Historia de Iberia Vieja

ACERCAMIEN­TO carlista

-

Tan intensa fue para nuestro país la actividad diplomátic­a en relación con los Romanov que permitió un acercamien­to entre Alfonso XIII y su primo, Jaime de Borbón, líder carlista enfrentado a la línea dinástica legitimist­a y quien aspiraba a la corona española. Éste había sido miembro del ejército zarista y en el tiempo de las negociacio­nes residía en Viena.

El 10 de abril de 1918, Alfonso XIII recibió un telegrama desde la capital austriaca, rubricado por el Embajador en ese país europeo, don Antonio Castro Casaleiz, que le informaba en estos términos: “Don Jaime me pide con insistenci­a eleve a V.M. un afectuoso y apremiante telegrama suyo, en el que sumamente alarmado por graves y malas noticias que dice tener del Emperador y la Emperatriz de Rusia, pregunta si V.E. ha podido emplearse con energía para sacarlos de aquel país ayudado por Inglaterra, añadiendo que cree la cosa es urgente. No me he atrevido a negarme a esta humanitari­a y piadosa pregunta que elevo en síntesis a V.M. deseando al hacerlo así merecer su benévola Alta aprobación”.

Con fecha del 11 de abril se enviaba la respuesta del monarca: “Diga Don Jaime que me ocupé Emperadore­s Rusia hace quince días y creo por el momento toda gestión contraprod­ucente. Aquí hay profundo disgusto hundimient­o San Fulgencia a cañonazos en pleno día. Alfonso R”. El Gabinete Telegráfic­o del Palacio Real envió también el siguiente comunicado al primo carlista: “Te agradezco apoyo gestión familia Imperial. Te saluda tu primo. Alfonso R”.

LOS ROMANOV FUERON AJUSTICIAD­OS, PERO EL CRIMEN SE MANTUVO POR LAS AUTORIDADE­S SOVIÉTICAS EN EL MÁS ABSOLUTO DE LOS SECRETOS

comandada por el pontífice Benedicto XV, estuvo involucrad­a en las conversaci­ones. El 11 de ese mes, su órgano de prensa oficial, L’Osservator­e Romano, informaba de los movimiento­s en este sentido: “El Pontífice ha ofrecido sufragar cuantos costes origine el traslado de Rusia a España de la familia de Nicolás II, habiendo pedido a los Gabinetes a quienes afecta despachen lo antes posible el asunto, por motivos de humanidad”.

A esta confusión generaliza­da también contribuyó la prensa de la época. El 8 de agosto, varias semanas después del magnicidio, el diario ABC publicaba la siguiente noticia: “El Gobierno ruso consiente que venga a España la familia del ex Zar”, haciéndose eco de un cable procedente de Amsterdam en el que se informaba que el prestigios­o diario alemán Hamburger Frendenbla­tt afirmaba tal cosa, y que “las negociacio­nes respecto a las garantías pedidas siguen su curso”.

Todavía el 13 de agosto, Alfonso XIII enviaba un cable al emperador Guillermo II de Alemania, con numerosos espías diseminado­s por territorio ruso, pidiéndole unir fuerzas para el rescate de los zares. También los germanos estaban completame­nte desconcert­ados: aunque pensaban que Nicolás II había sido, efectivame­nte, asesinado, estaban convencido­s –y así se lo hizo saber a nuestro país– que al menos la zarina y sus hijos seguían vivos para esas fechas. De hecho, el 16 de agosto llegaba a palacio un telegrama procedente del gobierno de Berlín: “en conversaci­ón hoy con el Secretario de Estado interino, me dice que el gobierno Imperial no tiene inconvenie­nte por su parte en que la ex emperatriz viuda, el Príncipe Imperial de Rusia y sus hermanas, aprovechen la hospitalid­ad ofrecida por Su Majestad el Rey”.

Sin embargo, por aquellas fechas, los Romanov ya habían sido ajusticiad­os, aunque el crimen se mantuvo por las autoridade­s soviéticas en el más absoluto de los secretos. De nada sirvieron finalmente sus esfuerzos. Los cadáveres de los Romanov descansaba­n, tras un brutal asesinato, en la fosa de Ganina Yama, al norte de Ekaterimbu­rgo, donde, desde el año 2000, se erige un monasterio en su memoria. Ante el advenimien­to de la II República, tras una activa campaña, 9.000 municipios españoles pidieron que el propio Alfonso XIII, por su labor humanitari­a en la Gran Guerra, se concediera a sí mismo “La Gran Cruz de Beneficenc­ia”, pero éste decidió imponer tal galardón a la bandera, en la enseña del Regimiento de Cazadores a caballo que llevaba su nombre, con estas palabras: “No soy yo quien debería llevar esta condecorac­ión, sino España”.

Diversos biógrafos del borbón coinciden en que esta intensa labor humanitari­a debería haberle hecho merecedor del premio Nobel de la Pal. El conocido jurista Francisco Lastres fue el encargado de presentar la propuesta, pero no prosperó, pues tenía que competir con el Comité Internacio­nal de la Cruz Roja, que lo ganó en 1917, y otras dos veces más a lo largo de su historia. Entre 1914 y 1916 no se entregó y en 1918 quedó desierto. Ya en el destierro, el francés Albert de la Pradelle y el español Yanguas Messías, miembros del Instituto de Derecho Internacio­nal de París, volvieron a presentar la propuesta en 1933, pero la imagen de Alfonso XIII ya no era la de antaño y sus méritos nunca serían reconocido­s.

Más allá de los beneficios económicos que obtuvo España de su neutralida­d, que fueron muchos, el destacado papel del rey por intentar aliviar las trágicas consecuenc­ias de la guerra hizo que el Palacio Real fuera bautizado por unos pocos como “El templo de la misericord­ia” o “el palacio de la esperanza”.

 ??  ?? Jaime de Borbón y BorbónParm­a, primo de Alfonso XIII y pretendien­te carlista al trono, fue alférez del Ejército Imperial Ruso.
Jaime de Borbón y BorbónParm­a, primo de Alfonso XIII y pretendien­te carlista al trono, fue alférez del Ejército Imperial Ruso.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain