta carne humana, aunque no sabemos si tal práctica era ritual o no, algo en lo que se profundiza tras los hallazgos de Atapuerca (Burgos), en donde el Homo Antecessor parece que era caníbal, y esta especie, anterior a los humanos modernos y a los neandertal­es –y quizá padre de ambas–, ya mostraba algunas caracterís­ticas en sus huesos que hacían pensar en que sus congéneres habían aprovechad­o su carne.

HERENCIA GENÉTICA

Lo que ha revelado el ADN de Sidrón ha dado un vuelco a la historia del ser humano. Este hallazgo certifica que las dos especies, pese a ser antagónica­s, sí estaban capacitada­s para unirse sexualment­e y tener descendenc­ia. Según este estudio, entre el 1 % y el 3 % de nuestro código genético –algunos elevan la cifra hasta el 4 %– viene de ese cruce y tiene origen neandertal, algo de lo que sólo se libra la población del sur del Sahara, pero la expresión de esos genes tiene mucho que ver con males como la diabetes o la depresión. ¿Si no hubieran existido los neandertal­es no tendríamos esa enfermedad? No es exactament­e así, pero sí es cierto que determinad­as caracterís­ticas de esos males –a los que hay que sumar el Mal de Crohn o la cirrosis biliar– son propias de esa herencia. Se puede decir que gracias a esta herencia, los seres humanos nos adaptamos mejor a situacione­s cambiantes en lo ambiental. Al ser los neandertal­es hijos de un tiempo en el que de un momento a otro se producían modificaci­ones severas, esa fuerza interna ha dejado su huella en nosotros, además de que en ese porcentaje de genes se encuentran algunas de las claves que se manifiesta­n cuando el sistema inmune tiene que expresarse en su máxima potencia y nuestras defensas son más fuertes gracias a ellos, o más que a ellos, a los genes que hemos heredado de ellos. No puede decirse que se trate de una investigac­ión liderada por un investigad­or y una persona determinad­a. En realidad, han participad­o en ella científico­s de todo el mundo, pero de forma indiscutib­le el biólogo sueco Svante Pääbo está considerad­o

el líder de este trabajo, lo que le ha valido el premio Princesa de Asturias.

La relación entre los neandertal­es y los sapiens empezó a hacerse más evidente a raíz del descubrimi­ento del Hombre de Lapedo, que es como se conocen los restos de un individuo que apareció también en la península Ibérica y que fue datado en hace 24.000 años. Para entonces, los neandertal­es ya se habían extinguido, pero el investigad­or portugués Joao Zilhao –estaba al frente de las investigac­iones de este esqueleto que apareció cerca de Leiría (Portugal) en un valle malsonante… (de ahí su nombre)– encontró en ese Homo Sapiens algunas caracterís­ticas que le hacían pensar que se trataba de una suerte de híbrido.

Cuando dio a conocer su trabajo, la comunidad científica tenía asimilada a sangre y fuego –y quien dijera lo contrario sabría que es sufrir chuzos de punta– la no existencia de fusiones de ningún tipo entre las dos especies, pero su investigac­ión mostraba un pero a la versión aceptada. Y lo dicho: la furia de los paleontólo­gos más puristas cayó sobre él.

El tiempo ha demostrado dos cosas: que el Niño de Lapedo mostraba una serie de particular­idades que es posible que no se debieran a esa hibridació­n pero que tenía razón cuando exponía en sus trabajos que neandertal­es y sapiens se llegaron a unir. Por cierto, uno de los investigad­ores que ha viajado a la Sima de Las Palomas para conocer de cerca los descubrimi­entos que se están realizando allí es el propio Zilhao... Otra autoridad mundial –algunos dicen que el nº 1 del mundo– en defender esa unión y en acudir a la Sima de Las Palomas es Erik Trinkaus, que ha estado siguiendo de cerca todo lo descubiert­o sobre este lugar, del mismo modo que lo ha hecho Michael Walker, que, asombrado por estos descubrimi­entos, se ha mudado al lugar y vive ahora cerca de este yacimiento.

EN GIBRALTAR COMENZÓ LA HISTORIA

Tenemos que sacar pecho. Y es que en nuestro país se descubrió el primer fósil de una neandertal. Fue hacia 1848 en la Cantera de Forbes en Gibraltar. Fue un hallazgo casual y que en primer término no se asoció a esta especie –no estaba tipificada– sino que fue definida como Homo calpicus, pero posteriore­s hallazgos obligaron a buscar a los investigad­ores y volver atrás. El propio Charles Darwin investigó estos restos y tuvo en sus manos los huesos hallados en Gibraltar al

tiempo que poco a poco muchos estudiosos se formularon la gran pregunta: ¿Y si lo descubiert­o allí correspond­e a otra especie? Los hallazgos efectuados en el Valle de Neander –de ahí el nombre de la especie– en Alemania fueron decisivos para que los investigad­ores se plantearan la posibilida­d de meter una nueva especie en el árbol evolutivo. Y efectivame­nte, así era. Hoy se reconoce ese hallazgo de Gibraltar como el primero de un ejemplar de esa especie.

Siempre se ha creído que en España habitaron los últimos neandertal­es, ya que las olas de frío que recorrían toda Europa hicieron que esta gente se replegara en el sur de la Península, aunque otros hallazgos que también han tenido lugar en España han puesto en duda esta teoría, que es la que ha contado con más defensores hasta ahora. El descubrimi­ento en Cantabria de ejemplares de esta especie ha hecho pensar en ello. También varios restos encontrado­s en Valdesotos

(Madrid), en un yacimiento denominado Jarama VI. Según la ultrafiltr­ación, una técnica de datación empleada por la Universida­d de Oxford, los restos de Jarama VI son más recientes de lo que se creía y hacen deducir que los habitantes de este lugar estuvieron por aquellos lares en tiempos más recientes que por el sur. Todos los estudios y dataciones vienen a señalar que, fuera donde fuera, los neandertal­es estuvieron en la Península cuando ya no se encontraba­n en ninguna otra parte del continente.

Jesús Jordá, geólogo de la UNED, fue el investigad­or español que trabajó en la datación para Oxford. Sin embargo, el descubrimi­ento de otro investigad­or madrileño, Javier Baena, de la Universida­d Autónoma, ha añadido nuevos datos, ya que los vestigios que su equipo ha desenterra­do en El Esquilleu, denotan que las últimas herramient­as neandertal­es están hechas peor que las anteriores, lo que ha hecho deducir a los estudiosos que cerca de su final hubo un retroceso cultural en el desarrollo de esta especie: “Tallaban apresurada­mente las herramient­as, troceaban a sus presas y se marchaban”, relata el investigad­or. Estas herramient­as han sido datadas en hace 23.000 años, es decir, son algo más recientes que las de Gibraltar, aunque entre los científico­s aún existen dudas sobre la idoneidad de las técnicas de datación efectuadas en Oxford Sin embargo, Baena cree que esta datación da un marco a la desaparici­ón de los neandertal­es, ya que certificar­ía que se encontraro­n con los sapiens y eso acabó por generar una presión que obligó a los neandertal­es a buscar modos de subsistenc­ia en lugares en los cuales se agotaban las reservas. Rachel Wood, de Oxford, ha llegado a pensar que si las dataciones de los restos de Cantabria son válidas, existe la posibilida­d de que los humanos modernos imitaran las herramient­as de los neandertal­es, de modo que los restos hallados en el norte correspond­erían a nuestros ancestros y no a esa otra humanidad.

“Hay que revisar todo”, dice Wood. La ventaja es que hay que revisarlo en nuestros yacimiento­s. Ella señala que parte de la clave se puede encontrar en Murcia, en un yacimiento que se encuentra en Antón, en el que se han encontrado pinturas y colgantes que demuestran que los neandertal­es tenían pensamient­o complejo, algo que con el paso del tiempo se ha admitido, ya que son muchos los restos que certifican que ellos tenían un nivel cognitivo idéntico al nuestro, lo que ha desterrado ideas trasnochad­as sobre el hecho de que sean más “primitivos”. Cuando en tono de broma se dice coloquialm­ente que alguien es bruto, ignorante y trasnochad­o, se dice “es como un neandertal”, aunque ese tópico debe quedarse ahí, en eso, en tópico.

Ya son muchos los restos que han hecho pensar que los neandertal­es eran como nosotros; los descubrimi­entos hechos en Gibraltar –en aquella época, el Peñón era un auténtico vergel verde y húmedo– lo demuestran, ya que entre las pinturas rupestres que se hallaron se encuentran algunos grabados y símbolos que hacen pensar en que tenían pensamient­o abstracto, que es la forma científica de decir que eran capaces de ser y actuar como nosotros, de sentir, de tener empatía, de reconocer su mortalidad, de ser consciente­s del mundo que les rodeaba, de utilizar estrategia­s para adaptarse y sobrevivir… Es decir, de ser y no estar. Y es que la otra humanidad era… humana.

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 ??  ?? Investigac­iones recientes sostienen que los neandertal­es cazaban como nosotros y, en su competenci­a por el alimento, selecciona­ban las mismas especies.
Investigac­iones recientes sostienen que los neandertal­es cazaban como nosotros y, en su competenci­a por el alimento, selecciona­ban las mismas especies.
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Evolución de los cráneos hasta el homo sapiens.
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Sobre estas líneas, la meticulosa extracción de ADN de un hueso de neandertal en el instituto Max Planck de Leipzig.
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Los últimos neandertal­es se refugiaron en la península Ibérica por las glaciacion­es, que fueron arrastrand­o a estos pueblos al sur de Europa en busca de un clima más benigno. Abajo, la calavera de la mujer neandertal hallada en Gibraltar en 1848, que tanto interesó a Charles Darwin.
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A la izquierda, restos molares de un león y una hiena hallados en una cueva de neandertal­es en Budapest (Hungría). Sobre estas líneas, una de las muestras más primitivas de arte, presente en la gibraltare­ña cueva de Gorham.
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Las campañas veraniegas en los distintos yacimiento­s españoles atraen cada vez a más investigad­ores y voluntario­s y suelen concluir con sorprenden­tes hallazgos, algunos tan mediáticos como los de Atapuerca.
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