Los trabajos de EXCAVACIÓN
Si en 1991 se encontró aquel primer diente del que partiría toda la excavación arqueológica de la Sima de las Palomas,
la construcción de la torre de andamiaje en la galería principal que alcanza la columna no podría llevarse a cabo hasta el año 1994. Antes de poder construirla, hubo que separar y tamizar toneladas de escombros mineros. El profesor Walker recordará siempre el día en el que subieron los andamios a cuestas por la sierra, en pleno mes de julio, bajo un sol de justicia, a 45 grados. Las únicas campañas de excavación que pueden permitirse estos Indiana Jones de la Sima de las Palomas son las que acometen durante escasas tres semanas al año, en las vacaciones universitarias, y con la ayuda de voluntarios de diferentes partes del mundo. Allí pasan la mañana excavando con suma paciencia, soportando el calor, metiendo los sedimentos en sacos etiquetados que transportan a la fábrica de mármoles Cabezo Gordo S.A., que recicla agua y les permite usarla para lavar y tamizar. Por las tardes toca trabajo de laboratorio, para catalogar y clasificar, la única labor que se prolonga durante todo el año, y que parece no acabar nunca, ante la falta de recursos, y la indiferencia de los que reparten las ayudas a la investigación. Mientras tanto, en la Sima de las Cabezas en particular, y en el Cabezo Gordo en general, podrían esconderse las respuestas a algunos de los mayores interrogantes del pasado.