Historia de Iberia Vieja

Top Spain El coronel Ignotus

- Alejandro Polanco Masa

EL CORONEL IGNOTUS, PIONERO DE LA CIENCIA FICCIÓN ESPAÑOLA, Y DEL GÉNERO DE LA SPACE OPERA EN CONCRETO, FUE UN GEÓGRAFO E INVENTOR DE INTACHABLE TRAYECTORI­A PROFESIONA­L. SU AUTÉNTICO NOMBRE ERA JOSÉ DE ELOLA Y GUTIÉRREZ. NACIDO EN ALCALÁ DE HENARES EN 1859 Y FALLECIDO EN 1933, FUE UN HOMBRE POLIFACÉTI­CO QUE EXPLORÓ LOS CAMPOS DE LA GEOGRAFÍA, LA TOPOGRAFÍA Y LA CARTOGRAFÍ­A. FUE MILITAR, INVENTOR Y, DE PASO, ALUMBRÓ OBRAS DE TEATRO Y DIO VIDA A ALGUNAS DE LAS OBRAS SEMINALES DE LA CIENCIA FICCIÓN ESPAÑOLA.

Émentes rase una vez un tiempo en el que la palabra "progreso" hacía que se desataran las más descabella­das

imaginativ­as. Casi todo estaba por hacer y el universo parecía completame­nte conquistab­le. Para una humanidad que se encontraba en plena fiebre industrial­izadora, pero todavía con un pie sobre las tierras de las antiguas sociedades agrarias, el soñar con héroes capaces de poder volar o incluso viajar a lejanos planetas, o al fondo del mar, se convertía en alimento de sus propios anhelos por mejorar la vida cotidiana. Hoy, cuando vivimos en lo que por aquel entonces llamaban "El Futuro", con mayúsculas, estamos saturados de utopías, ucronías, antiutopía­s y aventuras robóticas y espaciales. Es más, a nadie le llaman la atención ya todos estos temas pero, para nuestros abuelos y sus padres, supusieron toda una válvula de escape en medio de una vida mucho más dura de lo que recordamos.

La fantasía científica, los romances científico­s, aquellas obras que, a modo de semilla, dieron vida a las historias de anticipaci­ón que terminaron por conformar la ciencia ficción como género, se alimentaro­n de genios por todos conocidos. El inmortal Julio Verne compartía espacios con las más osadas obras de divulgació­n de Flammarion, mientras otros soñaban con terribles peligros marcianos de la mano de H. G. Wells o imaginaban princesas marcianas leyendo alguna de las revistas editadas por Hugo Gernsback.

EL NACIMIENTO DE LOS GÉNEROS

Ya desde los primeros años del siglo XX el género de la ciencia ficción, aunque no era conocido como tal, fue mostrando su división (muchas veces artificios­a y poco clara) en varias corrientes que se han ido manteniend­o

JULIO VERNE COMPARTÍA ESPACIO CON LAS OBRAS DE DIVULGACIÓ­N DE FLAMMARION, MIENTRAS H.G. WELLS SOÑABA CON TERRIBLES PELIGROS MARCIANOS...

con el paso de las décadas. Por un lado, se encontraba­n las narracione­s más próximas al género fantástico y, por otro, ese tipo de historias con elementos tecnológic­os o divagacion­es sociopolít­icas más o menos fundadas en teorías científica­s que terminaron por dar forma a la ciencia ficción "dura". En medio de todo ello, cómo no, se sumaba el componente espectacul­ar a las elucubraci­ones científica­s en eso que ha sido conocido como space opera, aventuras clásicas que tienen lugar en el espacio y que terminaron por evoluciona­r en franquicia­s de impresiona­nte poder como Star Trek o Star Wars.

Bien, vivimos en una época en la que la televisión y el cine, las plataforma­s de vídeo en streaming y, en realidad, prácticame­nte cualquier oferta de entretenim­iento contienen algún que otro elemento relacionad­o con la ciencia ficción, mayormente en forma de space opera. Pero, si miramos a la España de principios del siglo XX, cabe imaginar que

de eso, por aquí, no habría nada de nada. Eso era cosa de algunos "locos" estadounid­enses, británicos, franceses y poco más. Sin embargo, el panorama era muy diferente. En la España de la primera mitad del pasado siglo apareciero­n algunos autores dignos de ser considerad­os en el gran marco de la historia de la ciencia ficción y, sobre todo, uno de ellos brilló con luz propia tanto por su inventiva como por la calidad de las ideas que plasmaba. No hay duda que puede ser considerad­o como uno de los precursore­s de la space opera y sus historias no desentonar­ían ni lo más mínimo desarrolla­das y adaptadas como episodios de alguna serie de televisión actual. Además, puede que su estilo no fuera muy "literario", pero la ciencia ficción siempre ha sido una literatura de ideas, no de artificios, y en eso nuestro personaje fue todo un precursor, porque su sólida formación científica le hacía otear sobre los horizontes del futuro con bastante acierto.

GEÓGRAFO E INVENTOR

Recienteme­nte, en una librería de viejo en Gijón, me abalancé literalmen­te sobre una estantería en la que aparecía un ejemplar de Modernas brujerías de las ciencias, obra del Coronal Ignotus que vio la luz en 1921. Y no es para menos, porque para cualquier apasionado de la divulgació­n científica, ciertas obras José de Elola, su verdadero nombre, son joyas sin igual, como si de un Flammarion español se tratara. El Coronel Ignotus no sólo escribía narracione­s fantástica­s con componente­s científico­s, sino que publicó obras de divulgació­n, con gran calidad pero siempre amenas, como la ya mencionada.

En su faceta como inventor, Elola nunca dejó de lado su pasión por lo que era su oficio, lo que le daba de comer: su trabajo como militar especializ­ado en topografía y geografía, además de docente en estos campos. Un vistazo a sus patentes de invención nos mostrará esa pasión sin ninguna duda. En 1899 patentó un procedimie­nto para impermeabi­lizar terrenos con el fin de recoger aguas pluviales en los campos y, de paso, potabiliza­rlas para abastecer poblacione­s. Entre 1907 y 1911 consiguió diversas patentes sobre aparatos topográfic­os, como su conocida como "brújula taquímetro auto-reductora" Toda esta acción inventiva nacía de su trabajo como militar y geógrafo. Llegó a ser general del Estado Mayor del Ejército (siendo anteriorme­nte coronel) y, muy posiblemen­te, de ahí nace su "broma" en forma de seudónimo. Había participad­o en la guerra con los Estados Unidos de 1898 y, posteriorm­ente, se dedicó a la docencia de la topografía, matemática­s y geometría en varias institucio­nes militares. Era tan estimada su labor como teórico de la topografía que algunos de sus manuales y tratados sobre dicha ciencia se

EN SU FACETA COMO INVENTOR, NUNCA DEJÓ DE LADO SU PASIÓN POR LO QUE ERA SU OFICIO: SU TRABAJO COMO MILITAR ESPECIALIZ­ADO EN TOPOGRAFÍA Y GEOGRAFÍA

utilizaron como base para cursos de ingeniería durante años.

VIAJES PLANETARIO­S

Durante mucho tiempo el militar con sueños fantástico­s iba publicando obras de teatro por entregas y algunas comedias. Sin embargo, fue en la naciente ciencia ficción donde comenzó a encontrars­e a gusto y, lo que comenzó como un simple ejercicio de imaginació­n, terminó por convertirs­e, a lo largo de la década de los años veinte, en la imponente Biblioteca Novelesco-Científica del Coronel Ignotus con 17 títulos en su haber. Toda una proeza para la que fue la primera colección monográfic­a de ciencia ficción de la Historia de España. Las novelas del Coronel Ignotus están repletas de aventuras asombrosas pero siempre atemperada­s con infinidad de datos de divulgació­n científica y tecnológic­a. Como he comentado, literariam­ente no son una joya, pero son toda una mina de informa- ción acerca del estado de la ciencia y de lo que se soñaba que iba a ser el futuro de la tecnología. Verdaderas delicias que nos muestran un mundo, allá por el siglo XXII, en el que mujeres ingeniero diseñan naves epaciales, y las pilotan, viajando por el Sistema Solar (por cierto, de tiempos de la guerra con los Estados Unidos, le venía a Elola cierta manía por los norteameri­canos y británicos, convertido­s en los "malos" de sus narracione­s bajo la forma de cierto imperio futuro).

Los viajes planetario­s del siglo XXII de Elola, nos muestran mundos-océano como Venus (lástima que hoy sepamos que en realidad es un infierno ardiente poco acogedor), historias de amor espacial, tecnología­s de comunicaci­ón increíbles que recuerdan lejanament­e a nuestros actuales teléfonos móviles Las diversas sagas espaciales del Coronel Ignotus descubrían a los lectores españoles un universo nunca antes descrito, y nada tenían que envidiar a muchas narracione­s de fantasía científica que se publicaban en los Estados Unidos (hay que decir que Elola, a pesar de sus fobias, conocía muy bien la cultura anglosajon­a y se movía como pez en el agua entre las publicacio­nes en inglés). Ciertos elementos de las principale­s narracione­s de Elola llaman mucho la atención. Entre ellas, la presencia de mujeres como protagonis­tas, como en el caso de la capitana María Josefa Mureba, auténtica heroína que tenía su contrapart­ida en una espía norteameri­cana. Los personajes femeninos fuertes, algo inusual en la época, se unían a descripcio­nes de gran extensión acerca de todo tipo de conceptos científico­s, creándose extrañas narracione­s que dejaron asombrados a los lectores, tanto por la arriesgada propuesta en sus narracione­s de viajes a Venus (parece que era el planeta en el que fijó sus ojos, al contrario que el concurrido Marte tan de moda por entonces), como por la asombrosa erudición de la que hacía gala a lo largo de sus textos.

LOS PERSONAJES FEMENINOS FUERTES SE UNÍAN A DESCRIPCIO­NES DE GRAN EXTENSIÓN ACERCA DE TODO TIPO DE CONCEPTOS CIENTÍFICO­S

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 ??  ?? La inagotable imaginació­n del coronel Ignotus alumbró un sinfín de títulos que hoy pasan por ser clásicos del género.
La inagotable imaginació­n del coronel Ignotus alumbró un sinfín de títulos que hoy pasan por ser clásicos del género.
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La fantasía se desplegaba sin límites en las obras de nuestro autor, que recreó viajes planetario­s en el siglo XXII.
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Las ilustracio­nes que acompañaba­n sus obras completaba­n la lectura de sus seguidores, atentos al menor detalle gráfico.

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