La lupa sobre la Historia La Rioja y el camino de Santiago
Un combate legendario en el Camino de Santiago
SON MUCHAS LAS JORNADAS QUE OCUPA EL CAMINO DE SANTIAGO, MUCHOS LOS PASOS Y MUCHAS LAS ANÉCDOTAS Y CONVERSACIONES QUE HARÁN MÁS LIGERO EL TRAYECTO. ENTRE ELLAS CABEN LAS LEYENDAS QUE DESDE HACE SIGLOS ENTRETIENEN A LOS PEREGRINOS. EN LAS JORNADAS DE RUTA POR LA RIOJA NOS FASCINA UNA HEROICA LUCHA DE HÉROES Y GIGANTES.
Buen camino el que se traza por los senderos del vino y el románico. El final del verano, cuando el fuego del sol comienza a relajar su intensidad, aparece como uno de los momentos privilegiados para, desde la fe o la simple curiosidad pagana, lanzarse a recorrer el Camino de Santiago. Y ya que hemos puesto el vino en nuestro inicio, los pasos se han de detener inevitablemente en un emblema vitivinícola de España, La Rioja, una región en medio de la ruta jacobea del Camino de Santiago y que es una experiencia en sí misma. Si acomodamos nuestra lupa sobre La Rioja como región del Camino, la primera parada habríamos de hacerla en la capital, Logroño, desde donde todavía nos quedan seiscientos kilómetros para alcanzar nuestro destino compostelano. La localidad de Navarrete nos espera como fin de nuestra segunda etapa, con sus ruinas del hospital de San Juan de Acre. Recuperadas las fuerzas, el día siguiente alcanzamos la histórica Nájera, cuyo espectacular Monasterio de Santa María la Real, con sus impresionantes claustro y panteón real, se erige como visita obligada en una ruta en la que la travesía enriquece tanto como el desenlace. La cuarta y última etapa riojana tiene a la Santo Domingo de la Calzada como absoluto protagonista; no en vano, la localidad nace de la habilidad del religioso que la da nombre de impulsar la ruta jacobea. Una vez transitada, nuestros pasos peregrinos abandonan las tierras riojanas por el pueblo de Grañón, que nos introduce en las no menos interesantes joyas burgalesas.
Muchos son los puntos interesantes que se pueden visitar en estas cuatro jornadas riojanas, muchos los enclaves culturales, las referencias artísticas y edificaciones históricas. Pero muchas más son las horas que exige el Camino de Santiago y durante ese tiempo de esfuerzo es necesario aligerar los pasos con el entretenimiento de las buenas historias que acontecen allá por donde transitamos.
LA LEYENDA DEL GIGANTE
Y sin duda la que más se ha repetido a los caminantes desde muchos siglos atrás es la que aplaude la heroicidad del sobrino de Carlomagno, Roldán, en su lucha desigual con el poderosísimo gigante Ferragut, uno de tantos relatos de fe cristiana frente a los invasores musulmanes que muchos si-
glos atrás despertaban los ánimos de los sufridos caminantes en su recorrido hasta Compostela. Un relato que se desarrolla en las inmediaciones de Nájera.
Porque hasta allí se había trasladado el descomunal, hercúleo e inexpugnable gigante Ferragut, destinado por el emir de Babilonia con la intención de combatir a la fuerzas de Carlomagno y acabar con sus dominios. Y enterado este último de tal hecho mandó a sus mejores hombres a reprimir los avances del gigante. No era un gigante cualquiera Ferragut, sino que provenía nada menos que del linaje de Goliat, y no desmerecía en fuerza ni violencia a su antecesor. Así que, uno a uno, los mejores guerreros de Carlomagno, valientes y preparados, fueron situándose frente a él. Y uno a uno fueron “despachados” con la mayor facilidad. Como si se tratasen de meros insectos. De un solo manotazo los dejaba fuera de combate. Uno tras otro caían derrotados los mejores guerreros de la Cristiandad. Uno tras otro comprendían que la energía del gigante lo hacía invencible, que, con esa arma, difícil sería que los sarracenos no se hicieran con las tierras dominadas por Carlomagno. Los más preparados y valientes guerreros cristianos habían sido derrotados sin esfuerzo por el gigante en las tierras riojanas. Bueno, todos menos uno, el sobrino del rey: Roldán. Y, visto lo visto, no dudó en solicitar a su tío enfrentarse al terrible enemigo. Quien sí dudó fue el monarca. Pero, ante la insistencia y pocas alternativas que le quedaban, accedió.
Nada que ver esta lucha con las anteriores porque, pese a las arremetidas violentas de Ferragut. Roldán fue capaz de solventarlas con habilidad y fuerza y de lanzar unos cuantos golpes al gigante que le trastornaron mucho más que los lanzados por anteriores combatientes. Sin embargo, la igualdad en la pelea era total. No había tregua. Tal fue la intensidad, tanto el equilibrio, que, ya casi anocheciendo, decidieron tomar un descanso en la hermosa tierra en la que desarrollaban su batalla. Durante esta tregua dialogaron con serenidad. Los dos debatían sobre las respectivas religiones por las que peleaban. En un momento de debilidad y confianza, Farruguet confesó que no todo en él era inexpugnable y que un punto de su cuerpo era vulnerable. Roldán iba a aprovechar esta confidencia. Tras un buen rato de descanso y confraternidad entre adversarios, se reanudó la refriega. Roldán conocía un secreto que iba a hacer inclinar la contienda. Porque en un momento de mala defensa del gigante, cansado tras un reparto interminable de golpes de todas formas y colores, Roldán sacó su daga y acertó en el ombligo del gigante, su confesado punto débil. El combate había terminado. Roldán había conseguido vencer al invencible gigante enviado por el emir babilónico.
Hoy los peregrinos pueden contemplar en su Camino el lugar donde la leyenda asegura que se disputó la lucha, el cerro llamado Poyo del Roldán, en Nájera. Como ocurría muchos siglos atrás, a su paso por La Rioja, los caminantes amenizan su camino con leyendas de héroes y gigantes, de victorias cristianas, mientras observan con devoción la belleza de los senderos y ciudades que transitan.
A SU PASO POR LA RIOJA, LOS CAMINANTES AMENIZAN SU CAMINO CON LEYENDAS DE HÉROES Y GIGANTES, DE VICTORIAS CRISTIANAS, MIENTRAS OBSERVAN CON DEVOCIÓN LA BELLEZA DE LAS CIUDADES Y SENDEROS