El ejemplo de MUÑOZ TORRERO
Sin duda es Muñoz-Torrero el más representativo de este clero aperturista, por su protagonismo en las deliberaciones gaditanas. Eclesiástico al fin y al cabo, seguía prefiriendo un estado confesional a uno laico. El ciudadano, a su juicio, debía tener como principal obligación la defensa del catolicismo. Por otra parte, su defensa de la libertad de prensa no llegaba al extremo de pretender arrebatar a los obispos la censura en materia religiosa. En otros aspectos, sin embargo, sus posturas adquirieron un claro cariz progresista. Al defender la abolición de la Inquisición, por ejemplo, dada su incompatibilidad la constitución por su estructura y sus métodos. No en vano, el acusado se veía sometido a una estructura secretista que le dejaba indefenso ante la arbitrariedad. Existían, además, razones teológicas que aconsejaban prescindir de una institución tan polémica. De acuerdo con su propia naturaleza, espiritual y no política, la Iglesia no debía tener facultades para imponer penas civiles.
Por otra parte, también dentro de los debates sobre cuestiones religiosas, el diputado extremeño se manifestó a favor de la desamortización de los bienes de las órdenes religiosas. Pero, sobre todo, destacó su intervención en favor de la soberanía nacional, un principio que, en su opinión, se hallaba ya en la antigua tradición medieval española, la representada en códigos como las constituciones de Aragón o los fueros de Navarra. La monarquía absoluta había usurpado al pueblo la soberanía, pero, si se echaba mano a la doctrina de los Santos Padres, se comprobaría que era la comunidad quién otorgaba al monarca sus atribuciones. Muy hábilmente, Muñoz-Torrero hacía compatibles dos principios en apariencia antagónicos: la soberanía nacional y el origen divino del poder.